Con una población
cercana a los 15 millones de habitantes, Estambul es uno de los destinos viajeros más impresionantes del mundo.
Visitar sus antiguos monumentos como Santa Sofía y la Mezquita Azul, recorrer el Bósforo en barco, regatear en el Gran Bazar y ver el reflejo del
máximo esplendor del Imperio Otomano en el Palacio Topkapi es algo que todo
viajero ha deseado alguna vez en su vida. Pero más allá de sus monumentos, por
sus calles se palpa la mezcla de culturas que, a lo largo de los siglos, ha
forjado su identidad y fisionomía.
El estrecho del Bósforo,
que une el Mar de Mármara y el Mar Negro, divide en dos partes esta inmensa
metrópoli, única ciudad del mundo que se asienta sobre dos continentes. A un
lado, el continente europeo presenta los más importantes monumentos históricos
de la ciudad, mientras que en la otra orilla, en el continente asiático,
encontramos una Estambul más moderna y dinámica. Sin duda, ningún visitante
quedará indiferente con los contrastes
de una ciudad demasiado oriental para ser europea y excesivamente occidental
para ser asiática.
HISTORIA
Antigua capital de los
imperios Romano, Bizantino y Otomano,
hasta el año 330 se la denominó Bizancio, para posteriormente tomar el nombre
de Constantinopla en uno de los períodos de máximo esplendor. Su actual
denominación, Istanbul, le fue otorgada el 28 de marzo de 1930.
Bizancio fue fundada en la orilla europea en el año 667
a.C. por colonos griegos de Megara, que encontraron refugio a lo largo
de un profundo golfo: el Cuerno de Oro.
Constantino I el Grande comenzó a erigir una nueva Roma, y en el año 330
fue consagrada una nueva ciudad bajo el nombre de Constantinopla, o ciudad de
Constantino, convirtiéndola en capital del
Imperio Romano de Oriente.
Para sus habitantes fue
siempre una capital romana. Construida
sobre "siete colinas", a imagen de Roma, y dividida en catorce
regiones, diez de ellas se encontraban dentro de las murallas. La primera
Catedral de Santa Sofía, construida por Constantino II junto al Gran Palacio y
consagrada en el año 360, sufrió graves daños en el 532, por lo que Justiniano
levantó una nueva catedral.
Debido a su posición estratégica entre Europa y Asia, Constantinopla
controlaba tanto la ruta entre estos dos continentes como el paso del Mar
Mediterráneo al Mar Negro, lo que motivó que, durante siglos, fuese la gran urbe
europea medieval mientras que la parte occidental del Imperio Romano entraba en
una profunda crisis política, económica, comercial y demográfica.
Después de largos años
de conflictos con los turcos, que ya habían conquistado el resto del Imperio
Bizantino, Constantinopla cae bajo su
dominio en 1453, tras la muerte de Constantino XI, último emperador del
imperio, a manos de Mahomet II.
Durante este periodo la
ciudad sufrió una profunda
transformación cultural pasando de ser bizantina imperial a otomana, y de
cristiano ortodoxa a islámica. Aunque algunas iglesias fueron
convertidas en mezquitas, muchas se conservaron y además fueron construidas
nuevas mezquitas alrededor de la ciudad para conmemorar los reinados de los
sultanes.
El 29 de octubre de 1923, Mustafa Kemal Atatürk estableció la República y
la capital se trasladó a Ankara. En 1930,
Estambul adoptó oficialmente el nombre de Istanbul.
MONEDA
La moneda oficial de
Turquía es la lira turca que se divide en kuruş. Existen billetes de 5, 10, 20,
50, 100 y 200 TL, y monedas de 5, 10, 25 y 50 kuruş y de una lira.
Lo aconsejable nada más
aterrizar es cambiar algo de dinero en el propio aeropuerto ya que suelen
ofrecer cambios competitivos (las oficinas están abiertas 24 horas). Aun así,
probablemente encontraremos las mejores tarifas en las casas de cambio (döviz).
Suelen estar abiertas hasta media noche y se encuentran sin problemas por todo
el centro.
Las tarjetas de crédito
internacionales más habituales (Visa, MasterCard y American Express) se aceptan
en los hoteles, restaurantes y en la mayoría de las tiendas. En muchos lugares se
puede pagar en euros pero siempre saldrá mejor hacerlo en moneda local.
COMPRAS
Estambul ha sido y es una auténtica meca de
las compras. En su día fue un importante enclave de la Ruta de la Seda y su
tradición comercial siempre ha formado parte de su esencia. Solo tenemos que
acercarnos al Gran Bazar o al Bazar de las Especias para
comprobarlo: alfombras y kilims, orfebrería, todo tipo de objetos de cerámica y
latón, ropa de cuero, joyas, falsificaciones, marquetería (en especial tableros
de ajedrez y backgammon), dulces…
Si decides comprar algo, ten en cuenta que
deberemos entrar en el juego del regateo ya que la prisa no tiene cabida cuando
se trata de comprar.
GASTRONOMÍA
La gastronomía turca es muy conocida por su amplia diversidad de platos y
su excelente combinación de especias y hierbas, ofreciendo deliciosos platos a
los visitantes. Su cocina ha estado influenciada por las muchas culturas que
pasaron por Anatolia, lo que a su vez ha influido en la cocina de muchos países
de Europa, Asia y África.
Los platos turcos no
solamente tienen una apariencia extremadamente apetitosa, sino también una gran
variedad de ingredientes que facilita el cambiar interminablemente la preparación
y el sabor de los platos. En toda Turquía
y, sobre todo, en Estambul, la bebida por antonomasia es la cerveza turca,
aunque también existen vinos blancos y tintos de gran calidad.
La bebida nacional es el raki, una especie de anís, y también
se bebe mucho el ayran, que es
yogur disuelto en agua. Debido a la gran riqueza en frutas y verduras de la
región, se toman muchos zumos de frutas y mucho té, servido muy caliente y
nunca con leche. El café turco, kahve,
es también muy bueno, se sirve siempre en pequeñas tazas.
La comida típica en Estambul comienza, normalmente, con
una sopa ligera (corba). Las más
frecuentes son las de lentejas (rojas o verdes), de yogur o de trigo. En invierno es también
muy común tomar sopa de callos, para paliar las frías temperaturas. Algunas de
las deliciosas sopas son Bulama çorbasi
(sopa de trigo con yogurt y huevos) ,Tavuk (sopa de pollo), Oz çorbasi,(caldo de carne con trigo y yogurt) y Domates (sopa de tomates). Estambul
conserva todavía el sabor de la auténtica agricultura, y se dice que allí, los
tomates saben a tomates y los pimientos a pimientos, es por ello, que muchos de
sus platos van acompañados de verduras o ensaladas. Las más comunes son Patlican salatasi, que es un puré
de berenjenas asadas con yogurt, aceite de oliva, ajo, limón y aceitunas
negras, Havuç salatasi es otro
puré, hecho esta vez con zanahorias cocidas con yogurt, aceite de oliva y ajo.
La palabra dolma, que significa en turco "lo que se rellena", da
lugar a muchos platos tradicionales en Estambul. Se puede consumir tanto frío
(como un entrante) o caliente (como plato principal). Se puede rellenar con
carne y, en este caso, se come caliente acompañados de una salsa elaborada con
yogurt y ajo. Otra modalidad es hacer el relleno con arroz, en cuyo caso recibe
el nombre de "Yaprak sarma"
(dolma con aceite de oliva) y son hojas grandes de vid que se cocinan en aceite
de oliva, se come frío. Otras recetas con verduras son Muteyna, que consiste en pepinos con yogur, menta y algo de carne,
Alanazik, que son berenjenas hechas puré aliñadas con aceite de oliva y ajo, Kabak kizartmasi, calabacines
rebozados con salsa de yogurt y Bakla, guisantes
hervidos servidos con yogurt.
La carne más consumida
en Estambul, es la de cordero, a causa de la tradición pastoril
que ha habido desde siempre en Turquía, aunque la comida que más se ha
extendido internacionalmente es el famoso Döner Kebap. Döner
en turco significa algo que gira, y
kebap quiere decir carne asada. Normalmente es carne de cordero o
ternera, aunque últimamente también se hace con pollo. Se come solo o con arroz
de guarnición y lleva una salsa especial de yogur que le da un exquisito sabor.
Otros sabrosos platos de carne son los Yogurtly
kebap, pinchitos de carne que se sirven con tomate y yogur o el
delicioso Kuzu dügün kizartmasi,
que es cordero cocinado con canela, cebolla y yogurt. Otra de las cosas que se
cocinan mucho en Estambul son los hojaldres. Tenemos por ejemplo el Tepsi böregi, que va relleno de
verduras y carne picada.
Aunque Estambul es más
conocida por sus “carnes que giran” o Donner Kebap, los pescados también se
encuentran muy presentes entre los platos típicos de la gastronomía turca. Durante
nuestra visita no debemos marcharnos sin probar los bocadillos de sardinas que
se preparan al lado del puente de Gálata. Los marineros preparan estas
exquisiteces directamente sobre los botes, y nos los sirven recién cocinados.
Otra zona típica en la que degustar los pescados de la zona es en el barrio marinero de Kumkapi, donde se
encuentran muy buenos restaurantes de
pescado fresco.
Como postre, las frutas de Turquía son
deliciosas, y en Estambul se encuentran melocotones de Bursa, manzanas de
Amasya, peras de Ankara, higos y pasas de Izmir, mandarinas y naranjas de
Antalya o los melones dulces y jugosos de Anatolia. Otros postres que se toman
mucho en Estambul son Baklava, que
es hojaldre con pistachos y almíbar, Tulumba, una especie de churros, Muhallebi, un pudín delicioso, Sütlac, el clásico arroz con leche, Komposto, una compota realizada con las suculentas frutas turcas, Dondurma, son helados, Burma y Revani,
pasteles de canela y de sémola respectivamente, Ekmek kadayifi, cuyo equivalente español serían las
torrijas y las conocidas mundialmente como Delicias turcas, cuyo nombre es Lokum.
VISITANDO LAS MEZQUITAS
Si durante nuestro
recorrido tenemos planeado visitar alguna de las mezquitas que se encuentran
distribuidas por la ciudad, es importante conocer una serie de tradiciones
musulmanas para el acceso al interior de estos edificios.
En primer lugar hemos de saber que hay que descalzarse para entrar a la
mezquita, siendo muy tradicional lavarse los pies en las fuentes que se sitúan
a la entrada. Las rodillas y hombros deben ir cubiertos, por lo que prescindiremos de
pantalones excesivamente cortos, así como camisetas sin mangas.
En el caso de las mujeres, es importante destacar que ha de ir siempre
con la cabeza cubierta (aunque la tolerancia a las mujeres que llevan la cabeza
destapada ha aumentado conforme lo ha hecho el turismo), y que tienen un
espacio de rezo diferente al del hombre.
En la entrada de algunas
de las mezquitas las más visitadas os dejarán todo lo que necesitéis para
entrar, si bien es mejor ir preparados porque no todas cuentan con esta
ventaja.
BAÑOS TURCOS EN ESTAMBUL - HAMMAN
Los baños turcos son la versión otomana de las termas romanas. Son un lugar creado
para combinar la limpieza del cuerpo y la relajación, aunque también cumplen
una función social y cultural. Durante el siglo XVIII Estambul llegó a tener más de 150 baños, muchos de ellos
construidos por el arquitecto Sinán.
Etimológicamente, la
palabra Hammam (nombre en árabe) significa
"que expulsa calor". Actualmente y dependiendo del dialecto,
Hammam equivale a decir baño.
Un baño turco
tradicional es una variante más húmeda de la sauna y se divide en varias partes: Atrio, Frío, Templada y
Caldarium. El interior de los baños está decorado con mármol por ser un
material que conserva muy bien el calor. En la mayor parte de los
baños de Estambul, la entrada incluye
lavado exfoliante y distintos masajes. Hay que decir que los masajes
turcos son bastante fuertes y pueden recordar al masaje tailandés.
Como no podía ser de
otro modo, en Estambul hay cientos de
hamams. La gran mayoría son baños turcos tradicionales, aunque también
han ido apareciendo spas con un estilo más occidental.
CRUCERO POR EL BÓSFORO
El Bósforo es un estrecho que conecta el Mar Negro con
el Mar de Mármara separando Estambul en dos partes: la europea y la asiática.
La longitud total del estrecho es de 30 kilómetros y la garganta, tal como lo
denominan los turcos, tiene un ancho mínimo de 700 metros, lugar que hoy es
fácilmente identificable por el enorme puente
colgante Faith Sultan Mehmet (con más de 1.500 metros de longitud y una
altura máxima de 64 metros sobre el nivel del mar) y la imponente figura del Castillo de Rumeli, una fortaleza que
data del asedio que puso Constantinopla en manos turcas en 1453.
El Bósforo, hoy, es una avenida más de la ciudad. Una
arteria de comunicación que a diario cruzan más de dos millones de personas a
través del propio puente o por los coquetos transbordadores que unen los
distintos barrios de la metrópolis turca. Pero también es un atractivo más para los que planean
hacer un viaje a Estambul. Según
avanzamos hacia el Mar Negro, los 30 kilómetros del estrecho se convierten en
un verdadero espectáculo en el que se combinan fastuosos palacios (Yalis)
construidos por la elite otomana durante los siglos XVIII y XIX, jardines
exuberantes y pueblecitos encantadores donde se puede comer el mejor pescado a precios mucho más baratos que en la
ciudad.
Durante el recorrido disfrutaremos de la animada vida de Estambul
y comprobaremos como el ambiente de la ciudad no se reduce sólo al centro
histórico. Existen distintos tipos de cruceros, en función del tiempo y
distancia que deseamos invertir. Incluso los hay que nos permiten movernos
entre las distintas localidades a nuestro antojo, sin límite horario para
visitar cada uno de los lugares.
Durante la travesía, se puede disfrutar de interesantes vistas de hitos de la
importancia de los Palacios de
Dolmabahçe, Cyragan o Bylerbeyi, el Castillo de Rumeli Hisari, los espectaculares Yalis, (mansiones de madera de la
época otomana a orillas del Bósforo) o los dos enormes puentes que cruzan el estrecho. Incluso en alguna de ellas nos
darán un paseo junto a la torre Leandro, pudiendo admirar desde aquí las
espectaculares vistas del Serrallo, con el
Palacio Topkapi cono referente de esta ciudad tan moderna, y a la vez tan
histórica.
No podemos conocer
Estambul, sin antes conocer el punto de referencia de esta ciudad, el cuerno de
oro, un estuario prehistórico inundado con 7,5 kilómetros de largo y 750 metros
de ancho que desemboca en el Bósforo y divide en dos la parte europea de
Estambul. Está considerado como uno de los mejores puertos naturales del mundo
que ha servido de protección a todos los pueblos que vivieron en la actual
Estambul durante siglos; griegos, romanos bizantinos y otomanos.
Según la leyenda su
nombre se debe a la cantidad de objetos de valor que los bizantinos sumergieron
en sus aguas durante la conquista otomana. Hoy en día, sus costas están
repletas de hermosos tesoros que durante siglos se han ido levantando a lo
largo de esta orilla. Ya quisieran muchas ciudades del mundo, presumir en toda
su superficie, de las maravillas que se pueden visitar junto al cuerno de oro:
El complejo palaciego de Topkapi, Santa Sofía, Mezquita azul, Mezquita Imperial
de Solimán, Mercado Egipcio de las esencias, o el puente y Torre Gálata, son
algunos de estos ejemplos.
De los tres puentes que
existen en el cuerno de oro el más frecuentado es el de Gálata, ya que desde
ahí se contemplan unas hermosísimas vistas del casco antiguo de la ciudad.
Desde aquí se pueden tomar los barcos para disfrutar de las bellezas del
Bósforo y los dos mares que une.
En el extremo este del cuerno de oro se
encuentra la zona conocida popularmente como El Serrallo. Esta corrupción latina proviene del turco Saray, que se traduce literalmente como
residencia del señor, o palacio,
puesto que aquí se ubica el palacio de Topkapi, una de las visitas esenciales
de Estambul.
Este
inmenso complejo palaciego fue la residencia de los sultanes otomanos y sede de las principales
instituciones del gobierno hasta el
siglo XIX. Después de la conquista de la ciudad por parte de los turcos,
el nuevo sultán ocupó los palacios bizantinos (zona de la actual Mezquita
Azul), pero pronto optaron por utilizar la antigua acrópolis de los bizantinos
para levantar el ‘Palacio Nuevo’. Siglos después, Ahmet III amplió las
instalaciones y adornó la puerta de acceso con dos cañones. Desde entonces, el
palacio recibió el sobrenombre de ‘La puerta del cañón’ o Topkapi.
El Palacio Topkapi es el mejor reflejo de la época imperial en Estambul y simboliza el poder
que alcanzó Constantinopla como sede del Imperio Otomano. La construcción del Palacio Topkapi comenzó poco tiempo
después de que Mehmed II tomara Constantinopla. El palacio inicial fue inaugurado en 1465, y durante las décadas
siguientes fue ampliado por los diferentes gobernantes. Residencia oficial de los emperadores del Imperio Otomano, en 1856
el Sultán Abdulmecid decidió trasladar su residencia al Palacio Dolmabahce en la costa del Bosforo.
El acceso al complejo de
Topkapi se realiza desde la trasera de la Basílica de Santa Sofía. Junto a la Puerta de Augusto se alza la preciosa Fuente de Ahmet III. Esta puerta
monumental del siglo XV da paso al llamado Patio de los Jenízaros, lugar donde se ejecutaban las sentencias a
muerte de los grandes personajes del imperio. En este enorme espacio se encuentra
una de las escasas huellas bizantinas
de la Punta del Serrallo. La Iglesia de
Santa Irene, que se construyó al mismo tiempo que Santa Sofía. Tras la
conquista se convirtió en un arsenal a servicio del cuerpo de Jenízaros y hoy es un centro cultural.
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Patio del Diván |
En el extremo derecho
del Patio (muro este) de los Jenízaros se encuentran las antiguas cocinas y las viviendas de
los trabajadores del palacio. Este enorme edificio consta de una docena de
salas coronadas de cúpulas y chimeneas diseñadas por el arquitecto Sinán, que tuvo que remodelar el área
de servicio tras un incendio. Las antiguas despensas y obradores acogen hoy una
de las más importantes colecciones de porcelana china del mundo.

En el extremo derecho
(este) se encuentran la Escuela de
Pajes, donde los niños cristianos arrancados a la fuerza de sus familias
se preparaban para servir en palacio, que hoy guarda una bellísima
colección de vestidos de la época otomana. Junto a este edificio se
encuentra el Tesoro, con una
muestra de las impresionantes riquezas acumuladas
por los gobiernos turcos. Destacan algunos
de los objetos más valiosos del mundo, como el diamante del cucharero (un diamante de 88 quilates que perteneció
a Letizia Ramolino, madre de Napoleón) o la daga de topkapi (el arma más cara del mundo, construido en oro con
esmeraldas incrustadas).
Las construcciones más
interesantes del cuarto patio se
concentran en el extremo oeste. Los sultanes utilizaron este balcón
privilegiado sobre la desembocadura del Cuerno de Oro para crear varios
pabellones de recreo como el Kiosco de
Bagdad, o la piscina que el sultán ‘Ibrahim el loco’ mandó construir
para sus juegos eróticos y borracheras y la Sala de la Circuncisión, erigida en tiempos del propio Ibrahim
(1642) para celebrar la circuncisión de su hijo primogénito. Hacia la izquierda
se encuentran otros pabellones de arquitectura ‘europea’ construidos durante
los últimos años de uso palaciego de Topkapi.
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Harén del palacio Topkapi |
Merece la pena volver a
pagar para visitar el Harén del Palacio
de Topkapi. Esta extensa área del recinto, que ocupa gran parte del ala
este del edificio, era la residencia
privada del sultán, su familia y las más de 400 mujeres que formaban su
cortejo de concubinas, amantes y favoritas fielmente protegidas por los míticos
eunucos.
El acceso, desde el
Patio de los Jenízaros, está custodiado por las celdas donde residía el cuerpo
de eunucos negros. A partir de aquí se suceden las estancias, pasillos,
hamanes (baños), patios y grandes estancias en las que
el sultán hacía su vida privada. Hay que destacar habitaciones como ‘ La Cámara Imperial’, con su enorme
cúpula, ‘ Las Habitaciones de los
Príncipes’, con los mejores azulejos de Iznik de palacio, el comedor de Ahmed III, que recibe el
apetitoso nombre de ‘ Sala de las Frutas’
o el enorme ‘ Patio de las Favoritas’.
Museo Arqueológico
Muy cerca del Palacio de
Topkapi se encuentra el Museo
Arqueológico de Estambul. Este centro es una fiel muestra de la enorme riqueza
histórica de la propia ciudad y de los territorios que formaron parte del
Imperio Otomano. Aunque la recolección de tesoros se inició con la propia
construcción del imperio, la inclusión de los ilustrados otomanos en los
círculos científicos del XIX provocó la creación de un activo cuerpo de
arqueólogos que trajo hasta la ciudad tesoros
como las tumbas de Sidón
o la impresionante colección de piezas
troyanas.
En un principio, este museo se componía de una pequeña colección de
antigüedades, sin embargo, poco a poco, los esfuerzos públicos y privados
fueron consiguiendo ampliar la colección hasta constituirla en una de las más
importantes a nivel arqueológico de todo el viejo continente. De hecho, en la
actualidad es uno de los cinco mejores museos arqueológicos a nivel
internacional, dato que demuestra la gran importancia de esta institución.
El museo costa de dos
partes; el primer edificio alberga las colecciones del Antiguo Oriente con
piezas mesopotámicas, egipcias, árabes palestinas y de la propia Península Anatólica. Destacan, por ejemplo, los relieves de la
avenida de entrada de Babilonia (s. VI AC); la lápida de Kadesh (s. XIII AC),
que celebra el tratado de amistad entre los hititas y los egipcios; el obelisco
asirio de Adad Nirari (s. VIII AC) o una colección de cerámica de los siglos
XII al XVIII.
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Tumba de Alejandro Magno |
Santa Sofía
La Basílica de Santa Sofía es el icono más reconocible de
la ciudad. Ayasofya, como la llaman los turcos, fue construida durante el
mandato de Justiniano entre los años 532 y 537 y es una de las obras maestras del arte bizantino. En 1453 tras ser la
ciudad tomada por el Imperio Otomano,
fue convertida en mezquita, dotando a la iglesia de cuatro minaretes,
una escuela teológica y un comedor público. Desde 1935, Atatürk transformó el
templo en un museo, utilidad que
conserva actualmente.
La primera impresión que
se tiene al plantar los pies frente a la Basílica es la de un edificio pesado. Los arquitectos que
construyeron el templo tuvieron que ingeniar un sistema de grandes
contrafuertes y muros para soportar el peso de la cúpula. Los minaretes ayudan
a solventar esta impresión de masa compacta que desaparece cuando se accede al
templo. El interior de Santa Sofía
está dominado por la enorme cúpula de
31 metros de diámetro y de 55 metros de altura en su punto máximo. Esta
enorme semiesfera, única por sus
dimensiones hasta el siglo XV, se une a los paramentos verticales del
edificio mediante cuerpos triangulares llamados pechinas (las más antiguas del
mundo). El espacio queda dividido por un total de 107 columnas, y se completa con dos pequeñas naves laterales que
soportan las galerías superiores. La mayoría de los capiteles, que cuentan con
la intrincada decoración de inspiración vegetal bizantina, incluyen en su
iconografía las iniciales del emperador Justiniano y su mujer Teodora. A los
pies de la nave izquierda se encuentra la llamada Columna de San Gregorio, famosa por curar dolencias tan dispares
como la ceguera, la invalidez o la infertilidad. Para ello basta introducir un
dedo en un angosto agujero y esperar el milagro.
La reutilización de la
basílica como mezquita ha dejado rastros visibles tales como los preciosos pabellones de mármol utilizados por
los lectores del Corán o las enormes cisternas
de alabastro que servían para que los fieles pudieran cumplir con la
obligación ritual de las abluciones.
Estas grandes
cantimploras blancas fueron donadas por el sultán Murat III en el siglo XVI.
Pero la más notable es el mihrab (hueco destinado al
Corán orientado hacia La Meca) que se sitúa en el ábside del templo o el
precioso minbar desde el que se dirigía la
oración de los viernes. Esta zona del interior también cuenta con un soberbio mosaico que representa a la Virgen
María con el niño.
Varios sultanes
escogieron los jardines de la basílica
(convertida ya en mezquita) para erigir sus fastuosos mausoleos familiares. La entrada al camposanto real se
hace desde la calle que da acceso al palacio de Topkapi y es gratuita. Alguno
de los santuarios, que son un resumen perfecto de la evolución de la
arquitectura otomano son obra del genial Sinán, autor de alguna de las obras
maestras que se desparraman por las calles de Estambul. Hay que destacar los
‘türbe’ (mausoleos) de Mehmet III, Selim II y Murat III. Una curiosidad de este
espacio fue la reutilización del antiguo Baptisterio cristiano (aún más antiguo
que la propia Santa Sofía) como mausoleo de dos sultanes peculiares; Mustafa I
y el llamado Ibrahim el loco, famoso por sus borracheras y orgías.
Cisterna de Yerebatán
Junto al Parque de Sultanahmet, justo en frente
a Santa Sofía y junto a la impresionante
Mezquita Azul, encontramos un depósito
subterráneo de agua de más de 9.800 metros cuadrados formado por una espectacular columnata de 336 piezas de 9 metros de altura traídas de
antiguos templos paganos de los alrededores de la ciudad.
La cisterna de Yerebatan
(Yerebatan Sarnıcı, su nombre en turco), de 143x65 metros, fue construida por
el emperador Justiniano I en época Bizantina (año 532) para abastecer a la
ciudad en caso de asedio. Su
espectacularidad le ha hecho ganarse el nombre de “Palacio Sumergido”.
El paseo turístico se
hace por unas pasarelas que van por encima del agua, y que fueron colocadas a
finales del siglo XX, pues anteriormente este paseo se hacía en barca.
Entre las 336 columnas de la basílica
hay dos que tienen como base una cabeza
de Medusa, el ser mitológico que convertía en piedra a quien mirara. Hay diversas teorías
sobre que significan esas grandes cabezas en el interior de la cisterna, aunque
la teoría más aceptada es que se pusieron ahí por fines prácticos, para ser
usadas como base de las columnas.
La Mezquita Azul
Este enorme edificio es
la obra maestra del arquitecto Mehmet Aga (por orden del sultán Ahmed I), quien
dirigió personalmente las obras entre 1609 y 1616 en un solar que,
anteriormente, ocupaban el Hipódromo y alguna de las dependencias del palacio
de los emperadores bizantinos. Mehmet Pasa creó una obra maestra que, a punto
estuvo de provocarle un disgusto. En un alarde de autosuficiencia, el
arquitecto, proyectó un edificio con seis minaretes, lo que igualaba en torres
a la mismísima mezquita de la Kaaba, en La Meca. Los musulmanes más rigoristas
montaron en cólera y a punto estuvo de montarse un motín popular por lo que
entendían un insulto al templo matriz del Islam. La cosa se solucionó con el
compromiso del sultán de sufragar la construcción de un séptimo minarete en La
Meca, cuestión que serenó los ánimos.
El nombre de ‘Mezquita
Azul’ (oficialmente se llama en turco Sultanahmed Camii, o Mezquita del Sultán
Ahmed) le viene del dominio de este color entre las 21.043 piezas de azulejos
cerámicos (procedentes de Iznik) que cubren la mayor parte del interior del
edificio. Los juegos de luces y sombras, creados por las más de 250 ventanas,
crean una atmósfera mágica que incrementa el enorme valor arquitectónico y
artístico del edificio.
Aunque a simple vista
parece tener unas dimensiones similares a Santa Sofía, viendo las medidas reales vemos que es aproximadamente
la mitad. La cúpula central tiene 23
metros de diámetro y 43 metros de altura. Uno de los mayores logros de
Mehmet Aga fue aligerar la pesadez de esta enorme cúpula que corona la cúspide
del edificio. El arquitecto creó una ‘cascada’ de cuatro semi-cúpulas que
ayudan a sostener el edificio dando una sensación de ligereza que acentúan los
seis minaretes.

Nuestra visita no será completa si no vivimos desde dentro una ceremonia
religiosa musulmana. Ya que una vez dentro, y en función de los horarios de la
mezquita, podremos disfrutar con la homilía, que se realiza en turco, o con la
llamada a rezar que es en árabe, como manda la tradición religiosa. A los no musulmanes,
les sorprenderán las galerías superiores destinadas para las mujeres y los
templetes reservados a los lectores del Corán.
A espaldas de la gran
mezquita se encuentra el Bazar de Arasta
Carsisi. A diferencia del Gran bazar, aquí se pueden encontrar trabajos
finos de artesanía para bolsillos más desahogados sin los agobios del turismo
de masas.
Muy cerca de la zona del
Hipódromo se encuentra la mezquita de La
Pequeña Santa Sofía (acceso por Mehmet pasa Sokagi), una antigua iglesia bizantina del siglo VI
transformada en mezquita bajo el reinado del sultán Beyazit II. Este edificio,
fundado bajo la advocación de los mártires San Sergio y San Baco, es uno de los
mejores ejemplos de arquitectura bizantina de la ciudad. En el interior
destacan la curiosa disposición de la cúpula dividida en 16 secciones que
alternan superficies planas y cóncavas y la virtuosa decoración vegetal de las
columnas, que muestran el gran nivel de los canteros bizantinos. No hay que
perder la oportunidad de subir a la galería para ver de cerca la decoración de
los capiteles y los textos griegos del friso. En el exterior, destacan el
minarete y el cuidado cementerio que rodea la práctica totalidad del edificio.
Desde la Pequeña Santa
Sofía se puede acceder en pocos minutos a las murallas marítimas (Kennedy
Caddesi) y al paseo que, bordeando la Punta del Serrallo, permite recorrer el
exterior de todo el casco histórico. Si se encaminan los pasos hacia el Este,
se llega al barrio marinero de Kumkapi,
donde se encuentran muy buenos
restaurantes de pescado fresco. Desde el puerto de Kumkapi salen los barcos que comunican Estambul con las Islas de los Príncipes.
El Hipódromo
En época bizantina el
Hipódromo ocupaba el extremo noroeste del complejo palaciego de los
emperadores. La primera edificación se debió a Séptimo Severo (203), pero fue
Constantino el Grande el que lo amplió dotándolo de más de 40 filas de gradas.
En sus mejores tiempos, este espacio deportivo contaba con una longitud de más
de 480 metros y una anchura máxima de 120. Podía acoger a más de 100.000
espectadores. En el lugar que ahora ocupa la Mezquita Azul se situaba el palco
imperial que, a su vez, comunicaba de manera directa con palacio. En este lugar
se llevaron a cabo espectáculos hípicos hasta la toma de la ciudad por parte de
los otomanos: quedó destinado a parque de maniobras y desfiles militares.
Del antiguo Hipódromo
bizantino hoy apenas quedan algunos elementos de la antigua espina (muro
decorado que dividía la pista de carreras en dos). En el extremo sur se
encuentra la Columna de Constantino,
un obelisco de factura tosca que contrasta con el magnífico Obelisco de Tutmosis III. Esta pieza
de más de 40 metros de altura (el original medía unos 60), fue construido
durante el reinado del faraón egipcio (1549-1503 antes de Cristo) y se erigía
en la ciudad de Luxor. Se trasladó a Constantinopla por orden de Constantino el
Grande (Siglo IV), aunque su posición definitiva en la Espina del Hipódromo se debe
a Teodosio El Grande (en el año 390). Este magnífico obelisco, tallado de una
sola pieza, se erigió para conmemorar los éxitos militares de Tutmosis III.
Entre ambos monumentos
se encuentra la Columna Serpentina,
que en su origen decoraba el mismísimo templo
de Apolo en la ciudad de Delfos
en conmemoración de la victoria de las tropas atenienses sobre los persas en
Platea. En su origen, la columna estaba coronada por tres cabezas de serpiente
que sostenían un jarrón de oro. Hoy, una de estas cabezas se encuentra en el
Museo Arqueológico.
El último hito del
Hipódromo es la Fuente Alemana,
un templete de estilo otomano regalado por el gobierno del Kaiser Guillermo a
finales del siglo XIX (1895) al sultán Abdul Hamid II.
El Gran Bazar
Nuestra visita a la ciudad de Estambul no estará completa hasta que
visitemos El Gran Bazar, el mercado más grande y característico de la ciudad, y
también uno de los más antiguos del mundo. Se calcula que cerca de medio millón de personas acuden diariamente a este inmenso espacio de comercio.
Una de las primeras
decisiones de Mehmet el Conquistador tras tomar la ciudad fue dotar a la
capital de un mercado cubierto que abrió sus puertas en 1461, apenas ocho años
después de la entrada de los turcos a la ciudad.
En la actualidad, el Gran Bazar cuenta con más de 1.700 comercios, aunque a
mediados del siglo XIX se abrían cada día unas 4.000 tiendas. Las originales
callejuelas techadas se sustituyeron pronto por pasillos abovedados en los que
los arcos y las columnas acentúan el carácter oriental de un mercado en el que,
originalmente, las tiendas se organizaban por gremios, un extremo que hoy solo
respetan los joyeros, los vendedores de alfombras y los de artículos de cuero.
De resto un caos donde se alternan las tiendas de artículos de calidad con los
puestos de baratijas para los turistas. Las calles que flanquean el mercado viejo,
al norte y al sur, se concentran los comercios destinados a la venta de
alfombras.
Entre los datos más curiosos de este mercado cabe destacar que el nombre
de las calles viene determinado por el artículo que se vende en las tiendas de
esa calle.
Los interesados en comprar
artículos de cuero deben buscar en el extremo suroeste del laberinto (en torno
a las calles Sipahi y Fesiler). Muy cerca de esta zona, ya a cielo abierto, se
encuentra el coqueto zoco de los
libreros (data del siglo XVIII) donde se pueden encontrar libros y
curiosas reproducciones de miniaturas a muy buen precio.
El gran bazar pasó momentos difíciles ya que fue asolado en diversas
ocasiones por incendios e inundaciones, las cuales ha ido superando a la vez
que el propio mercado crecía. Además de los oficios de comprar y vender
productos de artesanía, alfombras, ropa o alfarería, también es un espacio
ideal para comer los platos más tradicionales de la gastronomía local.
A escasos metros del
Gran Bazar nos encontramos con la Plaza
Beyazit, un lugar repleto de cafés y terrazas donde se puede comer por
un precio más que razonable. En esta plaza, donde se suelen celebrar conciertos
los meses de verano, se encuentra la bonita Beyazit Camii. Alrededor de esta plaza se encuentran otros
edificios notables como la Universidad
de Estambul (tras la monumental puerta de estilo árabe) y el Museo de la Caligrafía Turca, que
ocupa el espacio de la antigua madrassa de la mezquita y que muestra una
interesante muestra del arte caligráfico turco así como piezas relacionadas con
esta actividad.
Mezquita Imperial de Solimán
A espaldas de la
Universidad de Estambul se encuentra uno de los complejos religiosos más
impresionante de la ciudad, La Mezquita
de Solimán (Suleymaniye para los turcos).
Para levantar este
complejo de edificios, el arquitecto Sinán invirtió siete años de trabajo (1550
– 1557) utilizando para ello el solar de un antiguo palacio bizantino, creando
uno de los edificios imperiales más fastuosos en honor de Solimán el Magnífico.
Su situación, en la cima
de una de las colinas de la ciudad, hace que el edificio y sus cuatro minaretes
se asomen de manera altiva al Cuerno de Oro y sea una de las referencias
visuales más importantes de esta parte de la capital desde el vecino barrio de
Gálata.
El patio de la mezquita de Solimán
alberga, entre otros, las tumbas de
Solimán y su mujer Roxelana,
que también tienen la firma de Sinán y cuentan con ricas decoraciones de
azulejos de Iznik. La propia mezquita es un fiel reflejo de la valía política
del personaje al que está dedicada. Un lujo que se pone de manifiesto en el
patio del templo, con galerías soportadas por columnas rescatadas de las ruinas
de los palacios bizantinos que se alzaban junto al Hipódromo, y puertas de
entrada a la gran sala de oraciones decoradas con ébano, marfil y madreperla.
El interior sigue los
esquemas propios de las edificaciones del mejor Sinán, con una gran cúpula de
53 metros de altura que se enmarca en un cuadrado, lo que simboliza la unión
del cielo y la tierra. Las ventanas inundan el interior de luz, que realzan la
belleza de los azulejos de Iznik que recubren el interior.
Muy cerca de la
mezquita, en la Mimar Sinan Caddesi, se encuentra una pequeña y modesta tumba
que alberga los restos mortales del arquitecto.
![]() |
Vista de la Mezquita Solimán, Bazar Egipcio y Cuerno de Oro |
Bajando en dirección al cuerno de oro, nos encontramos uno de los lugares
con más encanto de Estambul, el bazar de las especias, también conocido como "Bazar Egipcio" puesto que en sus orígenes la mayor parte de los productos provenían de la zona de Egipto.
Muchos de los visitantes sólo conocen El Gran Bazar, que con su mayor
tamaño y renombre internacional se lleva la mayor parte del turismo. Sin
embargo, el Bazar de las Especias es igual de aconsejable por ser una excursión
espectacular para el visitante.
El bazar de las especias es uno de los espacios comerciales más
antiguos de todo Estambul ya que su construcción comenzó en los albores del
siglo XVII con la finalidad de vender en la ciudad especias de toda Asia y
África. Fue un famoso mercado a nivel internacional pues en el se podían
adquirir a buen precio todo tipo de hierbas medicinales, hierbas aromáticas y
especias para la cocina. De hecho, se trasladaban miles de comerciantes de
todas partes de Asia y Europa a adquirir las materias primas que después
revenderían en diversas plazas comerciales. Pero además de especias, el Bazar, también acoge otra serie de puestos en los cuales podremos adquirir tanto bordados, como cerámica, alfarería tradicional, lámparas, alfombras y todo tipo de utensilios decorativos.
Como todo buen bazar, también dispone de una zona para comer, y aquí es en donde los sabores y olores más típicos de la ciudad se hacen con la atmósfera de la calle en una experiencia realmente incomparable.
Puente y Torre Gálata
El Puente Gálata (Galata
Köprüsü) es un puente basculante de 490
metros de longitud que se encuentra ubicado en el estuario conocido como
el Cuerno de Oro, uniendo el
viejo Estambul con la zona más moderna.
El primer puente sobre la desembocadura del Cuerno de Oro fue construido
en 1845.
Varios años después, en 1863, la llegada de Napoleón III provocó que fuera
sustituido por un puente de madera. Después de este se construyeron dos puentes más en 1875 y 1912, y en 1992 fue creado el puente que se puede ver
en la actualidad. En el
nivel inferior del Puente Gálata existen varios restaurantes y cafeterías en los que además de degustar los pescados más frescos y
otros platos típicos turcos, resulta agradable contemplar el ir y venir de los
transbordadores mientras los pacientes pescadores venden su captura a los
restaurantes.
Muy cerca, la Torre Gálata (Galata Kulesi) es una de las torres más antiguas del
mundo. Construida en madera en el año 528 para
servir como faro, en 1348 fue reconstruida por los genoveses con el
nombre de Torre de Cristo. La torre nos habla de un tiempo en el que los comerciantes genoveses y
venecianos se establecieron en la orilla este del Cuerno de Oro y abrieron sus
almacenes y oficinas para controlar los productos que circulaban por la Ruta de la Seda. Por sus propias características, la Torre de Gálata ha sido el lugar más indicado para controlar toda la zona en la que el Bósforo se une con el Mar de Mármara, no sólo durante la época genovesa, sino también durante la época del Imperio Otomano.
La Torre tiene unas impresionantes nueve plantas de altura, hecho que le
valió ser el edificio más alto de la ciudad durante varios siglos. Durante su
construcción se utilizaron técnicas arquitectónicas pioneras en la época, fruto
de este hecho, esta torre ha aguantado sin problemas una gran cantidad de
terremotos. El interior de la torre
no tiene mucho interés, pero la terraza superior ofrece una de las mejores
vistas de la ciudad. También se ha abierto una cafetería que permite tomar un
refresco.
En torno a la Torre de
Gálata se extiende una red de
callejuelas de trazado irregular en las que abundan los cafés, las tiendas de artesanía, restaurantes
de todo tipo y condición y galerías de
arte donde se puede conocer el trabajo de los artistas noveles turcos.
Para los amantes de la música
queda la Galip Dede Caddesi,
repleta de tiendas de instrumentos musicales. En la misma calle, pero bajando
hacia el Puente de Gálata, se encuentra la Eskenazi Sinagogu, uno de los numerosos templos hebreos de la
ciudad. La otra gran sinagoga de Beyoglú se encuentra en la cercana Buyuk Hende
Caddesi. La Neve Shalom Sinagogu
es la más importante de Estambul y escenario de las grandes celebraciones de la
numerosa comunidad judía estambulí.
Plaza Taksim
Considerada el corazón de la moderna Estambul, la
Plaza Taksim (Taksim Meydani) está situada en la parte europea de la ciudad, en un importante distrito
comercial, turístico y de ocio conocido por sus restaurantes, tiendas y hoteles.
Debido a la gran
relevancia de la plaza en la ciudad, es
el lugar favorito para la celebración de eventos públicos y celebraciones
sociales, aunque también es conocida como punto de partida de diferentes
manifestaciones políticas que en numerosas ocasiones terminaron de forma
violenta.
El nombre de la plaza,
Taksim, significa "distribución" en turco, y le fue dado debido a que
era el lugar en el que se centralizaba
la distribución de agua de la ciudad desde 1732. Hasta principios del
siglo XX el lugar componía el extremo norte de la ciudad pero con la ampliación
de ésta se convirtió en el corazón del nuevo Estambul.
De esta plaza surge una de las principales arterias comerciales
de la ciudad, Istiklal Caddesi (Avenida de la Independencia), una
agradable calle peatonal que se puede recorrer utilizando el tranvía nostálgico, que llega hasta la
estación del Funicular de Tünel.
Más allá de la Plaza de
Taksim se extiende el barrio de
Besitkas, una de las zonas pujantes de la ciudad donde se encuentran las
boutiques más exclusivas, las tiendas de las grandes marcas y los mejores
hoteles, clubes y restaurantes de la ciudad. La apariencia de esta zona de
Estambul es totalmente europea y para el viajero hay pocos atractivos lejos de
la costa del Bósforo.
La mayoría de los
viajeros llegan hasta el barrio de Besitkas atraidos por el fastuoso Palacio de Dolmabahçe, a orillas del
Bósforo.
Construido entre los años 1843 y 1856 por orden
del Sultán Abdül Mecit I, en su construcción intervinieron cuatro arquitectos
del Departamento Real de Arquitectura del Imperio Otomano.
Con una fachada de más
de 600 metros y una superficie de 15.000
metros cuadrados, el Palacio Dolmabahçe es el edificio más grande del país. Su estilo es una combinación de los
estilos occidentales barroco, rococó y neoclásico mezclados con el estilo
tradicional otomano.
Construido con mármol
blanco, en su interior posee 285
habitaciones, 43 salas, 68 lavabos y 6 baños turcos. La visita a este
palacio tiene cuatro partes:
Selamlik, Harén, Museo del Reloj y Pabellón de Cristal.
Selamlik alberga las dependencias administrativas y los salones
oficiales, siendo la parte más llamativa de todo el palacio, y destacando el enorme salón del trono, que
cuenta con una espectacular lámpara de araña regalada por la reina Victoria de
Inglaterra que pesa más de cuatro toneladas. La escalera de acceso a esta parte
del edificio se construyó utilizando lujoso cristal de Baccarat.
El Harén comprende las dependencias privadas del Sultán y su familia.
Esta parte del palacio es menos interesante que la anterior y la visita dura
menos tiempo.
En el recinto del área
palaciega se encuentra el Museo de Bellas Artes de Estambul. Todos los relojes
del palacio están parados a las 9.05 horas en recuerdo de Mustafá Kemal
(Ataturk), que residió en el palacio entre 1927 y el 10 de noviembre de 1938,
fecha en la que murió, precisamente, a las 9 y cinco de la mañana.
Al sur del área
palaciega se encuentra la mezquita Domalbahçe
Camii, que en el siglo XIX formaba parte de la residencia del sultán. El
edificio también es obra de Nikogos Balyan y se proyectó siguiendo el mismo
estilo ecléptico del resto del conjunto, una mezcla de barroco y neoclásico que
recibe el nombre de Renacimiento Otomano. De esta modesta mezquita hay que
destacar su decoración realizada con pinturas murales que imitan diferentes
elementos arquitectónicos (trampantojo).
Ortaköi
Ortaköi es uno de los barrios más carismáticos de Estambul. Situado en el extremo
oriental de la orilla europea de la ciudad es una de las puertas de entrada al
Alto Bósforo y también tiene fama de ser uno de los reductos de la
intelectualidad bohemia estambulí. A espaldas de la Iskele Meydani (Plaza de
Meydani), rematada por la magnífica y barroca Mezquita de Büyuk Mecidiye, se extiende un pequeño barrio de
calles estrechas y empedradas formado por manzanas de casas de, generalmente,
dos o tres plantas pintadas de alegres colores. Este lugar rebosa de vida y
cuenta con una buena nómina de cafés y restaurantes. Cualquier día es bueno
pasa acercarse a Ortaköi, pero cada
domingo se celebra un concurrido mercadillo callejero en el que abundan
los puestos de libros de segunda mano, las joyas y las más variopintas
antigüedades.

La orilla asiática
La antigua población de Üsküdar es hoy
una parte más de la ciudad de Estambul. Una amalgama de realidades que incluyen los barrios más tradicionales
como el propio Üsküdar y Kadikoy o los exclusivos Fenerbahçe, Caddebostan y
Bostanci, dónde se alternan las grandes avenidas, los edificios de primera
gama, las boutiques de las primeras marcas y los locales de moda. La mejor
manera de acceder a esta parte de la ciudad es a través de los ferries de los
muelles de Eminonu y Kabatas.
Volviendo a la costa hay
que detenerse en otro de esos símbolos inequívocos de Estambul. Un paseo por la
avenida Harem Üsküdar Sahil Yolu (junto a la orilla del Bósforo), permite
acercarse a la Kiz Kulesi (torre
pequeña), un pequeño baluarte construido en el siglo XVIII a escasa distancia de
la costa sobre los cimientos de una torre anterior de época bizantina (siglo
XII). Esta curiosa construcción erigida en una pequeña isla artificial recibe
el nombre popular de ‘Torre de Leandro’
y hoy alberga un restaurante café al que se accede en barca. Esta pequeña
edificación es origen de varias leyendas. La primera, que hace referencia a su
nombre, sitúa aquí el lugar donde Leandro cruzaba cada noche el estrecho del
Bósforo para ver a su amada Hero.
Otra de las historias
tiene como protagonista a la hija de un sultán, a la que una profecía había
advertido de que moriría por la mordedura de una serpiente. Su padre la recluyó
en la torre para evitar este extremo, pero una serpiente llegó a la isla en una
cesta de fruta y cumplió el destino de la desafortunada joven.
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