Nacida como campamento militar romano de la Legio X Gemina a finales del siglo I, poco después se convirtió en un asentamiento civil y fue capital del Conventus Asturum. Se desarrolló como importante nudo de comunicaciones del noroeste peninsular y gozó de cierta prosperidad en los dos primeros siglos de nuestra era gracias a la minería del oro, siendo definida por Plinio el Viejo como «Vrbs magnifica». En los años centrales del siglo III debió de establecerse como sede episcopal, con Basílides como su primer obispo. Fue parte del reino de los suevos tras las invasiones bárbaras y en 714 fue tomada por las tropas musulmanas de Táriq, aunque sería reconquistada por la monarquía asturiana a mediados del mismo siglo. A finales del siglo X volvió a sufrir, en dos ocasiones, el acoso musulmán de la mano de Almanzor.
Desde el siglo XI, y gracias al impulso dado por el Camino de Santiago, la ciudad experimentó un progresivo desarrollo en el cual la Iglesia tuvo un papel protagonista. Además, la ciudad es cabeza de una de las diócesis más extensas y antiguas de España, cuya jurisdicción abarca la mitad de la provincia de León y parte de las de Orense y Zamora.
Entre mediados del siglo XIX y principios del XX se produjo un importante desarrollo industrial, en el que jugaron un papel fundamental la llegada del ferrocarril y el auge de la industria del chocolate, continuando esta última activa junto con otras ramas de la industria alimentaria (repostería y cárnica principalmente).
El turismo cultural es uno de los principales motores de esta localidad, sustentado principalmente en su patrimonio histórico-artístico, en el que cabe destacar la Catedral, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento y la Ergástula romana, todos ellos declarados Bien de Interés Cultural.
GASTRONOMÍA
La gastronomía en Astorga ofrece una gran variedad de platos y postres, estando ligada al campo y a la ganadería de la zona. El plato más conocido es el cocido maragato, cuya principal característica es que se sirve al revés, comenzando por las carnes (cuya variedad puede alcanzar los doce tipos), siguiendo los garbanzos, las patatas y la verdura, y la sopa, para acabar con el postre, que suele consistir en natillas. La razón de este cambio en el orden de los platos no se conoce de manera segura, pero la costumbre parece proceder de los arrieros, que preferían comer antes la carne fría para luego, una vez llegados a una población, calentar la sopa.
Ayuntamiento de Astorga |
Entre mediados del siglo XIX y principios del XX se produjo un importante desarrollo industrial, en el que jugaron un papel fundamental la llegada del ferrocarril y el auge de la industria del chocolate, continuando esta última activa junto con otras ramas de la industria alimentaria (repostería y cárnica principalmente).
El turismo cultural es uno de los principales motores de esta localidad, sustentado principalmente en su patrimonio histórico-artístico, en el que cabe destacar la Catedral, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento y la Ergástula romana, todos ellos declarados Bien de Interés Cultural.
La gastronomía en Astorga ofrece una gran variedad de platos y postres, estando ligada al campo y a la ganadería de la zona. El plato más conocido es el cocido maragato, cuya principal característica es que se sirve al revés, comenzando por las carnes (cuya variedad puede alcanzar los doce tipos), siguiendo los garbanzos, las patatas y la verdura, y la sopa, para acabar con el postre, que suele consistir en natillas. La razón de este cambio en el orden de los platos no se conoce de manera segura, pero la costumbre parece proceder de los arrieros, que preferían comer antes la carne fría para luego, una vez llegados a una población, calentar la sopa.
En cuanto a repostería, los dulces ocupan un lugar destacado en la cocina astorgana. La mayor fama la proporcionan las mantecadas, que cuentan con Indicación Geográfica Protegida. Su origen es poco seguro aunque se cree que la receta surgió de una monja del convento de Sancti Spiritus, que abandonó los hábitos para casarse y la popularizó. Otro dulce, extendido también por el resto de la provincia, son los hojaldres, surgidos a mediados del siglo XX, siendo más jugosos que los normales al estar bañados en almíbar. También son descatados los merles, una masa de hojaldre rellena de crema y cubierta de azúcar tostado, y el chocolate, presente ya en Astorga a mediados del siglo XIX.
DE RUTA POR SUS LUGARES DE INTERÉS
Catedral de Santa María
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Catedral de Santa María
Su construcción comenzó en 1069, aunque no fue hasta bien entrado el siglo XVIII cuando se terminó su construcción y posteriores ampliaciones que le concedieron su forma actual, motivo por el cual ha heredado elementos góticos, renacentistas y barrocos en su construcción. El templo presenta planta rectangular, cabecera de tres ábsides, tres naves y falso crucero. La fachada principal es de estilo churregueresco, presentando una torre a cada lado separadas por arbotantes.
En el interior, además del coro con sillería del siglo XVI y reja del XVII, se distribuyen las distintas capillas: siete en los laterales de las tres naves, tres en la cabecera, una en cada brazo del falso crucero y dos más en la base de cada una de las torres. De todas ellas destacan especialmente la capilla de Nuestra Señora de la Majestad.
También forman parte del conjunto catedralicio la cripta, construida en 1521 debajo del presbiterio para ser panteón de los marqueses de Astorga, el claustro, de estilo neoclásico de 1755 y que consta de cinco arcadas en cada ala unidas por pilastras jónicas, la sacristía, de 1772 y en la que destaca un altar-relicario en estilo rococó, las dependencias del Museo Diocesano y el Archivo Diocesano.
Palacio Episcopal
Tras el incendio de 1886, en el que se quemó el antiguo palacio episcopal, el obispo Joan Baptista Grau i Vallespinós encargó el proyecto de un nuevo palacio al arquitecto modernista Antoni Gaudí, con quien el obispo mantenía una vieja amistad. Las obras se iniciaron en 1889 pero tras el fallecimiento del obispo en 1893 Gaudí renunció a la dirección de la obra por desavenencias con el Cabildo, cuando todavía faltaban por construir el segundo piso y el ático. Finalmente Ricardo García Guereta, concluyó la construcción del edificio en 1913. De estilo neogótico, presenta planta de cruz latina y cuatro fachadas, con cuatro torres en cada uno de sus ángulos. La pretensión inicial fue la de reunir en el mismo edificio la idea de castillo y palacio, de ahí la incorporación de un foso para dar mayor verosimilitud. En los exteriores se conservan las figuras de tres ángeles, con los correspondientes atributos episcopales (mitra, pectoral y báculo), que fueron diseñados por Gaudí como remate de la cubierta pero que nunca llegaron a ocupar ese lugar.
Desde 1963 este edificio es utilizado como Museo de los Caminos.
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