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GIRONA - LA CIUDAD DE LOS CUATRO RÍOS

  Situada al noreste de la región de Cataluña, la provincia de Girona cuenta con una población aproximada de 500,000 habitantes, y es una de las provincias más diversas de España. Posee hermosas playas en la conocida Costa Brava. Tiene una vasta llanura fértil que es ideal para el turismo rural, con multitud de lugares para caminar, andar en bicicleta o incluso acampar. Muy cerca también encontramos Los Pirineos, donde podremos practicar esquí y snowboard, alicientes todos ellos que nos invitan a visitarla.

  La provincia está dividida en varias regiones de la siguiente manera: El Alt Empordá, Baix Empordá, y La Selva que se sitúan en la costa mediterránea y conforman la Costa Brava; Gironés, Pla de I'Estany y La Garrotxa en la zona centro, y finalmente Ripollés y Cerdanya en la zona más septentrional limitando con Francia y el Parque Regional de  los Pirineos Catalanes.

  Esta provincia se caracteriza por poseer los tres museos más representativos de la obra del pintor surrealista Salvador Dalí: la Casa-Museo de Portlligat, el Castillo de Púbol y el Teatro-Museo Dalí de Figueres. 


  La ciudad de Girona, una de las joyas medievales mejor conservadas de Europa, cuenta con una completa oferta monumental y cultural que la convierten en un destino ideal para el viajero de fin de semana.
Provincia y comarcas de Girona
GASTRONOMÍA


Sopa de Farigolas
  Girona debe a su emplazamiento, sin lugar a dudas, la riqueza de su recetario gastronómico. Las distintas culturas que pasaron por esta ciudad y por la provincia también aportaron todo su saber y su tradición, hasta lograr una gastronomía variada, deliciosa y llena de contrastes. Precisamente la denominación de mar i muntanya (mar y montaña) que engloba a muchas de sus recetas no es más que la acertada combinación de ingredientes de primera calidad, cultivados o capturados en la costa y el interior. De la huerta gerundense se obtienen excelentes patatas que son un ingrediente fundamental para la elaboración de platos sencillos como el trinchat amb rosta (una especie de torta hecha con patata y berza, y acompañada de beicon frito). Además, las verduras intervienen en la elaboración de sopas como la sopa de farigolas, o de las clásicas escudellas (cocido típico catalán). Los nabos negros de Talltendre son también toda una institución, y sobre todo existe una intensa cultura micológica que apuesta por el uso de gran variedad de setas silvestres en los platos: boletus, níscalos (o rovellons, en catalán), rebozuelos... Y por supuesto, si de monte y campo hablamos, no hay que olvidarse de los emblemáticos caracoles, toda una pasión para muchos catalanes.

  Entre las carnes destacan los productos derivados del cerdo, siendo la matanza toda una celebración tradicional. Desde las butifarras hasta el excelente salchichón de Vich, pasando por las variedades de fuet, el bisbe (una especie de morcilla) o el bull (parecido al morcón), los embutidos de la región se han ganado a pulso su calificativo de excelentes. También son habituales las carnes de ternera y buey en la preparación de guisos, pucheros y estofados, así como las populares costelladas de cordero. Por otra parte, las Costa Brava es rica en pescados y mariscos frescos de gran calidad. Al igual que en el resto de Cataluña, Girona tiene una gran tradición en la cocina del bacalao; otras especies, como los pescados de roca (y muy especialmente los finísimos salmonetes de la costa), son también muy apreciadas. Además, también hay sabrosas sopas de pescado (suquets) y de nuevo, buenas muestras de la cocina de mar i muntanya, como por ejemplo, la langosta con pollo.


  La repostería de Girona ofrece a los golosos distintas especialidades, dependiendo de la región donde se elaboren. Los picaculs son característicos de la comarca de la Baja Cerdaña, mientras que los carquinyols se hacen en Olot. Las tejas de Santa Coloma de Farnés son también merecidamente famosas, al igual que los xuxos, delicados pasteles de crema que han extendido su presencia al resto de nuestra geografía. Por otra parte, la elaboración de la crema catalana es algo extendido por toda la comunidad, siendo este delicioso postre (una especie de natilla semilíquida con costra de azúcar quemado) una enseña de identidad en la repostería de la región.


  Girona cuenta con una excelente gastronomía, no sólo de cocina catalana, como demuestra el prestigio de varios de sus restaurantes entre los que cabe destacar El Celler de Can Roca, considerado el mejor del mundo por la prestigiosa revista Restaurant Magazine. Galardonado con 3 Estrellas Michelin ofrece una cocina de autor de la mano de los hermanos Roca: Joan, Jordi y Josep. Cocina de vanguardia con raíces y espiritu de innovación. 

VISITAS DE INTERÉS

  Enclavada en el valle del Ter, en la confluencia de los ríos Ter, Güel, Galligants y Oñar, encontramos a la ciudad de Girona, una de las más interesantes de Cataluña, que nos muestra un casco histórico dominado por construcciones medievales con reminiscencias romanas, árabes y hebreas, pudiendo recorrer más de dos mil años de historia a partir de dos recintos fortificados: la Força Vella y el ensanche medieval.


  De entre los coquetos puentes que cruzan el Río Onyar, que divide la ciudad medieval de la ciudad más moderna, destacan el Puente de Piedra (1856) y el Puente de Hierro (1877). Este último, de color rojo brillante, compone un toque parisino que desvela la influencia y cercanía geografía del país vecino, Francia. También es conocido como Puente Eiffel, ya que fue construido por la empresa de Gustave Eiffel. Desde cualquiera de los puentes se puede observar una estampa inigualable e icónica de la ciudad de Girona; las casas colgantes, la catedral de Santa María y la iglesia de San Félix. De entre los tejados apenas sobresalen la mole imponente de la catedral y la torre elegante y gótica de la Iglesia de Sant Félix. Pero hay que cruzar los puentes y aventurarse más allá del Carrer de l’Argentería (platería) para descubrir la Girona encantada.

La Força Vella


  En el siglo I a.C., los romanos levantaron una poderosa fortaleza que trazaba un perímetro casi triangular; una especie de acrópolis muy bien protegida por muros construidos a base de grandes sillares de piedra. Fue el primer recinto de la ciudad, inalterado hasta el año 1000 y perceptible aún hoy en algunos paramentos de las murallas, algunos de ellos visitables desde los que podremos obtener una magnífica panorámica de la ciudad en la que ningún elemento queda inadvertido.

  El casco antiguo de Girona era el corazón de la Gerunda romana, lugar estratégico escogido por los romanos desde el que podían controlar las comunicaciones norte-sur, entre Hispania y la Galia. 


  Ocupando el lugar más elevado de la Força Vella se alza la Catedral de Santa María, construida entre los siglos XI y XVIII en tres estilos arquitectónicos sucesivos: románico, gótico y barroco. El claustro y la torre de Carlomagno son románicos, la única y gran nave, de los siglos XV-XVI, es el espacio gótico abovedado más ancho del mundo (23 metros) y la fachada y la escalinata de tres tramos de acceso son barrocas. En el Museo de la Catedral, instalado en la sala capitular y en la sacristía, podrás admirar valiosas obras como el Tapiz de la Creación, pieza única y excepcional del románico; la Arqueta árabe cordobesa, del siglo X; así como el Beato de Gerona, uno de los tres beatos que se conservan del siglo X, copia de los Comentarios al Apocalipsis de Beato de Liébana. Al lado de la escalinata de entrada a la catedral se encuentra la Pia Alomoina, una antigua institución benéfica de estilo gótico.
Catedral de Girona
  En el interior de la Força Vella también cabe destacar otro de los grandes atractivos turísticos de Girona, el Call o barrio judío. Sus estrechas y laberínticas calles medievales permiten que el visitante se sumerja en la antigua forma de vida de la comunidad judía gerundense. Así pues, está considerado como uno de los núcleos medievales mejor conservados de Europa.

  La presencia de la comunidad judía en la ciudad de Girona está documentada desde el año 888 de nuestra era. Los judíos contaban con espacios propios y una especie de gobierno autónomo que sólo rendía cuentas al rey, quien los protegía a cambio de importantes tributos. Las relaciones con el resto de los vecinos del burgo no fueron siempre fáciles, con periodos de convivencia fraternal, coexistencia más o menos pacífica y momentos donde la violencia dejó un triste rastro de sangre. Por ello los judíos se recluyeron en barrios especiales, las juderías o Alfamas que, en estas tierras catalanas de la Corona de Aragón, recibieron el nombre de Call.



  Para empaparse del verdadero espíritu del Call hay que vagabundear escaleras arriba o abajo y pasar sin miedo bajo los arcos y rastrear la presencia de aquellos hombres y mujeres en las lápidas que adornan esquinas. La calle Força es el eje central de este barrio que contaba con sinagoga y centros de estudio cabalístico. La plaça del Oli y la plaça del Vi mantienen todo su sabor, y en ellas se abren alguna de las mejores joyas de arquitectura palaciega medieval, como la Fontana d’Or

Ensanche medieval


  Según iba aumentando la población, la ciudad medieval de Girona se fue configurando, poco a poco, entre los siglos XI y XV con nuevos barrios hacia el norte de la Força Vella  (Sant Feliu y San Pedro), al sur (el Areny y Vilanova) y al oeste (Mercadal). La ampliación de las murallas romanas en época medieval permite hoy día pasear por el antiguo camino de ronda y recorrer los tramos de muralla carolingia más extensos de Europa (s. IX). Las diversas torres que la jalonan son auténticos miradores privilegiados sobre la ciudad y sus alrededores.

  No lejos de aquí, un convento capuchino alberga los Baños Árabes, singular construcción erigida en el siglo XII siguiendo el ejemplo de los ‘hammanes’ andalusíes aunque con la particularidad de haber sido levantados en un puro estilo románico que los hace únicos en el mundo. Presentan sus elementos más destacables en la estancia de la entrada, la cual se halla cubierta con una bóveda anular y estaba destinada a vestidor y a sala de descanso. Además, es reseñable la cúpula sobre finas columnas y capiteles ornamentados que cubre con elegancia la piscina central. Adornando la pared del vestuario, una estrella de David nos indica la huella judía de estos baños que fueron utilizados hasta el siglo XV, sirviendo a partir de 1617 como despensa y cocina de un convento de monjas capuchinas.

San Pere de Galligants
  Bajando desde los Baños Arabes por una estrecha calle empedrada encontraremos la amplia Plaza des Jurats con la muralla del ensanche medieval a la derecha, un soportal con arcos a la izquierda y en frente el Monasterio de San Pedro de Galligans, antigua abadía benedictina que actualmente es sede del Museo de Arqueología de Cataluña en Girona, al que accedemos tras cruzar un bellísimo pequeño puente de piedra. La construcción del monasterio se inició en el siglo X fuera de las antiguas murallas de La Força Vella. En el exterior destaca el bello campanario de forma octogonal de dos pisos con ventanales arqueados y el rosetón de la fachada. La iglesia actual fue construida en 1130 y consta de tres naves con crucero y cuatro ábsides. El pequeño claustro es una bella muestra del románico catalán.

  Frente a la fachada del Monasterio de San Pedro de Galligans se encuentra la capilla de San Nicolás, contruida en el siglo XII de un románico tan simple que bien pasaría por templo bizantino. La capilla se levanta sobre un antiguo cementerio medieval. Originalmente fue una construcción de planta central, cuadrada, con cuatro ábsides semicirculares y cubierta con una cúpula octogonal. Posteriormente se suprimió el ábside occidental y se sustituyó por una nave cubierta con bóveda de cañón. El interior está desprovisto de ornamentación y se destina actualmente como sala para exposiciones. 

  Antes de abandonar la zona del ensanche conviene darse una vuelta por la gótica Basílica Sant Feliu, templo principal de la ciudad hasta la construcción de la catedral. En Sant Feliu sobresale su esbelto campanario (s. XIV-XVI). De aspecto acastillado, la cabecera románica se completó con las naves góticas y la fachada barroca (s. XIII-XVIII) a la que se accede por un gran escalinata. El interior conserva destacadas obras de arte, como los ocho sarcófagos paganos y paleocristianos (s. IV) y el Cristo yacente (s. XIV) del maestro Aloi.

  Muy cerquita de este lugar, concretamente en la Plaza Sant Feliu, deberemos pararnos para besar el ‘culo de la Leona’ (hoy la réplica de una antigua escultura medieval), una de las más graciosas costumbres del lugar. A una columna de piedra del siglo XII, de estilo románico y de 3´76 metros de altura, se aferra la escultura de una leona que mira hacia Sant Feliu. Cuenta la leyenda que este era uno de los puntos de acceso a la ciudad y que aquí  se encontraba el Hostal de La Leona que permaneció abierto hasta la Edad Media. Con los años se hizo costumbre el gesto de besar y tocar el culo de la Leona como una especie de bautismo simbólico para aquellas personas que entraban o dejaban Girona. El ritual se acompañaba con la frase: "No es un buen ciudadano de Girona quien no besa el culo de la Leona.", si bien para los turistas existe otra frase más característica: “Quién besa el culo de la leona, regresa a Gerona”.

  Antes de cruzar el río y encaminarnos hacia la Girona moderna, podemos subir hasta el campanario de Sant Feliu o acercarnos al Pont de Pedra sobre el Onyar, desde donde obtendremos vistas áreas del todo el caserío de la ciudad, y de las fachadas pintadas de ocres, añiles y calderos. 
El Puente de Piedra (Pont de Pedra o de Isabel II) data de 1856 y sustituyó al puente medieval de San Francisco, que tenía tres arcos góticos y torre defensiva. El actual fue construido con bloques de la típica piedra gerundense, con abundantes fósiles de nummulites, y se diseñó para circular personas y toda clase de carruajes.

Casas colgantes del río Oñar

 En contraste con la arquitectura medieval destacan los alrededores del río Oñar, donde se ubican numerosas casas pertenecientes al estilo novecentista. Este movimiento de comienzos del siglo XX se caracteriza por la búsqueda de un género urbanístico en el que se prima tanto la estética como la función social.

  Las casas colgantes de Girona se superponen unas sobre otras y ofrecen al visitante una atractiva visión basada en la belleza del desorden. Entre las múltiples fachadas se ubica la denominada Casa Masó, realizada por el novecentista Rafael Masó y en la que vivía el propio arquitecto. Es una de las obras más importantes de su arquitectura y la única abierta al público de las famosas casas del río. La casa tiene la fachada pintada de blanco con los ventanales en azul marino sobre los que descienden persianas marrones de madera. El interior posee una bella decoración y mobiliario modernista. Sólo se puede visitar en visitas guiadas para grupos reducidos de como máximo 8 personas y en horas predeterminadas.
Casas colgantes y casa Masó
  Paralela al río Oña discurre la Rambla de la Libertad con sus bellos soportales de arcadas desiguales que durante siglos ha sido el centro comercial y de ocio de la ciudad.


  Sin embargo, la existencia de la rambla con su aspecto actual data del finales del siglo XIX cuando el arquitecto Martí Sureda unificó diferentes calles y plazas para crear un paseo arbolado que se llamó Rambla de la Libertad, en honor al árbol de la libertad que se plantó en 1869, durante el sexenio democrático. No obstante, el paseo conserva una parte porticada medieval y algunos de los palacios de la misma época. También se encuentra la Casa Norat (1912) con una destacada fachada modernista


  Otro de los lugares más emblemáticos de la ciudad por su belleza, por encontrarse allí el Ayuntamiento y por ser escenario de diferentes celebraciones festivas es la Plaza del Vi, que se encuentra detrás del inicio de la Rambla de la Libertad a la altura del Puente de Piedra. Este espacio alargado y rectangular está delimitado por soportales a un lado, por el Palacio del General (edificio gótico-renacentista) a otro, y el Ayuntamiento y el Teatro Municipal


  En las arcadas ante el Ayuntamiento se encuentran los Cuatro Santos Mártires de Girona, empotrados en la casa Barceló, relieve de piedra del siglo XV con las cabezas de los santos Germán, Paulino, Justo y Scici, los que la tradición afirma que eran albañiles. Por la misma Plaza del Vi se accede a la fachada del Teatro Municipal de Girona. Su edificación se realizó entre 1857 y 1860  con diseño del mismo Martí Sureda. El teatro, con forma de herradura y con una gran caja escénica se construyó según los patrones de los teatros isabelinos de la época. Su interior es espectacular con una sala de espectáculos de cuatro pisos de palcos y un gran patio de butacas.

  Al otro lado del río encontramos los más bellos ejemplos del modernismo catalán firmados por Rafael Masó. Edificios destacados son la Fábrica Teixidor y la casa de la Punxa, entre otros. El Hospital de Santa Caterina, construcción de estilo barroco del siglo XVII, también se instala en esta área. Y, al otro lado del Paseig Devesa, se extiende uno de los lugares de recreo de los gerundenses, el Parc Devesa. Se trata de una exótica masa forestal compuesta, principalmente, por plataneros, que contrasta fuertemente con la arquitectura medieval de la ciudad. 

  El museo del cine es otra visita más que recomendable en una ciudad que posee el número más elevado de salas de cine por habitante de toda Europa. 
MUSEOS

  El Museu d'Història de la Ciutat de Girona cuenta con dos salas dedicadas a la época romana. En una de ellas se exhibe el mosaico del circo romano, procedente de una villa rustica en Can Pau Birol, fechado en el último tercio del siglo III d.C. - principios del siglo IV d.C. En la misma villa también se halló el mosaico de Belerofonte, hoy expuesto en el Museo Arqueológico de Barcelona. El museo también cuenta con la reproducción de uno de los Vasos de Vicarello, en el que aparecen reflejadas las mansio entre Gades (Cádiz) y Roma, halándose la de Gerunda localizada entre Aquis Voconia (Caldes de Malavella) y Cilnianam (Cervià de Ter).

  El Museu d'Arqueologia de Catalunya cuenta con una delegación en Girona, instalada en el monasterio benedictino de Sant Pere de Galligants. El museo cuenta con colecciones que van desde el Paleolítico hasta la Romanización, pasando por la revolución neolítica, la Edad de los Metales, o la cultura ibérica. En el espacio dedicado a esta última se exhiben objetos procedentes de los poblados de Ullastret, Mas Castellar de Pontós, Castell de la Fosca de Palamós, Sant Julià de Ramis y la Creueta. La época romana está magníficamente representada por grandes esculturas e inscripciones procedentes de Gerunda y Aquae Calidae, varios sepulcros, como el de las Estaciones de Empúries, y altares paleocristianos procedentes de Roses y Empúries

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