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LA PROVENZA Y COSTA AZUL

    Al sur de Francia, entre el mar y la montaña, se encuentra una tierra mediterránea llena de luz y color. La región reúne todos los ingredientes necesarios para satisfacer los gustos más variados: sitios naturales extraordinarios; animados centros turísticos; calas salvajes y playas ideales; adorables pueblos pintorescos; ciudades con rico patrimonio; colinas y montañas relajantes surcadas de senderos; bosques y pinares; campos de lavanda, flores y olivares; viñedos de renombre; especialidades de Niza y provenzales...

  El clima, la calidad de vida mediterránea y el cine clásico han tenido mucha culpa de que la Costa Azul se haya impregnado de cierta fama. Y es que ésta es otra Francia que poco o nada tiene que ver con demás regiones, excepto si hablamos de mantener el encanto intacto de sus ciudades y pueblos. La mágica luz de La Provence sigue inspirando a los viajeros tal cual lo hizo con esos pintores, ahora inmortales, que se enamoraron de la luz más pura y azul de toda Francia.

  La luminosidad que atrajo a Van Gogh, Chagall, Picasso, Renoir o Cezánne es la protagonista de la misma paleta con la que se elabora y disfruta un viaje provenzal en el cual también juegan los aromas. Es la lavanda, las mimosas y flores frescas las que expiran hacia el Mar Mediterráneo y visten los perfumes nacidos en la Riviera francesa que seducen a todo el mundo. Y así se dibujan en el mapa Cannes, Niza, Grasse, Antibes, Menton, Saint-Paul-de-Vence o la glamurosa Montecarlo que atrapó para siempre a Grace Kelly, la más hermosa de las musas que pudo dirigir en su vida el gran Alfred Hitchcock.
  Existe, por supuesto la Costa Azul de las apariencias, ese constante reto de grandiosidad y quilates, pero basta con que nos fijemos bien para darnos cuenta de que los pequeños detalles siguen midiendo la vida a cámara lenta de esa curva con la que el mar y el sol se columpian mutuamente. Una camiseta de rayas blancas y azules al final de la calle nos induce a pensar que Picasso aún no se ha marchado del todo, que juega a ser inmortal junto un loco que en vida sólo vendió un cuadro, Vincent Van Gogh. Esa es la esencia de La Provenza, esas son las ondas de las olas que aparcan yates y veleros en la bien llamada Costa Azul.

Gorges du Verdon
  Escapadas en la naturaleza, recorridos culturales, descanso, bienestar, sabores perfumados y soleados… Venga al encuentro de una tierra ideal para recargar las baterías durante todo el año. De las Calanques de Marsella al puerto de Saint-Tropez, pasando por la ensenada de Toulon, el Mediterráneo acompaña su estancia con sus olas azules. El Parque Nacional de Les Ecrins, el Parque Natural Regional del Queyras y el Macizo de Les Maures ofrecen unos caminos ideales para practicar el senderismo. Ponga rumbo a las Gargantas del Verdon o las aguas del Durance para unas sesiones de canoa, rafting y otros deportes de aguas vivas. En invierno, las estaciones de esquí de los Alpes de Alta Provenza y de los Altos Alpes, como Orcières, Serre-Chevalier, Sauze/Super Sauze, Le Dévoluy, La Grave y la Meije, entre otras, colmarán todos sus deseos de practicar los deportes de invierno, del snowboard al trineo, pasando por el esquí, el snowkite o las raquetas de nieve.

  Pero la Costa azul no sólo es un destino de aventura. Una gran historia salpica esta costa mediterránea siempre visitada por los grandes colonizadores, prueba de ello son la gran cantidad de edificaciones que todavía hoy perduran en el tiempo. A la sombra del Palacio de los Papas, descubra Aviñón. Por su parte, la Basílica de Notre-Dame-de-la Garde vela durante su visita a Marsella. Del Anfiteatro de Arles a la Ciudadela Vauban de Briançon pasando por el Castillo de Les Baux de Provenza, explore todas las épocas de la historia de la región Provenza-Alpes-Costa Azul. En el Museo Granet de Aix-en-Provenza tendrá como guías a Picasso, Matisse, Cézanne o Van Gogh y compartirá su fascinación por la luz y los paisajes de la región.

GASTRONOMÍA

  En cuanto a la gastronomía, el contraste resulta atractivo entre los platos robustos de las tierras de montaña (entre otros los gratenes dauphinois, ravioles, rissoles, Creuzets des Ecrins, etc.) y las especialidades ligeras y perfumadas de la cocina provenzal y mediterránea: ratatouille, alioli, pistou, bullabesa y bourride llevan el sol hasta los platos. Y los más golosos se deleitan con la miel, los calissons, mendiants y el dulce del membrillo. El aperitivo es uno de los rituales asociados con la Provenza. Pruebe el pastis (anisete) o uno de los vinos de la zona (Châteauneuf-du-Pape, Côtes-de-Provence, Rasteau, Bandol...) bien frescos.


VISITA POR LOS LUGARES DE INTERÉS

ORANGE

  Fundada por los legionarios romanos de la II legión Gallica alrededor del año 30 a.C, con el nombre de Arausio, su cercanía con Italia la hizo como a Nimes una ciudad casi totalmente romana ya desde muy pronto. La misma cercanía y apogeo que Roma proporcionaba fue motivo de razzias bárbaras y sarracenas en los siglos posteriores, acelerando la decadencia de la comarca.

  La ciudad romana de Orange cuenta con dos monumentos antiguos declarados patrimonio mundial de la UNESCO: el teatro antiguo y el arco de triunfo.

  El teatro romano de Orange es único en Europa, ya que sólo quedan tres intactos en el mundo que todavía conservan su muro principal, y los otros dos están en continente Africano, Siria y Túnez. 
Teatro de Orange
  Edificado en el siglo I d.C. posee todos los componentes del teatro latino, según Vitrubio, la cávea con los graderíos y el hemiciclo, los accesos laterales y el muro de la escena. Pensado para la aculturación de un público galorromano, desde la escena se transmitía la cultura la lengua y la propaganda romana. Un aforo de 9.000 espectadores podían contemplar los diversos espectáculos de teatro, danza, acrobacias, etc… 

  El muro de la escena estaba decorado originalmente con columnas y estatuas de los personajes importantes del Imperio, Emperadores y Dioses. Un incendio en el siglo IV hizo que el teatro perdiese su función artística y propagandística en plena decadencia imperial. Debido a la situación del teatro, al pie de la colina lo convirtió en un elemento defensivo de la ciudad. Con el paso del tiempo fue ocupada por casa, transformándose en un barrio entero, como ocurrió con el anfiteatro de Nimes, por ejemplo.


  La ciudad también es conocida por su festival de música lírica, las Chorégies de Orange, que tiene lugar en el teatro antiguo.

AVIGNON


  El corazón histórico de Avignon, ciudad de los papas entre 1309 y 1376, se encuentra incluido en el patrimonio mundial de la UNESCO. 

  El origen de la ciudad es el peñón Des Doms, sobre el que se asienta. Farallón defensivo y estratégico fue pronto fortificado. La ciudad llamada “villa del río” o “villa del viento violento”, cumple con ambos apodos. Plaza importante ya desde el siglo XII gracias al puente que permitía cruzar el Ródano. Pero será en el siglo XIV cuando la llegada de los Papas transforme a Aviñón en una segunda Roma. 

  Protegida por sus murallas, la ciudad vieja conserva maravillosos testimonios de su pasado. El palacio de los Papas es una etapa primordial de la visita. Construido entre 1334 y 1363 esta fortaleza fue la residencia de los papas en el siglo XIV. Es el palacio fortaleza gótico mas grande del mundo, encontrándose dividido en dos partes, el Palacio Viejo y el Palacio Nuevo.

 La visita demanda una mañana entera al menos. Posee unos 25 lugares para visitar: salones, capillas, claustros, las alcobas privadas de los papas, etc… destacando de la decoración frescos de gran calidad. 
Palacio de los Papas
  La plaza del Palacio está también rodeada de otros edificios prestigiosos como el Pequeño Palacio, antigua residencia de los arzobispos reconvertida en museo de pintura y escultura; el palacio de las Monedas, con su fachada barroca del siglo XVII ; o la catedral de Notre-Dame-des-Doms, edificada en el siglo XII.

  La roca de Doms, situada en el lugar de origen de la ciudad, es ahora un delicioso jardín colgante que ofrece una hermosa vista del Ródano, y sobre todo del puente Saint-Bénezet, más conocido por el nombre de puente de Aviñón.

  La plaza del Reloj, con sus plátanos y sus terrazas de cafés, es un lugar agradable y muy animado, sobre todo durante la época del festival de Aviñón. La pintoresca calle de los Tintoreros invita a pasear a lo largo del Sorgue y de sus bonitas ruedas de álabes.

  En el mes de julio se celebra el famoso festival de Aviñón, "In" y "Off", una de las grandes citas del espectáculo contemporáneo. El festival "In", que se desarrolla el patio de honor del palacio de los Papas, está dedicado a las representaciones teatrales, los conciertos o la danza. El festival "Off" ofrece un gran número de espectáculos por toda la ciudad.

L´ISLE-SUR-LA-SORGUE

  También llamada la Venecia del Condado, es una pequeña ciudad muy agradable. Un paseo a orillas del Sorgue resulta especialmente relajante y romántico. Las hermosas tiendas de antigüedades que bordean los canales y las bonitas ruedas de álabes del río proporcionan un encanto particular a la ciudad.

FONTAINE DE VAUCLUSE

  Construida sobre las ruinas de un antiguo asentamiento romano, en este pueblo y al pie de un elevado acantilado se encuentra el nacimiento del río Sorgue. El agua que aquí brota procede de una sima misteriosa, que en algunas épocas llega a tener un elevado caudal, convirtiendo sus aguas en vertiginosos rápidos.

  Durante la temporada baja su población es muy pequeña, pero en tiempo de vacaciones, sobretodo en verano, congrega numerosos viajeros dispuestos a disfrutar de su belleza. 

  Una visita a Fontaine-de-Vaucluse no puede concluir sin dar un paseo por las orillas del Sorgue.
GORDES

  Colgado de un promontorio, Gordes parece un típico pueblo de postal. Por algo este famoso pueblo provenzal figura entre los más bellos de Francia. El castillo, las callejuelas empedradas y la bonita y sombreada plaza esperan al visitante.
  Cerca de Gordes, en medio de los campos de lavanda, se alza la abadía de Notre-Dame de Sénanque. Edificada en el siglo XII, constituye un buen ejemplo de la arquitectura cisterciense primitiva. La iglesia abacial, el claustro, el dormitorio, la sala del capítulo y el calefactorio están abiertos al público. 
Abadía Notre Dame de Senanque

COLORADO DE RUSTREL

  Situado en la localidad de Rustrel, a 10 km de Apt (la ciudad cercana más importante), sus magníficos paisajes son el resultado de la erosión y de la existencia de antiguas canteras de ocre presentes en el lugar, presentando una sucesión de esculturas y acantilados de ocre con colores extraordinarios que van del amarillo pálido al rojo vivo. 

  El Colorado Provenzal se extiende a lo largo de 30 hectáreas, y se ha acondicionado un recorrido de 15 kilómetros (se puede hacer en 3-4 horas), con varios senderos gracias a los cuales podemos descubrir las esculturas y acantilados erosionados con más de 20 colores de ocr. Estos circuitos permiten contemplar, entre otras cosas, el Sahara, las chimeneas de hadas, los acantilados y el desierto blanco.

Plaza de la República
ARLÉS


  Situada en el corredor que une y unía la península itálica e ibérica, esta ubicación geográfica le dio gran importancia durante el Imperio Romano. Habitada por celtas y, probablemente antes por poblaciones prehistóricas, fue colonia griega antes de que César la convirtiese en ciudad romana. Serán los romanos quienes la engrandecerán y le otorgarán el prestigio del que aún hoy goza.

  Arles es una ciudad histórico-artística conocida por la riqueza de sus vestigios antiguos y romanos. La ciudad cuenta de hecho con varios monumentos inscritos en el patrimonio mundial de la UNESCO: el anfiteatro romano (las arenas); el teatro antiguo; los Alyscamps, avenida rodeada de sarcófagos; los criptopórticos, avenida de galerías subterráneas que sustenta el foro antiguo; las termas de Constantino; el portal y el claustro de Saint-Trophime. La iglesia de Saint-Trophime, de arquitectura románica, constituye una etapa importante en el camino de Santiago.


  El anfiteatro de Arlés es junto al de Nimes el mejor conservado de Francia y, como aquél, se utiliza para espectáculos diversos, incluso las corridas de toros. 
  Construido en la ladera norte de la colina de la Hauture hacia el 90 a.C., este anfiteatro podía acoger a unos 20.000 espectadores. Está tallado en la roca sobre la parte alta de la ciudad, aprovechando el desnivel. El Anfiteatro se apoya en una vasta plataforma de 136 metros de largo y 107 de ancho. Está formado por dos arcadas superpuestas y alcanza los 21 metros de altura.

  El teatro de Arlés fue construido durante el gobierno de Augusto al final del I siglo a. C. Como en todos los teatros en él se representaron durante el apogeo del Imperio las obras de los clásicos griegos revisitadas por los autores latinos. Progresivamente, con la decadencia pasaron a primar las obras más satíricas o sencillamente vulgares, donde la risa fácil se mezclaba con la obscenidad y la escatología. La cávea de 33 hileras de asientos podía acoger a 10.000 espectadores lo que muestra, junto al anfiteatro, la importancia de la ciudad.
  Arles tiene una gran variedad de museos como el Museo de Arles y de la Provenza antigua, el Museo Arlaten (arte tradicional y cultura provenzal), el Museo Réattu (arte contemporáneo) o el Museo de Camarga.

  La impronta de Van Gogh se ha fusionado con la de la ciudad. Nadie como él supo pintar la luminosidad del sur. Es precisamente la luz del Midi, del sur, la que atrajo un día de 1888, al pintor holandés en su búsqueda de luz exterior e interior para sus cuadros. Esa fecha marca el comienzo de una época frenética donde Van Gogh pintará más de 300 obras en sólo 15 meses. El periodo artesiano fue el más productivo de su vida como pintor aunque hoy, ninguna de sus telas se encuentre en la ciudad.


  Numerosos lugares de la ciudad, como la plaza del foro, los muelles del Ródano o las arenas, fueron inmortalizados en los lienzos que pintó Van Gogh durante su estancia en Arles. La ciudad cuenta con un circuito Van Gogh, con paneles que representan las obras del artista en los diferentes lugares en que se inspiró. También fue inmortalizado el espacio Van Gogh. Este antiguo hospital del siglo XVI se convirtió en centro cultural dedicado al pintor holandés. Con dos pisos y un amplio patio porticado, el interior del edificio está ocupado por un jardín francés con parterres repletos de flores. Las galerías porticadas blanqueadas con cal dan aún más brillo y vitalidad al edificio, situado en una zona comercial llena de tiendas. Fue a este hospital a donde trajeron a van Gogh cuando se mutiló una de sus orejas.

  Situada a las puertas de Camarga, la ciudad ha conservado tradiciones como la fiesta de los “Gardians”, la fiesta del Traje, las ferias de Pascua y del arroz o las corridas en las arenas. Arles es una de las capitales de la fotografía, y como tal organiza los Encuentros Internacionales de Fotografía, famoso acontecimiento que incluye exposiciones, veladas y coloquios dedicados a este arte.

PARQUE NATURAL REGIONAL DE CAMARGUE


  Situado a orillas del mar Mediterráneo, entre los dos brazos del río más grande de la Europa occidental, el Ródano, posee una amplia extensión de 86300 hectáreas situadas en las comunas de Arles y Saintes Maries de la Mer. Está dividida en tres zonas: las dunas y las lagunas, en el sur, las salinas en el oeste y el este, y los cultivos del norte del delta. Los paisajes son una maravillosa sucesión de arrozales, salinas, pantanos, estanques (de los cuales, el de Vaccarès es el mayor), marismas con cañas (cañaverales) con flamencos rosas, y landas con salicores por donde galopan los caballos blancos o pacen los rebaños de toros de Camarga. Además, Camarga alberga una fauna y una flora increíbles. Sus apacibles marismas y estanques atraen a infinidad de especies de pájaros. En el parque ornitológico es posible acercarse a los pájaros para observarlos e incluso fotografiarlos.

  Declarada reserva natural en 1975, constituye un auténtico paraíso para los animales, en particular para los pájaros: han sido contabilizadas más de 300 especies. La Camarga es uno de los principales espacios protegidos para los pájaros migratorios de Europa, como los flamencos rosas, símbolo de la Camargue. Por otra parte, numerosos ganaderos se dedican a la cría tradicional de toros y caballos.
AIX-EN-PROVENCE
Hotel de Ville - Ayuntamiento

  La ciudad de Aix-en-Provence es famosa por su calidad de vida y por el encanto de su ciudad vieja y de su famoso cours Mirabeau. Adornada con hermosos plátanos, la ciudad vieja invita a deambular y descubrir sus agradables placitas, sus numerosos palacios de los siglos XVII y XVIII, sus encantadoras fuentes, sus bonitas tiendas, las terrazas de sus animados cafés y sus mercados de flores, frutas y verduras, impregnados de los colores y los aromas de Provenza.

  En la ciudad vieja también se puede descubrir la catedral de Saint-Sauveur con su claustro de los siglos XII y XIII, el ayuntamiento, con su plaza y su torre del Reloj, la plaza de Albertas, tan romántica, y sus museos, como el Museo del Viejo Aix, el museo de Historia Natural o el taller de Paul Cézanne.


  Fundada en el 122 a.C con el nombre de Aquae Sextiae, desde la época romana, la ciudad es conocida por sus termas, y hoy en día ofrece curas de hidroterapia

  Aix-en-Provence también cuenta con un amplio abanico de acontecimientos como el festival Internacional de Arte Lírico (música barroca y óperas de Mozart), la fiesta del agua o de la Danza de Aix o el festival de danza contemporánea.

  Entre la localidad de Aix en Provence y Marsella se encuentra Ventabren. Aquí se construyó entre 1841 y 1847 el mayor acueducto en piedra del mundo, el Acueducto de Roquefavour. 


  La idea del acueducto la concibió por primera vez en 1565 Adam de Craponne, un ingeniero de Salón-de-Provence, aunque nunca se llegó a construir. Después de la sequía de 1834 y las epidemias de cólera posteriores, la idea resurgió, y Maximin-Dominique Consolat, alcalde de Marsella entre 1832 y 1843, se encargó de llevar a cabo la obra. Contrató como ingeniero a Jean François Mayor de Montricher para diseñarlo, tardando seis años en construirse con la ayuda de 5.000 trabajadores, entre ellos 300 canteros.


  Tiene unas dimensiones colosales, 83 metros de altura, 375 metros de largo, y unos cimientos de 9 a 10 metros de profundidad, sin duda una obra faraónica para los tiempos más avanzados.

MARSELLA

  Marsella es ciudad más antigua de Francia, ya que sus orígenes se remontan hacia el 600 a. C, en que navegantes griegos llegaron desde Focea en Asia menor. Los foceanos fundarán Massalia y su llegada supondrá un cambio capital para todas la poblaciones de la región. Los griegos traerán nuevos productos y técnicas y cambiarán la relación de poder de toda la costa e interior. 


  Después de que los romanos dejaron su huella, la ciudad siguió desarrollándose mediante una verdadera mezcolanza de culturas, alrededor del puerto Viejo, protegido por sus dos fuertes, Saint-Nicolas y Saint-Jean. 

  Marsella es en la actualidad una ciudad de contrastes, de riqueza y de decadencia, de mar y de montaña, de todo esto y mucho más. Segunda población de Francia con cerca de 800.000 habitantes (1.600.000 contando la gran Marsella), existen varias paradas indespensables; el puerto y sus aledaños, el mayor monumento sin duda; la parte alta, con un encanto decadente parecido al barrio lisboeta de Alfama; las playas y las islas, la de Montecristo con fortaleza y todo; las grandes avenidas decimonónicas que comienzan a reformarse y remodelarse, allí donde aparecen las tiendas de ropa y se expulsa a los inquilinos desafortunados para vender y venderse al mejor postor.

  El Puerto Viejo es el centro neurálgico de la ciudad, y constituye una etapa ineludible para impregnarse del ambiente del mercado de pescado y de sus animados muelles, sobre todo en las noches de partido de fútbol del equipo de la ciudad, el Olympique de Marsella. Aquí es el único lugar de Francia en donde el fútbol, como en España o América Latina, se vive como si se tratase de una religión. Y mientras vemos un partido de futbol en una terraza con vistas a la bocana del puerto, podemos regar nuestra visita con un pastis, anís típico francés.



Castillo Saint-Jean y Santa María la Mayor
  Siguiendo la orilla del puerto viejo, pasando el castillo de Saint-Jean llegamos a una explanada que se abre como se abre la bocana del puerto. Allí los marselleses se pasean, toman el sol, pescan sin mucho interés y los enamorados retozan en la hierba o se acaramelan en el pequeño malecón. Desde allí rodeada por carreteras y justo a los nuevos muelles donde llegan los ferrys de Córcega, Cerdeña, Argelia o el resto de Italia encontramos una de las grandes iglesias marsellesas, la catedral de Santa María la Mayor, edifico imponente y de estilo románico bizantino, construida principalmente en mármol de Carrara y piedra verde de Florencia.

  De arquitectura grandiosa, similar a la basílica de San Pedro de Roma, sustituye a otro edificio anterior. Fue construida entre 1853 y 1893 con un aspecto bastante particular para ser un edificio religioso, ya que mezcla varios estilos, con cúpulas y mosaicos pseudobizantinos y elementos románicos y góticos, pero con planta latina. 
  A pesar del esplendor de los materiales la iglesia parece en desuso, abandonada, como la mayoría de los edificios religiosos de Francia, ya que el propietario y quien debe ocuparse del mantenimiento, la Iglesia católica francesa, no dedica  los recursos económicos que este tipo de construcciones precisan.



  Al oeste de Marsella cerca del Castillo de Sant-Nicolas con una preciosa vista del viejo puerto en la zona llamada Teste de More se encuentra el Palacio del Faro. Fue construido bajo Napoleón III para la Esperadora Eugenia de Montijo por J.M Vaucher y M. Lefuel en 1855. El palacio que recuerda vagamente al Palacio de la Magdalena de Santander. Fue utilizado como facultad de medicina y después transformado en centro de congresos que pertenece a la ciudad.

  La avenida de la Canabière abre Marsella desde el viejo puerto, ascendiendo lentamente hacia las profundidades de la urbe foceana. Continuándola por los bulevares de la liberation y de Longchamp encontramos la zona comercial de la ciudad. Entre tiendas de las grandes cadenas mundiales y pequeños comercios nos mezclamos con los marsellés, tan diversos como animados. Al final del boulevard Longchamp se encuentra el Palacio del mismo nombre.

  El Palacio Longchamp es el monumento emblemático del barrio de Cinq Avenues. El arquitecto Espérandieu, personaje señero en la época expansión de Marsella se encargó de la construcción a partir de 1862. Palacio que recuerda, eso sí en un estilo más neoclásico, al Trocadero parisino. Abriga dos museos, el de bellas Artes y el de Historia Natural. En los jardines hubo, hasta 1987, un zoológico.

  La rue de la République, corta perpendicularmente la avenida de la Canabière. Abierta en 1860, en plena reforma arquitectónica del II Imperio intentaba regenerar la ciudad de la misma forma que Haussmann en París. La vía rectilínea fue copiada de las grandes avenidas parisinas, y unía el centro histórico con el nuevo puerto de la Joliette terminada en 1844 cuya actividad, en 1860 no cesaba de crecer. Así pues, se mezclaban los elementos meramente arquitectónicos con las ideas higienistas, y evidentemente con intereses inmobiliarios. Las obras comenzaron en 1862, con demoliciones y expulsiones de más de 16.000 personas. Algo más 150 años después en la misma calle, podemos observar los mismos comportamientos. Desde el viejo puerto las tiendas de lujo y de consumo de masas se van extendiendo por la avenida, expulsando de los bellos y abandonados edificios burgueses a los emigrantes que los ocuparon para mejorar la calidad del barrio pero también para hacerlo artificial y nada popular.

  La colina de la Garde es el punto culminante de la ciudad con sus 154 metros de altura. Desde allí se podrá disfrutar de las mejores vistas de la ciudad y sus alrededores. El monte fue utilizado desde la época prehistórica como puesto de vigilancia. Francisco I, en su afán defensivo, construyó un fuerte para protegerse de una posible invasión de Carlos V.

  Ese fuerte sirve hoy de basamento para la basílica construida a partir de 1853 por el arquitecto Espérandieu. El socialismo y las recurrentes revoluciones francesas habían dado lugar, ya antes de la Comuna de 1871, a una intensa propaganda religiosa para someter a la población cada vez más descreída y revoltosa. Esta basílica precederá a las abundantes representaciones del Sagrado Corazón de Jesús que surgirán en el último tercio del siglo. La iglesia es una de los edificios con los que Napoleón III se significará en Marsella.

  Su estilo es románico bizantino con numerosas cúpulas y mosaicos, y la policromía generalizada en dorados. Como muchos edificios de tipo semejante, se compone de dos partes. Una cripta abovedada y una iglesia alta, santuario consagrado a la Virgen Maria. Sobre el campanario, una estatua monumental, también de la Virgen, en bronce recubierto de oro del escultor Lequesne, que data de 1870.


  Para llegar a la cima, una buena media hora desde el puerto será necesario. Calzado cómodo y ritmo adecuado a cada individuo. Un poco de ejercicio que será recompensado con vistas increíbles.


  Unas de las principales vistas que desde este punto podremos admirar serán las islas de Frioul y isla de If con su imponente castillo lleno de historia.
  La isla de If cobrará interés gracias a Francisco I, quien se preocupó bastante de la defensa de la ciudad, y ordenó la construcción de una fortaleza la isla. Muy pronto esta fortaleza pasará a ser prisión, y esta prisión pasará a ser una de las más conocidas, al albergar entre sus principales "huéspedes" al famoso Conde de Montecristo.


  La isla es una roca calcárea de 3 ha de superficie en la que destacan las fortificaciones del siglo XVI, una muralla con bastiones y en el centro otra muralla con tres torres cilíndricas. En la planta baja todavía se pueden visitar las legendarias mazmorras donde pasó años enteros Edmond Dantès, incluso puede verse el agujero cavado por el héroe de Dumas. Poco importa que la ficción superase la realidad y que el famoso Conde de Montecristo jamás estuviese allí. Hoy la isla y su fortaleza se han convertido en uno de los atractivos turísticos más importantes de Marsella.


  Los que sí visitaron las celdas húmedas fueron los protestantes perseguidos en las guerras de religión y después de la revocación del Edicto de Nantes, unos 3.500 entre los años 1545 y 1750. Contrariamente a lo que se afirma, la Máscara de Hierro no fue huésped de este castillo, ni tampoco el marques de Sade. Sí lo fueron, en cambio el Marqués de la Valette o Mirabeau y el más célebre, el abad  José Custodio Faria a quien Alejandro Dumas hará inmortal utilizándolo para crear al Conde de Montecristo. Más tarde los presos políticos de la Revolución de 1848, ocuparán las celdas y después los communards de 1871. En 1890 el último preso saldrá de la prisión y la isla será abierta al público. Hoy un servicio de pequeños ferries une el puerto con la isla todos los días.


A pesar de la fantasía, o quizá precisamente por ella, cuando paseamos entre las piedras antiguas de If, podemos rápidamente meternos en la piel del Conde. Él nunca estuvo aquí, pero el horror de los que sí estuvieron y soñaron como él con la libertad, aun sin conseguirla, crepita levemente bajo las mismas piedras, sobre todo cuando el sol se escapa hacia el oeste y la noche lo cubre todo.

LES CALANQUES


  Al sur de la ciudad de Marsella, una vez sobrepasado el Puerto de la Pointe Rouge, se extiende durante una veintena de kilómetros un paisaje maravilloso que el visitante de la ciudad Foceana no debería perderse, Les Calanques. 

  Entre Marseille y Cassis, el macizo de Les Calanques presenta una sucesión de acantilados calcáreos blancos que se precipitan en las aguas turquesas del mar. Hay pequeñas calas verdaderamente atractivas para el baño como palanque de de En-Vau, Morgiou, Sugiton o Sormiou que son famosas por su belleza, y merece la pena descubrirlas. Algunas de ellas son de tan difícil acceso que la mejor manera de admirarlas es montarse en un barco. Para los más deportistas, el macizo de Calanques y su bosque ofrecen bonitos senderos pedestres que conducen a las calanques.
Calanque D´en Vau

  Las Calanques son una especie de rías o fiordos pequeños, en las que el mar ha creado estas hendiduras en el macizo granítico y calcáreo aprovechándose de las fallas y las grietas de la roca. Teniendo en cuenta que la zona está sometida a un rudo clima mediterráneo en donde se acumulan los días secos y caluros, interrumpidos sólo por lluvias torrenciales en otoño y primavera, la erosión ha tallado con dureza el paisaje, árido y pedregoso, duro pero inmensamente bello. 
Calanque Morgiou
  El mar con sus azules tan vivos y el cielo la mayor parte del año disponible, aumentan el placer de practicar trekking o de pasear simplemente un domingo plácido. La belleza del lugar y la dificultad de las paredes sirven para atraer a escaladores de toda Francia.


  Hay varios detalles a tener presentes a la hora de visitar les Calanques. Dada la fragilidad del medio y al escaso espacio de los arenales, el trafico está regulado. De todas formas sólo es posible llegar en coche a ciertas Calanques, y para el resto será necesario caminar… por lo que debemos contar por lo tanto con los horarios de acceso y pago del parking.

  El encantador puertecito de Cassis cuenta con un entorno excepcional, y es un auténtico lugar de veraneo, como lo reflejan sus callejuelas y sus plazas, sus casas con fachadas de colores, sus muelles, las animadas terrazas de sus cafés y sus bonitas playas.

En el puerto de Cassis, muchos barcos ofrecen salidas al mar, sobre todo para visitar las calancas.

Cerca de Cassis, la montaña de la Canaille y su cornisa de las Crestas, que domina majestuosamente el mar, es una etapa ineludible para poder admirar los hermosos paisajes del litoral. Los altos acantilados que se precipitan en las aguas ofrecen unas maravillosas vistas del mar, las islas, las calancas y la costa.

Los acantilados más impresionantes se encuentran en el cabo Canaille y en la Grande Tête. Con sus 362 y 399 metros respectivamente, estos dos acantilados abruptos son los más altos de Francia. ¡La verdad es que producen auténtico vértigo! Unos miradores acondicionados permiten apreciar bien la altura.

Plaza Massillon
HYERES Y SUS ISLAS

  La ciudad de las palmeras, apreciada desde el siglo XIX por la suavidad de su clima, ha sabido conservar todo su encanto. Por la puerta Massillon se accede a la ciudad vieja medieval de Hyères. Es imprescindible recorrer sus callejuelas pintorescas, rodeadas de casas antiguas con fachadas de colores, y detenerse en la hermosa plaza Massillon, con sus bonitas terrazas de café. Los maravillosos parques y jardines colgados, como el parque Saint-Bernard, el jardín cubista del chalet Noailles o el parque Sainte-Claire, constituyen un remanso de paz.

  Enfrente de Hyères, se encuentran las islas salvajes de Porquerolles, Port-Cros y Levante. La isla de Port-Cros, declarada Parque Nacional, alberga una fauna y una flora excepcionales. Entre la playa de la Palud y la roca de Rascas, se puede recorrer un sendero submarino provisto de aletas, gafas y tubo. ¡Un recorrido ideal para descubrir la riqueza del medio marino mediterráneo! La isla de Levante es famosa por su centro naturista.


  La isla de Porquerolles, la mayor de las tres, cuenta con preciosos senderos para uso de los caminantes y los aficionados a la bicicleta de montaña. La abundancia de playas de arena y de calas hará las delicias de los veraneantes. ¡Una verdadera maravilla!

SAINT-TROPEZ


  El pueblo mítico de Saint-Tropez, encumbrado por la actriz Brigitte Bardot, sigue atrayendo a celebridades y visitantes de todo el mundo. Desde el otoño hasta la primavera conserva su tranquilidad y su autenticidad. Pero en verano, este antiguo pueblo de pescadores se transforma en un centro turístico prestigioso y a la última, con su puerto repleto de veleros y yates lujosos, sus terrazas de cafés, sus tiendas de diseñadores y sus discotecas. ¡El ambiente festivo y veraniego está garantizado! El puerto pintoresco, rodeado de casas con fachadas de colores, el barrio típico de la Ponche o la plaza de Les Lices, tan apreciada por los jugadores de bolos, participan del encanto del pueblo.

  Desde las murallas de la ciudadela, se contempla una fabulosa vista del campanario de la iglesia, con sus colores vivos, de los tejados de las casas del pueblo y del golfo de Saint-Tropez. Es obligado visitar el museo de l'Annonciade, instalado en la capilla de Notre-Dame-de-l'Annonciade, y admirar su colección de pinturas de finales del siglo XIX y principios del XX.
  Las bravades, fiestas tradicionales que tienen lugar en mayo y en junio, ponen de relieve el pasado militar y religioso del pueblo. En octubre, durante las Velas de Saint-Tropez, el golfo acoge a los mejores veleros clásicos y modernos.

CANNES


  Con una población cercana a los 70.000 habitantes, la ciudad de Cannes es mundialmente conocida por su prestigioso festival Internacional de Cine, que se celebra en mayo en el Palacio de Festivales y Congreso, que hacen que la población crezca desmesuradamente. 

  A causa de la intensa actividad turística el sector hotelero se ha desarrollado enormemente y con ello los comercios de lujo y la restauración. Sin embargo, la imagen, vitrina del lujo francés y europeo, que Cannes y por extensión toda la Costa Azul representa, debe tomarse como una pantalla falsa, hecha para los turistas, y no como la realidad de Provenza o de Francia.

  En la Croisette, famoso bulevar que bordea el mar y las playas de arena, abundan los suntuosos palacetes, de estilo Belle Epoque en su mayoría, y las tiendas de lujo. Le Suquet, el antiguo centro de Cannes, ha conservado su atmósfera pintoresca y alberga numerosos restaurantes.

  En verano, en el festival de Arte Pirotécnico se exhiben unos magníficos fuegos artificiales.

GRASSE

  Grasse es la capital mundial de la perfumería. Esta industria surgió en el siglo XVII con los guanteros-perfumistas, que se convirtieron en perfumistas en el siglo XVIII.

  El País de Grasse posee un auténtico microclima, lo que hace posible el cultivo de grandes cantidades de flores, como violetas, jazmines, rosas, etc. Las grandes perfumerías de Grasse, como Fragonard, Galimard o Molinard, abren sus puertas para dar a conocer el mundo de la perfumería. El Museo Internacional de la Perfumería ilustra la historia de la perfumería y las diferentes etapas de creación de un perfume.


  Pero Grasse también es una ciudad medieval fundada en el siglo VII que posee auténticos tesoros de la arquitectura genovesa y provenzal: palacetes y casas restauradas de los siglos XVII y XVIII, callejuelas estrechas y laberínticas que conducen a una hermosa catedral, soportales, arcadas, plazas con fuentes llenas de encanto… De hecho, la ciudad de Grasse ha sido condecorada como Villa de Arte y de Historia por el Ministerio de cultura, como premio al valor de su patrimonio.

  Para descubrir el casco antiguo lo mejor es comenzar por la Place des Aires, con esas casas con arcadas y la fuente de Luis XV, y seguir por las calles llenas de tiendas y puestos típicos, para después perderse por las callejuelas sinuosas, que se convierten a menudo en escaleras, y admirar una torre, restos de las murallas del siglo XVI, el antiguo palacio episcopal que alberga el ayuntamiento, casas medievales de los siglos XVII y XVIII, palacetes (hôtel de Pontevès, hôtel de Cabris, Court de Fontmichel…), hermosas villas del siglo XVIII, el casino Belle Époque (hoy palacio de congresos)…En el camino, pasarán por bellas plazas con terrazas llenas de ambiente.


  Entre los edificios más importantes se encuentra la Catedral de Notre-Dame du Puy, de estilo románico provenzal, construida en el siglo XI. En su interior alberga auténticas maravillas: un bello retablo, tres cuadros de Rubens y uno de Fragonard, y vidrieras y estatuas de Baillet.

  No sólo la época estival nos reserva sorpresas en esta hermosa región. De enero a marzo, las colinas de Estérel se cubren de oro y luz, de la flor reina del invierno: la mimosa. La ruta de la Mimosa, también conocida como “la ruta del oro” abarca parte de la Costa Azul: 130 kilómetros de colorido, el azul del mar y del cielo, el ocre rojizo de la tierra y la explosión de amarillo y verde de la mimosa. Un recorrido que va desde la Corniche de Maures al Estérel.

  La cocina de Grasse tiene influencias provenzales e italianas. Está el caso de la deliciosa fougasse, que en la Provenza occidental es salada o con aceitunas, y en Grasse es dulce y tiene esencia de flore de azahar, y se llama fougassette. Otras especialidades son una especie de col rellena de carne deliciosa que se llama Lou fassum (influencia italiana); la tarta de calabaza, típica de Navidad; o los buñuelos de flores de calabaza.

SAINT PAUL DE VENCE


  Considerado como uno de los pueblos más bellos de Francia, junto al Mont Saint Michel y Vezelay, la particular reputación de Saint Paul de Vence se debe sobre todo, a su belleza, ya que es un pueblecito de piedra cuidado y restaurado. 

  Situado en lo alto de una colina, en pleno su entorno provenzal, se halla muy cerca del mar Mediterráneo (a tan sólo 7 kilómetros), con un clima cálido. Todos estos atractivos han hecho que el pueblo se convirtiese desde finales del XIX en el destino preferido de muchos artistas, como Matisse, Renoir, Miró, Yves Montand o Cocteau. Todo ello ha contribuido a la enorme fama que tiene este pueblo que atrae a miles de visitantes venidos de todo el mundo.
  A la entrada del pueblo, se encuentra la famosa plaza del juego de bolas que inmortalizaron los juegos de Lino Ventura e Yves Montand. Una terraza de café anima este rincón.

  El pueblo viejo fortificado posee una preciosa arquitectura medieval: murallas, casas de piedra, callejuelas estrechas empedradas, preciosas fuentes... Este lugar es muy apreciado por los artistas, y por eso cuenta con un gran número de galerías de arte. Saint-Paul-de-Vence también es conocido por la presencia de la Fundación Maeght, centro de arte moderno.

NIZA


  Los orígenes de Niza se remontan al menos a la época romana, como en muchas otras ciudades de Provenza. Cemenelum fue fundada por Augusto en el 14 a.C. y ocupada hasta el siglo VII d.C. Perteneció después a los condes de Provenza hasta el siglo XIV, cuando paso a manos de la casa de Saboya. El Reino piamontés cederá Niza definitivamente a Francia en 1860 para compensar el apoyo de Napoleón III a la unificación italiana.

  Capital de la Costa Azul, es el destino ideal para los que deseen disfrutar tanto de sus museos y galerías como de sus playas de guijarros y del ambiente pintoresco de la ciudad vieja. Al borde del mar discurre el famoso Paseo de los Ingleses, una prestigiosa avenida rodeada de lujosos hoteles, algunos de ellos del estilo “Belle Epoque” como el Negresco o el Westminster. Es un lugar propicio para dar paseos agradables, sobre todo en patines.

  La Niza Vieja, con sus callejuelas estrechas, está repleta de casas de colores y de edificios e iglesias barrocos, como la iglesia de Gésu o la catedral de Santa Reparata. La ciudad vieja es famosa por el animado mercado que se encuentra en el Cours Saleya, en pleno corazón de Niza. Este mercado lleno de colorido reúne a floristas, vendedores de frutas y verduras y productores locales. Los lunes, este lugar está reservado a los anticuarios. ¡Que tomen nota los aficionados! Por la tarde, el Cours Saleya se ve animado por un gran número de restaurantes, pubs y terrazas de cafés. Los bonitos edificios con arcadas de la plaza Masséna, al igual que la avenida Jean Médecin, albergan numerosas tiendas y centros comerciales.
mercado de Cours Saleya
  Los apasionados por la cultura también colmarán sus expectativas. El museo Matisse y el museo Nacional Marc Chagall son de obligada visita, pero también son interesantes el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, el museo Internacional de Arte Naif, el Museo Arqueológico de Niza-Cimiez y muchos otros. En Niza también abundan los soberbios edificios: Palacio de Justicia, Palacio de la Prefectura, palacio Lascaris o la Ópera...

  Para descansar, la ciudad cuenta con numerosos parques y jardines como el jardín Alberto I, el parque del Castillo, el espacio Masséna con su gran cantidad de surtidores, los jardines del monasterio y las arenas de Cimiez, y el magnífico parque floral Phoenix, que cuenta con uno de los mayores invernaderos del mundo. ¡El exotismo está asegurado! La colina del Castillo y su parque ofrecen una hermosa vista de los tejados de colores de la Vieja Niza y de sus alrededores.



  El corazón de la ciudad, sin embargo, está junto al mercado de Cours Saleya y en hormiguero de las callejuelas de la Vieille Ville. La verdadera arteria es la calle la Rue Droite desde la que se puede llegar a una pequeña plaza por aquí y un pequeño callejón o una fresca iglesia por allá. Encima de Place Masséna se encuentra el paseo de las tiendas, con los grandes almacenes y las boutiques alrededor de calles con nombres como Rue Paradis y Rue de la Liberté. Es también desde aquí de donde salen la mayoría de los autobuses para el que quiera subir a uno de los montes de Niza. Son barrios bastante aletargados y adinerados, los que se extienden entre el museo Chagall y el inevitable monte Cimiez al norte. Este último es su destino tanto si quiere visitar el museo Matisse como si quiere observar las vistas o simplemente un picnic bajo los olivos. La Niza del este es algo más popular y requiere más conocimiento de la zona, salvo los barrios junto al puerto Port Olympia. Este tiene ahora un nuevo soplo de aire fresco por las noches, desde el verano de 2005 en que un crucero de bajo costo ha comenzado a anclarse aquí. Al oeste está la sala de juegos de los millonarios Cap Ferrat, el nido de águilas Èze y el Beaulieu-sur-Mer de la antigüedad. Hacia el oeste está el camino hacia mundialmente famosos pueblos de artistas como Saint-Paul y Vence.

  El principal acontecimiento de la ciudad es el famoso carnaval, que se celebra en el mes de febrero. ¡Toda la ciudad late entonces al ritmo de su Rey del carnaval! Las batallas de flores también son un acontecimiento con mucho ambiente. En el mes de julio, el Niza Jazz Festival, festival internacional de jazz, reúne a grandes artistas. Esta manifestación tiene lugar en el marco fabuloso, el de las arenas y jardines de Cimiez.

PARQUE NATURAL REGIONAL DEL VERDÓN

  Con una superficie de 176.961 hectáreas, el Parque Natural Regional del Verdón se extiende por dos departamentos: el sur de Alpes de Alta Provenza y el norte de Var. El parque alberga una notable fauna y flora, y presenta una sucesión de paisajes maravillosos, entre los que se encuentran las milenarias e impresionantes Gargantas del Verdon y 4 bellos lagos, entre los que destacan el Lago de Sainte Croix y el Lago de Esparron, cuyas aguas inmóviles de color esmeralda se prestan para realizar actividades náuticas. Pero no podemos olvidar los bellos pueblos provenzales situados en lo alto de los acantilados como Valensole, Riez, el pintoresco Bauduen, Castellane y su roca, Moustiers-Sainte-Marie o Aiguines.

Con sus 1.000 kilómetros de senderos señalizados, el Parque del Verdon también es un destino predilecto de los amantes del senderismo.



  Los amantes de las sensaciones fuertes pueden practicar el puenting en el puente del Artuby, en el departamento de Var.

  En Moustiers-Sainte-Marie, la Casa del Parque, ofrece a sus visitantes información abundante para que puedan organizar su estancia en el parque. 
 En el límite de los departamentos de Alpes de Alta Provenza y de Var, se encuentran las famosas gargantas del Verdon, que forman un impresionante cañón, con elevadas escarpaduras calcáreas de hasta 700 metros de altura. Este paraje natural excepcional se descubre de maravilla recorriendo la ruta turística de las gargantas, jalonada de un gran número miradores como los Balcones de la Mescla. Durante el recorrido, es imprescindible acercarse hasta el Punto Sublime, lugar desde el cual la vista, como su propio nombre indica, es verdaderamente sublime.

  Además de ser un lugar adecuado para la práctica del senderismo pedestre, el gran cañón del Verdon también es un destino apreciado por los aficionados a la escalada, al parapente y a los deportes de aguas bravas como el piragüismo y el kayak.

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