Formando un triángulo dentro de la provincia de Jaén, encontramos las localidades de Úbeda, Baeza y Sabiote, constituyendo uno de los mejores conjuntos monumentales de España, con importantes muestras de la época renacentista. De hecho Úbeda y Baeza han sido declaradas ciudades Patrimonio
Mundial en el año 2003 debido a los importantes tesoros que albergan. Separadas por apenas 10km de carretera, estas pequeñas localidades andaluzas comparten una historia común marcada por la
dominación árabe y la Reconquista. Sus bellos conjuntos monumentales
renacentistas justificarían de sobra una visita, pero además pueden presumir de estar
rodeadas de un paraje excepcional, conformado por lugares como la Sierra de
Cazorla, el Valle del Guadalquivir, la Sierra Mágina y los extensos campos
de olivos que se extienden a sus pies.
Varias civilizaciones, como la romana, dejaron su huella en estas localidades antes de que los árabes se asentaran allí a finales del s.VIII y principios del s.IX. La ocupación duraría casi 5 siglos, aunque estas localidades volvieron a manos de los cristianos durante la Reconquista llevada a cabo por Fernando III, llamado “el Santo”. Por estos tiempos se vivía la época de máximo esplendor, siendo durante este s.XVI, construidos la mayor parte de edificios ilustres que hoy podemos visitar. Pero no sólo la época renacentista marcó la vida de sus habitantes sino que también los vestigios de la cultura musulmana y judía se dejan ver aún hoy en sus estrechas y empedradas calles, que también dejaron un recuerdo en sus construcciones.
La gastronomía de esta zona tiene su principal aliado en el aceite de oliva virgen extra. Éste aparece en cualquiera de las recetas locales, como los andrajos (guiso de patatas con carne de conejo, liebre o bacalao), la pipirrana (ensalada elaborada con hortalizas) y la sabrosa morcilla en caldera (relleno de morcilla sin embutir y salteado). La repostería pasa por los ochíos (tortas de harina y matalahúva) y los hornazos (torta con un huevo cocido).
Varias civilizaciones, como la romana, dejaron su huella en estas localidades antes de que los árabes se asentaran allí a finales del s.VIII y principios del s.IX. La ocupación duraría casi 5 siglos, aunque estas localidades volvieron a manos de los cristianos durante la Reconquista llevada a cabo por Fernando III, llamado “el Santo”. Por estos tiempos se vivía la época de máximo esplendor, siendo durante este s.XVI, construidos la mayor parte de edificios ilustres que hoy podemos visitar. Pero no sólo la época renacentista marcó la vida de sus habitantes sino que también los vestigios de la cultura musulmana y judía se dejan ver aún hoy en sus estrechas y empedradas calles, que también dejaron un recuerdo en sus construcciones.
La gastronomía de esta zona tiene su principal aliado en el aceite de oliva virgen extra. Éste aparece en cualquiera de las recetas locales, como los andrajos (guiso de patatas con carne de conejo, liebre o bacalao), la pipirrana (ensalada elaborada con hortalizas) y la sabrosa morcilla en caldera (relleno de morcilla sin embutir y salteado). La repostería pasa por los ochíos (tortas de harina y matalahúva) y los hornazos (torta con un huevo cocido).
ÚBEDA
La Ubbadat árabe
fue fundada en el siglo IX, época en que fueron levantadas sus murallas. Su
intensa actividad comercial y su artesanía convirtieron a la ciudad en una de
las más importantes de Al-Andalus. Tras varios intentos frustrados de conquista
cristiana, fue tomada definitivamente en el año 1234 por el rey Fernando III el
Santo. La población cobra protagonismo a partir de los siglos XV y XVI, momento
en que familias aristocráticas deciden establecerse en la ciudad. Ello ha
quedado reflejado en el abundante número de casas blasonadas y palacios que se
conservan de aquel periodo y que hacen de Úbeda la ciudad renacentista andaluza
por excelencia.
La plaza
Vázquez de Molina destaca en medio del encalado caserío ubetense, al
concentrar un soberbio conjunto renacentista. Preside este espacio uno de los
mejores ejemplos de arquitectura renacentista, la Sacra Capilla de El
Salvador (s. XVI). El templo fue proyectado por Diego de Siloé y llevado a
cabo por Andrés de Vandelvira bajo mandato de Francisco de los Cobos, secretario
y hombre de confianza del emperador Carlos I. De él sobresalen unas magníficas
portadas de estilo plateresco. Mientras, en el interior se conserva un retablo
mayor de Alonso de Berruguete y la reja que separa la iglesia en dos espacios del maestro Bartolomé.
Junto a ella, se encuentra el Palacio del Condestable Dávalos, convertido hoy en Parador de Turismo. Se trata de una construcción del siglo XVI reformada una centuria después, en la que residió el deán de la Sacra Capilla de El Salvador. Tras su distinguida fachada, se esconde un hermoso patio con doble galería de arcos superpuestos.
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Capilla El Salvador |
Junto a ella, se encuentra el Palacio del Condestable Dávalos, convertido hoy en Parador de Turismo. Se trata de una construcción del siglo XVI reformada una centuria después, en la que residió el deán de la Sacra Capilla de El Salvador. Tras su distinguida fachada, se esconde un hermoso patio con doble galería de arcos superpuestos.

Completa este bellísimo entorno el Palacio del Marqués de Mancera. El edificio, que perteneció en el pasado a un virrey del Perú, muestra en sus líneas una gran pureza renacentista.
En la
popular Plaza 1º de Mayo popularmente conocida como Paseo Plaza del Mercado se
encuentra la Iglesia de San Pablo, de estilo gótico con reminiscencias
románicas de transición en algunos elementos, como la portada. Su interior
cobija la capilla de los Vago, espléndida obra de estilo renacentista realizada
por Vandelvira. Frente a esta iglesia se puede contemplar otro palacio de
factura renacentista, el Ayuntamiento Viejo, y muy cerca, el Oratorio de San
Juan de la Cruz, místico abulense fallecido en esta localidad.

A la entrada de la urbe se alza el Palacio de Congresos y Exposiciones Hospital de Santiago, considerado “el Escorial andaluz” y una de las obras cumbres del maestro Vandelvira. Tras la sobria fachada de este monumental edificio, hoy activo centro cultural, se esconde un luminoso patio clasicista y una hermosa capilla.
La Redonda de Miradores, detrás de la Plaza Vázquez de Molina, permite contemplar una hermosa panorámica de Sierra Mágina y de la cuenca del Guadalquivir.

A la entrada de la urbe se alza el Palacio de Congresos y Exposiciones Hospital de Santiago, considerado “el Escorial andaluz” y una de las obras cumbres del maestro Vandelvira. Tras la sobria fachada de este monumental edificio, hoy activo centro cultural, se esconde un luminoso patio clasicista y una hermosa capilla.
La Redonda de Miradores, detrás de la Plaza Vázquez de Molina, permite contemplar una hermosa panorámica de Sierra Mágina y de la cuenca del Guadalquivir.
BAEZA
En la actualidad es conocida por su ingente
producción olivarera, su abundante legado monumental, y por ser sede
universitaria desde el siglo XVI, albergando hoy día una de las sedes de la
Universidad Internacional de Andalucía.
Se encuentra a unos 48 km al noreste de la
capital provincial, y limita por el este con el municipio de Úbeda, con el que
comparte la capitalidad de la histórica Comarca de La Loma.
Su centro neurálgico es la Plaza de Santa
María establecida en la baja edad media, y hasta el s. XIX, como sede de los
poderes que rigen la ciudad: el civil y el religioso; en ella se encuentran
hoy:
• La Catedral de la Natividad de Nuestra Señora:
edificada sobre la antigua mezquita que (según tradición histórica) había sido
construida a su vez sobre un templo visigodo anterior, fue la primera
consagrada en Andalucía con ocasión de la reconquista castellana. Bien de Interés Cultural, la huella de Andrés de Vandelvira se puede ver en algunas de sus capillas.
• Las Cancillerías góticas o Casas
Consistoriales Altas: sede del concejo de la ciudad entre fines del s. XV y el
s. XIX, cuando el consistorio municipal traslada su sede al antiguo palacio del
corregidor.
• La Fuente de Santa María: situada en el
centro de la plaza fue edificada en el año 1564 para marcar la finalización de
las obras de traída de aguas a la ciudad.
• El Seminario de San Felipe Neri (1660):
tiene fachada de buena sillería, puerta de medio punto, frontón partido y
vítores estudiantiles.
Al norte de este conjunto, y junto a la
Puerta del Barbudo, se halla la sede de la antigua universidad Santísima
Trinidad, otra importante Institución eclesiástica de la Edad Moderna, hoy
Instituto. El edificio es de estilo manierista (fines del s. XVI) y consta de
claustro, en torno al cual se organizan las dependencias universitarias, y una
amplia capilla; contando cada uno de estos elemento con portada propia.
Destaca, sobre la puerta de acceso al claustro, el medallón labrado con el tema
de la Santísima Trinidad. En esa misma fachada pueden verse los escudos del
canónigo Fernández de Córdoba (donante del edificio) timbrados con un impropio
galero arzobispal.
De las primeras parroquias intramuros han desaparecido por completo la colegiata de Santa María, San Miguel y San Gil, permaneciendo actualmente:
De las primeras parroquias intramuros han desaparecido por completo la colegiata de Santa María, San Miguel y San Gil, permaneciendo actualmente:
• Las Ruinas de la parroquia de San Pedro:
iglesia románica de la que sólo se conservan el ábside (parcialmente visible al
exterior) y restos considerables de la portada norte (dentro de propiedad
particular). Parcelada en viviendas desde el s. XIX, su fábrica ha ido
deteriorándose y se han abierto nuevos vanos en el ábside.
• Las Ruinas de la parroquia de San Juan:
iglesia tardorrománica de la que sólo se conservan los tres ábsides de la
cabecera, el muro del lado del evangelio y los capiteles y basas de sus seis
columnas. Recientemente, estos restos han sido consolidados y su acceso abierto
al público.
• La Iglesia de Santa Cruz. Se halla en la plaza del mismo
nombre frente al Palacio de Jabalquinto, el más destacado de la ciudad intramuros
y uno de los emblemas de Baeza.
Pero la ciudad intramuros está plagada de rincones con otros palacios y casonas de interés, como la Casa de Avilés (mediados del s. XVI), la Casa de los Galeote (segunda mitad del s. XVI), la Casa de los Ávila (comienzos del s. XVII), la Casa de los Fuentecilla, la Casa de los Canónigos, el Palacio de los Obispos (todos del s. XVIII) o el Palacio Rubín de Ceballos (principios del s. XI).
Pero la ciudad intramuros está plagada de rincones con otros palacios y casonas de interés, como la Casa de Avilés (mediados del s. XVI), la Casa de los Galeote (segunda mitad del s. XVI), la Casa de los Ávila (comienzos del s. XVII), la Casa de los Fuentecilla, la Casa de los Canónigos, el Palacio de los Obispos (todos del s. XVIII) o el Palacio Rubín de Ceballos (principios del s. XI).
El trazado de la muralla, de la que aún subsisten importantes elementos, obedece a un diseño
islámico del s. XI. No obstante, las edificaciones conservadas responden más
bien a reconstrucciones cristianas posteriores.

• El Arco de Villalar: directamente a
continuación de la Puerta de Jaén, fue erigido con ocasión de la visita del rey Carlos I (1526) y conmemora
la victoria real en la batalla de Villalar.
• La Casa del Pópulo: edificio plateresco
que albergaba la audiencia civil y las escribanías públicas; hoy, oficina de
turismo.
• La Fuente de los Leones: manantial
natural que la interpretación histórica tradicional postula monumento
arqueológico procedente de la antigua ciudad ibero romana de Cástulo, hipótesis que se sustenta en la continuidad histórica deliberadamente mantenida
con ocasión del traslado a Baeza de la capitalidad administrativa y episcopal
de la desaparecida Cástulo. Según esta interpretación, parejas de felinos y
équidos (actuando como surtidores) rodean una figura femenina identificada como
Himilce. Más recientemente, se ha propuesto identificar esta fuente como
previamente proveniente de un patio del alcázar.
• La Antigua Carnicería (s. XVI):
trasladada a su emplazamiento actual en los sesenta del s. XX, estaba originalmente
apoyada contra la muralla en la antaño populosa plaza intramuros sita al otro
lado de la Puerta de Jaén; hoy cumple las funciones de juzgado.
Al este del conjunto anterior, más allá de
El Paseo (plaza cuyo lado sur se antepone a la Puerta del Barbudo)
encontramos la Torre de los Aliatares (o de los
Altares), denominada así de acuerdo con la tradición que la hace, en tiempos
anteriores a la reconquista, posesión del linaje musulmán de ese mismo nombre.
Tiene veinticinco metros de altura, con almenas copiadas del Arco de Villalar y
ostenta el reloj público de la ciudad.
Hacia el sureste de la anterior
hallamos la Puerta de Úbeda, de las principales de
la muralla; protegida por su torre albarrana hoy sólo conserva uno de sus
arcos, habiendo sido desmantelados los otros dos en el s. XIX.
La actual Plaza de España, situada en el
extremo noreste de lo que fue la ciudad amurallada; servía de escenario para los eventos taurinos, fiestas y ajusticiamientos
públicos. A partir del s. XIX fue cuando se convirtió en un paseo romántico. En
su lado sur encontramos la mencionada torre de Los Aliatares y La Alhóndiga, e
inmediatamente tras ella El Pósito. En su cara norte se hallan las Casas
Consistoriales Bajas o Balcón del Concejo (s. XVII), lugar desde donde los
munícipes presenciaban las corridas de toros celebradas en la plaza.
Finalmente, y de este a oeste, también encontramos en las inmediaciones de su
lado septentrional:
• La Iglesia de la Purísima Concepción:
capilla del antiguo hospital homónimo edificada a principios del s. XVII (el
hospital desapareció en el s. XX).
• Convento de San Francisco y Ruinas de la
Capilla de los Benavides: sustituyendo un templo gótico construido en
el que era tercer solar ocupado en Baeza por la comunidad franciscana, Diego de
Valencia Benavides encargó en 1538 a Andrés de Vandelvira la construcción de la
cabecera de un nuevo templo conventual, que habría de albergar su capilla
funeraria y que acabó siendo la obra maestra de aquel artista y un hito de la
arquitectura renacentista española.11 Lamentablemente el terremoto de Lisboa
quebrantó la bóveda cruzada y la invasión napoleónica acabó de arruinar el
templo.
• Ayuntamiento de Baeza: magnífico edificio
plateresco construido originalmente como Palacio de Justicia y Cárcel del
Corregidor.
SABIOTE
Sabiote es un municipio español de la
provincia de Jaén, situado en la comarca de La Loma, en la parte más alta de la
meseta interfluvial, y bordeada al norte por el río Guadalimar y al sur por el
Guadalquivir. Está situado a 7 km de Úbeda y forma, junto con Baeza, el
triángulo del Renacimiento. Sabiote, aun siendo más pequeña que Úbeda y Baeza, no deja de tener un encanto especial e íntimo, y en ella se concentran edificios blasonados y con un porte renacentista que no tiene que envidiar a sus hermanas mayores. En general, toda la villa presenta un estado de
conservación excelente, por lo que nos transporta fácilmente a un ambiente de
tiempos pretéritos. Sus casas muy cuidadas y calles bien conservadas y
adoquinadas tienen gran encanto, estando salpicadas de casonas blasonadas,
casas encaladas y edificios hermosos aunque modestos, lo que hace que pasearla
sea muy agradable.
La historia de esta villa comienza muy
temprano, en la Edad de Bronce, de la cual se han encontrado restos en el
paraje llamado "La Cobatilla". En Época romana perteneció a Julia
Salaria, capital de la Colonia Salaria perteneciente a la provincia
Tarraconense, adquiriendo gran importancia como demuestra el hecho de que sus
habitantes podían acuñar moneda.
Durante la etapa musulmana, formó parte del
Reino de Jaén, llamada Ibsn-Sabiyuto: De esta época quedan un lienzo de muralla
llamado "El chiringote" y un albaicín. Esto llegó a su fin allá por
1226, cuando Fernando III "El Santo" logró rendirla y además, le dio
el Fuero de Cuenca, cuyo códice del siglo XIII aún se conserva.
Su hijo Alfonso X "El Sabio" le
otorgó el título de "Muy Leal Villa" y la cedió a la Orden de
Calatrava, volviendo a la Corona con Sancho IV. En el año 1537, Don Francisco
de los Cobos la compró al emperador Carlos V consiguiendo en esa época su mayor
esplendor.
Pasear por sus calles empinadas y encontrar en cada esquina un palacio con sus dorados blasones, rodear la grandeza pétrea de su castillo o contemplar desde sus innumerables miradores el paisaje salpicado de olivos que jalonan los montes que lo rodean, es un placer para los sentidos

Entre sus monumentos y lugares de interés destacan el Castillo y la iglesia parroquial de San Pedro.
Castillo de Sabiote. La historia conocida de esta fortificación
comienza en el siglo XIII, aunque debido a la preeminencia defensiva que ocupa
el cerro en toda la comarca de La Loma, debió ser un lugar encastillado por
todas las civilizaciones, desde tiempo inmemorial. El antiguo alcázar musulmán
de Sabiote se emplaza sobre un pequeño montículo y se abre a una ancha plaza de
la villa, donde se levanta su puerta señorial, precedida de un foso. El prestigioso arquitecto Andrés de
Vandelvira se supone el encargado de transformar esta fortaleza medieval en un
palacio de corte renacentista, a petición de su propietario, el poderoso don
Francisco de los Cobos, secretario personal de Carlos V y luego también de su
hijo, el emperador Felipe II. Junto con el cercano Castillo de Canena,
constituye una de las dos últimas manifestaciones del poder señorial sobre el
territorio. Se configura como una gran fortaleza-palacio del siglo XVI
construida sobre el entonces castillo calatravo, entre los años 1538 y 1549. Lamentablemente, el castillo fue expoliado
y volado por las tropas napoleónicas durante su ocupación, por lo que
interiormente sólo queda el esbozo de lo que fue una destacada obra de arte. Tiene un acusado carácter militar y un
sistema constructivo abaluartado con torres pentagonales en ángulo, troneras y
saeteras, todo ello de acuerdo con los entonces modernos modelos italianos de
arquitectura militar. Destacan de su enorme fábrica su gran
fachada renacentista de sillería y cantería, recorrida por los escudos de armas
de los fundadores, y las grandes torres pentagonales. Su interior palaciego y renacentista, se
articula en torno a varios patios. Bien de Interés Cultural, el castillo está
declarado como Monumento desde 1931.
Iglesia parroquial de San Pedro. Reedificada en el siglo XVI con trazado de
Alonso Barba, discípulo de Vandelvira. Su portada norte es de estilo gótico
isabelino, pero en la sur o Puerta del Sol predomina el proto-plateresco. Un
gran arco en esquina sujeta todo el peso del monumento en su parte sur. En ella trabajó otro discípulo del maestro,
Diego de Alcázar. La magnífica torre es de Aranda Salazar.