Antigua capital de un reino de taifas, la pequeña villa de Albarracín ha conservado todo su sabor islámico y medieval. Su casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural, tratándose sin duda de uno de los pueblos más hermosos de España que no dejará indiferente a ningún viajero.
Emplazada en una colina de los Montes Universales, lo primero que sorprende al llegar a la villa de Albarracín es su imponente recinto fortificado, cuyo perímetro sobrepasa con creces la superficie del casco urbano. Lo que hoy observamos se corresponde con tres momentos de construcción distintos.
Al siglo X corresponde el bastión denominado Alcázar y la Torre del Andador. En el siglo XI, los reyes de taifa de Albarracín construyeron las murallas que rodean el arrabal de la Engarrada. Finalmente, tras la Reconquista los señores cristianos y los reyes de Aragón erigieron nuevos tramos de muralla y la mayoría de los fuertes y torres que se conservan.
Cuenta con abundantes monumentos, como la Iglesia de Santa Maria, la Catedral, el Palacio Episcopal, algunas mansiones señoriales, entre las que destaca la de los Monterde, y una peculiar arquitectura popular donde destacan la casa de la Julianeta, la casa de la calle Azagra, la plaza de la Comunidad y la pequeña y evocadora Plaza Mayor. En ella está el ayuntamiento, desde el que se abre un impresionante mirador sobre el río Guadalaviar. La actual catedral de El Salvador, adosada al antiguo Palacio Episcopal, fue construida en el siglo XVI sobre los restos de un antiguo templo románico.
La difícil orografía de Albarracín, asentada en una elevación rodeada por la hoz del río Guadalaviar, influye en la configuración del edificio, cuya planta se organiza en una sola nave con capillas laterales, gran capilla mayor ligeramente más alta con ábside poligonal, coro a los pies, y claustro y otras dependencias alrededor. El acceso principal al templo se realiza, inusualmente, por la cabecera, a través de una sencilla portada barroca precedida por una escalinata. A principios del siglo XVIII se reformó el interior del templo con elementos barrocos, como las pilastras que se conservan actualmente.
De la capilla mayor destaca el retablo de 1566, obra de Cosme Damián Bas que representa la Transfiguración. De las capillas laterales, la más relevante es la del Pilar con su dorado retablo barroco. También destaca el retablo de la capilla de San Pedro, del que se especula podría ser obra de Gabriel Yoly.
Del exterior destaca la torre, de estilo renacentista, que presenta cuatro cuerpos siendo el último de planta octogonal.
En el Museo Diocesano, ubicado en el Palacio Episcopal anexo a la catedral, se expone una valiosa colección de tapices flamencos.
Pero el encanto de Albarracín está sobre todo en el trazado de sus calles adaptadas a la difícil topografía del terreno, con escalinatas y pasadizos y en el conjunto de su caserío de muros irregulares, de color rojizo, con entramado de madera, en difícil equilibrio, con aleros que se tocan. Una característica diferenciadora de la ciudad de Albarracín respecto a los pueblos de la Sierra es el empleo abundante de las estructuras con entramado de madera y tabicones de yeso rojizo que confieren el color característico al conjunto. El yeso es material característico en Albarracín, más incluso que la piedra. La arquitectura de madera y yeso es más liviana que la de piedra, lo que reduce el volumen de materiales a utilizar, y en el caso de la ciudad economiza el costo de la obra por la dificultad de acceso de los mismos a ésta.
Cada rincón, cada casa, es objeto de admiración por sus puertas y llamadores (picaportes de hierro imitando un pequeño y fantástico dragón), sus diminutas ventanas con visillos de encaje, sus balcones corridos en rica forja y de madera tallada, ... El monumento principal de Albarracín es la ciudad misma, con todo su sabor popular y aristocrático, reflejo de su historia y del buen hacer de sus gentes.
La naturaleza ha sido generosa en la Sierra de Albarracín, pudiendo encontrar en ella una gran diversidad de ecosistemas. Cañones, profundos barrancos, cortados, peñas, escarpados roquedales, parameras, valles, suaves praderas, extensos bosques... con una gran riqueza en flora (pinos-albar, laricio, pináster, sabinas, acebos, robles, quejigos...) y fauna (ciervos, corzos, jabalíes, gato montés, ardillas, ..., aves migratorias, rapaces y otras especies de gran valor).
En la Sierra encontramos también fuentes, manantiales, lagunas y nacimientos de ríos, como el Tajo, Guadalaviar, Cabriel y otros de menor importancia fluvial, formando caprichosos remansos, pozas, cascadas.... Todo esto unido al aire limpio y fresco que aquí se respira y al verdadero espectáculo que ofrece el cielo por la noche, hacen que un recorrido por estos bellos y tranquilos parajes dejen un recuerdo inolvidable al viajero.
De gran belleza es el paisaje de Rodeno, muy cerca de Albarracín, en donde el color rojo contrasta con el verde de los pinos. Además, las calizas presentes en el lugar son famosas por su contenido en fósiles del jurásico. El clima lluvioso favorece la proliferación, en otoño, de gran variedad de setas, convirtiéndose en estas temporadas en un auténtico paraíso para los micólogos, siempre que se obtenga el correspondiente permiso de los agentes forestales.
En la Sierra encontramos también fuentes, manantiales, lagunas y nacimientos de ríos, como el Tajo, Guadalaviar, Cabriel y otros de menor importancia fluvial, formando caprichosos remansos, pozas, cascadas.... Todo esto unido al aire limpio y fresco que aquí se respira y al verdadero espectáculo que ofrece el cielo por la noche, hacen que un recorrido por estos bellos y tranquilos parajes dejen un recuerdo inolvidable al viajero.
De gran belleza es el paisaje de Rodeno, muy cerca de Albarracín, en donde el color rojo contrasta con el verde de los pinos. Además, las calizas presentes en el lugar son famosas por su contenido en fósiles del jurásico. El clima lluvioso favorece la proliferación, en otoño, de gran variedad de setas, convirtiéndose en estas temporadas en un auténtico paraíso para los micólogos, siempre que se obtenga el correspondiente permiso de los agentes forestales.
Además, a través del Parque Cultural de Albarracín, se pueden ver muestras de arte postpaleolítico de entre 6.000 y 1.000 años a.C. La romana es la época de la que se conservan más vestigios, entre los que se encuentra el acueducto de 18 kilómetros que iba de Albarracín a Cella.
La Sierra de Albarracín es un santuario para el pinar de rodeno. Este tipo de pino tiene una mediana altura, corteza áspera que tiende a un color rojizo, siendo su principal uso tradicional la extracción de resina.
La extensión de este pinar, el interés geológico de la zona y las huellas culturales dejadas por el hombre desde el Neolítico con su pintura rupestre, hicieron que éste fuera el primer Espacio Natural Protegido declarado en la provincia de Teruel en 1995.
La roca predominante en el suelo es la arenisca roja, que ha sido modelada redondeando sus formas durante miles de años por los agentes atmosféricos. Las principales formas producidas por la erosión en estas rocas son las hoces encajonadas para el paso de cursos de agua, y otras más extrañas como los taffoni (huecos semiesféricos en la pared rocosa) o las gnammas (grandes depresiones circulares en la superficie de la roca).
Son igual de importantes los abrigos y cavidades, ya que albergan pinturas prehistóricas del arte rupestre levantino. Los principales abrigos son los del Prado del Navazo, Doña Clotilde o la Cocinilla del Obispo. Allí se representan figuras humanas esquemáticas cazando o recolectando y escenas de animales, toros sobre todo, en colores rojo y blanco.
En cuanto a la vegetación, el rodeno no es el único árbol que encontramos en este medio. También hay carrascas y rebollos y en cuanto a los arbustos: enebro, jara y brezos, además de plantas aromáticas completan el listado.
También existe un área donde predomina la roca caliza. Aquí, el relieve se suaviza y aparecen zonas llanas elevadas. Este espacio está ocupado por otros tipos de pino como el laricio y el silvestre, acompañados de otras especies como la sabina.
En cuanto a los animales asociados a este Paisaje encontramos la fauna típica del bosque mediterráneo con ejemplares de jabalí, corzo, ciervo, zorro, garduña, gato montés, ardilla y liebre
Nacimiento del río Tajo
El río Tajo, el más largo de la Península Ibérica con 1008 kilómetros de longitud, nace en este punto de los Montes Universales, dentro del municipio de Frías de Albarracín, denominado Fuente García.
Este río, que aquí vemos como un pequeño riachuelo, desemboca finalmente en la ciudad de Lisboa, con un caudal medio de 444 m3 por segundo.
Muy cerquita de donde realmente nace el río, un poco más abajo, nos encontramos el monumento al río Tajo. El conjunto está compuesto por 4 esculturas realizadas por el escultor José Gonzalvo con la técnica de plancha de hierro soldadas sobre basamentos de hormigón, en el que podemos ver una enorme estatua que representa al Padre Tajo, la personificación del río representado como un hombre titánico emergiendo de una montaña con una espada en la mano y con una estrella de nieve coronando su cabeza que recuerda las nieves que, en las cumbres de la Sierra de Albarracín, dan nacimiento al río Tajo. A su lado, encontramos los símbolos de las provincias de Teruel (el toro con la estrella), Guadalajara (el caballero) y Cuenca (el cáliz). En la misma zona donde se encuentra este monumento podemos disfrutar de un merendero con mesas y aparcamiento.