Florencia es la capital de la Toscana, su centro cultural y la ciudad más populosa de la región. Es una ciudad que rezuma historia, arte, filosofía y ciencia.
Su poder social, político y económico fue el centro neurálgico sobre el que giraron numerosos episodios históricos de toda Italia, y por donde pasaron personajes como Lorenzo de Medici, o el dominico Savonarola, o hijos pródigos como Dante Alighieri, Giovanni Boccaccio, Filippo Brunelleschi, Leonardo da Vinci o Michelangelo Buonarroti; todos ellos dejando una notable huella en la Florencia de su época.
HISTORIA – MEDICIS
La historia de Florencia está estrechamente ligada a la historia de los Médici, pues esta familia de comerciantes y banqueros de Florencia procedentes del campo toscano, llegaron a gobernar todo este territorio y a ejercer una influencia considerable sobre la política italiana en la época del Renacimiento.
Entre sus miembros se destacaron cuatro papas, León X, Clemente VII, Pío IV y León XI; dos reinas de Francia, Catalina de Médici y María de Médici; y numerosos dirigentes florentinos, miembros de las casas reales de Francia e Inglaterra y que sobresalieron por ser mecenas, patrocinando a artistas y científicos de su época, el más destacado de ellos Leonardo Da Vinci.
Cosme I de Médici (1519-1574) |
Juan de Médici, primer banquero de la familia, comenzó la influencia del linaje sobre el gobierno florentino, pero los Médici se convirtieron en cabeza oficiosa de la República en 1434, cuando su hijo mayor Cosme de Médici (1389 - 1464) tomó entre sus títulos el de Pater Patriae y el de «Gran Maestro». La rama principal de la familia (formada por sus descendientes) rigió entonces los destinos de Florencia. Destacado fue el mandato ejercido por Lorenzo el magnífico (1449-1495) cuyos años coincidieron con la cúspide del Renacimiento italiano. Por ello siempre se rodeó de grandes artistas, ayudando a extender el arte renacentista italiano por el resto de cortes. Sandro Boticelli, Miguel Ángel o Leonardo Da Vinci fueron patrocinados por este mecenas.
Tras el asesinato de Alejandro de Médici, primer duque de Florencia, en 1537, el poder pasó luego a la rama menor de los Médici, y Cosme I (1519-1574) tomó las riendas de Florencia. Bajo su faceta de impulsor urbanístico y artístico mandó construir la galería de los Uffizi, el famoso Corridoio Vasariano, finalizó las obras del palacio Pitti, inició las del Bóboli, transformó el palacio Vecchio dándole el aspecto actual, y lo mismo hizo con la plaza de la Signoria con su estatua a Neptuno. Sin duda gran parte del legado que conocemos hoy en día ha sido creada y reconstruida por Cosme y sus descendientes.
Tras el asesinato de Alejandro de Médici, primer duque de Florencia, en 1537, el poder pasó luego a la rama menor de los Médici, y Cosme I (1519-1574) tomó las riendas de Florencia. Bajo su faceta de impulsor urbanístico y artístico mandó construir la galería de los Uffizi, el famoso Corridoio Vasariano, finalizó las obras del palacio Pitti, inició las del Bóboli, transformó el palacio Vecchio dándole el aspecto actual, y lo mismo hizo con la plaza de la Signoria con su estatua a Neptuno. Sin duda gran parte del legado que conocemos hoy en día ha sido creada y reconstruida por Cosme y sus descendientes.
Juan Gastón (1671-1737), tataranieto de Cosme II de Médicis (1590-1621), no tuvo descendientes varones, con lo que se extinguió el linaje de los Médicis, dejando Toscana a merced de los intereses diplomáticos de las grandes potencias. Por el Tratado de Viena (1735) la Corona ducal de Toscana fue otorgada al duque de Lorena, esposo de María Teresa de Austria, que más tarde sería emperador con el nombre de Francisco I del Sacro Imperio Romano Germánico.
GASTRONOMIA
La gastronomía italiana es reconocida en todo el mundo por su buen gusto. Al estar en Florencia es una excelente oportunidad para probar sus platos típicos. En la capital de la Toscana existen distintos sitios dónde se puede comer bien, están los restaurantes italianos, las trattorías y sus famosísimas pizzerías. Con tantas opciones, encontrar dónde comer en Florencia no resulta un problema.
Los restaurantes italianos son comúnmente los locales más lujosos y los que venden más caro; las trattorías son restaurantes familiares, locales no muy grandes en donde hay un plato del día con un precio fijo; las pizzerías como su nombre lo indica se limitan a vender pizza y ya que estamos en Italia, puedes conseguir muchos y diversos locales dedicados a este negocio. Están los puestos de pizza al corte, o como se dice en italiano “al taglio”. En estos puestos de venta de pizza se vende por peso.
La comida tradicional de Florencia consiste en platos preparados con los alimentos propios de la región según la temporada en que se esté. Los ingredientes que no pueden faltar en una cocina toscana son: pastas, aceites, quesos, embutidos y verduras. Los florentinos prefieren los sabores naturales y dejan de lado las salsas muy pesadas y artificiales.
Entre los platos típicos de la ciudad destacan:
- Bistecca alla Fiorentina: chuletón de ternera grande y poco pasado.
- Trippa alla Fiorentina: tripas del cordero preparado con salsa de tomate.
- Cinghiale in umido: jabalí con tomate.
- Pollo al mattone: pollo asado, la diferencia es que se aplasta con un ladrillo.
Comúnmente la comida en Florencia es acompañada por el vino típico de esta zona, el Chianti. Al finalizar de comer se suele tomar cappuccino con limoncello, un licor italiano muy conocido.
En lo referente a postres en Florencia, el cantucci es el dulce típico. Este es un bizcocho con almendras que en ocasiones los italianos lo mojan en vino dulce.
Mención aparte merecen los helados de Florencia. Un buen italiano come helado en cualquier época del año.
RECORRIENDO LOS LUGARES DE INTERÉS
El centro histórico de Florencia está en la parte norte del Arno, dejando algunos puntos destacados como el Palazzo Pitti más allá del Ponte Vecchio.
Siendo probable que comencemos la visita por el mismo centro, podemos emprenderla desde la estación de tren, situada al lado de la Piazza dell’Unità italiana. Muy cerca está la iglesia de Santa Maria Novella, edificio que los dominicos levantaron entre 1246 y mediados del siglo XIV cuando se añadieron la sacristía y el campanario. En el interior podemos apreciar algunos elementos arquitectónicos y pictóricos de gran importancia.
En esta parte Oeste de Florencia se ubican algunos de los palacios de la arquitectura civil que mejor representan el poder de las familias florentinas durante el Renacimiento, como son el caso del Rucellai y el Strozzi, ambos no muy distantes.
Piazza del Duomo
Después de calentar un poquito las piernas callejeando la parte oeste de Florencia, toca ya realizar la primera parada importante en la Piazza del Duomo, donde una de las catedrales más bonitas del mundo deslumbra a todos los que tienen la suerte de conocer su historia.
En un principio, la zona de la Piazza del Duomo se ubicaba fuera de las murallas de la antigua ciudad romana. Para el tiempo paleocristiano, al fundarse el Baptisterio, el casco religioso se movió más al norte y se incluyó dentro de las murallas. En aquel entonces ya estaba la primera catedral, la Iglesia de Santa Reparata, cuya ubicación era más cercana al Baptisterio que la actual. Además, el centro de la ciudad albergaba el hospital, el cementerio, la casa parroquial, un par de iglesias más, el ya mencionado Baptisterio y el Palazzo Vescovile.
A final del siglo XIII comenzaron los grandes cambios que terminarían por crear la histórica Piazza del Duomo. Por un lado se derrumbó la Iglesia Santa Reparata, patrona de Florencia, y se dio lugar a la construcción de la Catedral Santa María del Fiore y del Campanario de Giotto. Estas imponentes estructuras ameritaron la demolición de otras muchas edificaciones. Anecdóticamente, la mayoría de esas propiedades les pertenecían a los Bischeri, quienes se negaban a vender e impedían las nuevas construcciones. La desgracia llegó cuando perdieron todas sus casas por un incendio y sin aceptar la oferta de compra. Al final la Catedral y el Campanario se construyeron en esas tierras y se quedó hasta nuestros días el insulto «Bischero» para describir a alguien necio.
Al situarnos frente a la catedral sorprende el hecho de que el campanario (Campanile) sea un anexo al Duomo, pero no adosado. La fachada es neogótica, remodelada en 1871 siguiendo el modelo original. La policromía del mármol blanco adornado con motivos geométricos le proporciona una riqueza estética que anima a pararse un rato y fijarse en todos los detalles.
De la visita a la Catedral no hay que perderse su interior, la subida a la cúpula, la Cripta, el Campanile, el Baptisterio o la Puerta del Paraíso. Su curioso nombre le viene de la rosa de oro que el Papa Eugenio IV donó en la consagración de 1436; y otra curiosidad es el curioso reloj de Paolo Ucello que da las horas en sentido contrario al habitual.
La altura y dimensiones de la cúpula de la catedral abruman, 42 metros de diámetro, 91 de altura (106 metros desde el pináculo de la “Linterna”) y 463 escalones para llegar a verla de cerca. Para hacerse una idea, con 155 de largo, casi alcanza el tamaño de la basílica de San Pedro del Vaticano. Su ejecución por parte de Filippo Brunelleschi, y como reconocen los arquitectos e ingenieros contemporáneos es una joya por su diseño de dos cúpulas, una real que sostiene el enorme peso, y otra “falsa”, visible y que durante siglos ha despistado a todos los que buscaban el misterio de la ejecución de la cúpula.
El mosaico de la cúpula escenifica el Juicio Final, inspirado en los motivos de San Marcos de Venecia, acompañado por vidrieras manufactura de los mejores artistas del Renacimiento.
Ya de nuevo abajo nos pararemos ante las puertas de bronce por las que entramos a la catedral. Las puerta del Paraíso, al este, de Lorenzo Ghiberti representan en diez paneles escenas del Viejo Testamento y sirvieron para celebrar el fin de la peste que mermó la población de la ciudad.
El Campanile externo se puede visitar, subiendo los 414 escalones que llevan a lo alto de la torre, y merece la pena la vista majestuosa de toda la catedral, y en especial de la cúpula. Diseñado por Giotto, a su muerte fueron Pisano y Talenti quienes la remataron.
Completa el conjunto el Battistero, del siglo XI, que honra a San Juan Bautista, de planta octogonal y con abundante decoración geométrica siguiendo el estilo florentino.
Galeria della Academia
No muy lejos de la catedral de Florencia encontramos uno de los museos más visitados de la ciudad. Y esto se debe principalmente a que alberga en su interior la famosa escultura del David de Miguel Ángel.
Desde que este museo expuso su colección al público en el año 1784 ha ofrecido a los amantes de las bellas artes rico material de observación y estudio. Desde 1873 se resguardó en su interior esta obra maestra que mide más de 5 metros y representa al personaje bíblico que se enfrentó al gigante Goliat.
Hay otras obras expuestas, destacándose una enorme colección de frescos religiosos y una variedad de instrumentos de música realmente antiguos. Se encuentran piezas como la Madonna del Mare de Botticelli y Venus y Cupido de Pontormo.
Museo Leonardo Da Vinci
También muy cerca del Duomo de Florencia, el Museo Leonardo da Vinci, está dedicado al famoso artista, científico, inventor y pintor.
La exposición está dividida en cuatro categorías: tierra, agua, aire y fuego, logrando una inmersión completa en el universo Da Vinci.
Sin duda, la sala más importante de este museo es la que está dedicada a Leonardo da Vinci. Allí encontraremos más de cuarenta máquinas elaboradas a partir de los planos y códigos que dejó este artista, tales como máquinas de ingeniería civil, voladoras y de guerra. Claramente se evidencia como este personaje estaba asombrosamente adelantado a su tiempo.
En la sala de anatomía, una proyección recopila sus estudios sobre el cuerpo humano y su aplicación en pintura y escultura. Da Vinci quería saber cómo se hizo y cómo funcionaba, por eso escribió y también dibujó muchas páginas referentes al cuerpo humano.
Piazza della Signora
Continuando nuestro camino hacia el sur, encontramos la Piazza della Signora, el espacio común donde florentinos y turistas buscan ver y dejarse ver, donde converge la vida ciudadana. En otro tiempo el poder político de toda Toscana se acumulaba aquí. En este museo al aire libre los ojos se van de un lado para otro para posarse sobre los distintos monumentos que a nuestro paso van apareciendo. En primera instancia nos sorprenden las esculturas de Cosme I a caballo y la majestuosa Fuente de Neptuno con sus ninfas de bronce
La estatua ecuestre de Cosme I fue creada en 1594 por Giambologna, y tiene bajorrelieves que destacan episodios importantes de la vida de este Medici.
La Fuente de Neptuno fue creada por Ammannati en 1563 como homenaje a las victorias navales de la república de Florencia, y adquirió más valor artístico al pasar el tiempo que en sus comienzos, probablemente porque el Neptuno tenía la apariencia de Cosme de Medici.
La Piazza della Signoria tiene otras edificaciones de interés como el Palacio Uguccioni, el Tribunal de las Mercancías, que funcionaba para arreglar las disputas de los sindicatos y artesanos, y el Palacio de las Aseguraciones.
Pero sin duda hacia el sur de la plaza es en donde encontramos los principales puntos de interés: La Logia del Lanzi, El Palazzo Vecchio y la Galería degli Ufizzi. Y a la entrada del Palazzo Vecchio una escultura que llama la atención a los visitantes, una copia del David, que se sitúa en el mismo lugar en el cual estuvo la original hasta 1873 que se llevó a la Galleria de la Accademia.
David de la Piazza della Signora |
La Lonja dei Lanzi
Creada en los años 1376-1381 por Cione y Talenti, la logia es la estructura de un pórtico, en donde hasta el siglo XV, y era lugar de asambleas de la ciudad. Luego pasó a ser una exhibición al aire libre de las obras de los Medici, como el Perseo de Cellini que muestra orgulloso la cabeza de Medusa o El rapto de las Sabinas de Giambologna. Una curiosidad es la lápida en el suelo que marca donde se ajustició al monje benedictino Savonarola en 1498.
El Palazzo Vecchio
El Palazzo Vecchio preside la plaza, con su fachada almenada y su torre de 94 metros que actuaba de faro político. Construido en los años 1299-1314 como vivienda y lugar de trabajo de los funcionarios del gobierno, es hoy sede del ayuntamiento. Por aquí pasaban los cargos políticos elegidos por los gremios, marcando el sino de la ciudad. En la actualidad el palacio alberga un museo que se apunta como punto de interés turístico. En el interior varias esculturas de Donatello entre ellas la Judit y el Holofernes.
Galeria degli Uffizi
Es uno de los principales atractivos turísticos no solo de Florencia, sino también de Italia, y se considera uno de los museos más famosos del mundo por las impresionantes obras de arte que alberga.
El edificio que alberga la Galería Uffizi, fue un palacio que Cosme I Médicis mandó construir a Giorgio Vasari. Las obras se iniciaron en el año 1560 y se terminaron en el año 1581. El objetivo de este palacio era ser usado como sede de oficinas de las magistraturas de la ciudad florentina, ya que la sede para ese entonces, el Palazzo Vecchio, se había quedado pequeña. De ahí sale su nombre de la “Galería de las Oficinas”.
Por mucho tiempo, este palacio albergó la valiosa colección de arte de la influyente familia Médicis. Cuando en el siglo XVIII la dinastía de los Médicis se extinguió, las piezas de arte serían trasferidas a Viena porque el ducado florentino pasó a ser del dominio de Austria.
No obstante, la duquesa Ana María decretó que está colección permanecería en Florencia como donación al pueblo florentino. Esta decisión originó uno de los primeros museos como los concebimos en el mundo moderno. En principio, para el siglo XVI, la galería se abría a quienes visitaban y solicitaban ver la colección. Ya para el año 1765 se abrió de forma oficial como museo.
La colección de arte de esta galería es tan grande que todos sus fondos no están expuestos por no haber espacio. Las piezas se exhiben por orden cronológico a través de dos pisos del edificio, comenzando las muestras en el segundo piso del palacio.
Entre las tantas piezas de arte que la Galería Uffizi tiene, se encuentran algunas obras especialmente famosas. Por ejemplo, El Nacimiento de Venus por Botticelli, la Adoración de los Magos pieza que no acabó Leonardo da Vinci, o La Anunciación también obra de da Vinci, La Venus de Urbino por Tiziano y la Virgen del jilguero de Rafael.
El Porcelino
En la Logia del Mercado Nuevo nos tropezaremos con “hordas” de turistas rodeando uno de los símbolos de la ciudad, el Porcellino, la escultura y fuente del jabalí se ha convertido sin quererlo en una de las atracciones más recurrentes. El bronce contrasta con el hocico del animal, desgastado por los millones de personas que lo han tocado buscando la ansiada suerte que dicen que proporciona.
Ponte Vecchio
Antes de cruzar a la parte sur del Arno, llegamos al Ponte Vecchio, una de las fotos de postal de Florencia.
Construido en 1365, es el puente de piedra más antiguo del continente europeo que queda en pie. Parece ser que sus orígenes se remontan a un puente romano construido en el año 150 a.C en madera, pero que debido a su destrucción tuvo que ser reconstruido en varias ocasiones.
Tras la construcción, en los laterales del puente se alojaron los puestos de carniceros y pescaderos, con la consecuente degradación y malos olores en la ribera del Arno.
El duque Fernando I dictaminó su expulsión y la sustitución por talleres de orfebres y joyeros (sporti sujetos por puntales al puente), tradición que ha persistido a lo largo de los años hasta nuestros días.
En 1565 se construyó en el primer piso el corredor de Vasari, que funcionando como un pasadizo, servía a los Medici para pasar desde el Palazzo Vecchio hasta el Palazzo Pitti sin mezclarse con la plebe.
Oltrano: La Florencia tras el río
Acostumbrados a los tours más frenéticos, a veces el viajero no degusta Florencia con la necesidad que requiere saborearla, vibrarla y al mismo tiempo reposarla. La zona del Oltrarno, es decir la que crece en las laderas cuando cruzamos el Ponte Vecchio, nos lleva hasta algunos lugares majestuosos de la ciudad, donde reposar los pies tras el arduo y exigente paseo se agradece. Entre ellos como no los Jardines de Bóboli del Palacio Pitti, la plaza e iglesia de Santa Maria dei Carmine, o la entrada a la iglesia de San Miniato al Monte.
El Palacio Pitti es un ejemplo de como la lucha nobiliaria en la Florencia Renacentista supuso el fin de una dinastía, los Pitti, que en su pretensión por ser más que los Médici, llegaron a arruinarse, obstinados en superar las residencias de sus enemigos. A tal punto llegó su enconada exhibición de lujo, que las enormes ventanas del palacio debían ser mayores en dimensiones que la puerta principal del Palazzo Medici-Riccardi. No es de extrañar que la construcción del Palacio Pitti se quedase a medias desde que en 1458 se empezase a edificar.
Tras la compra del edificio por los Médici, un siglo después, concluyó su finalización. Los inmensos salones que visitamos hoy, donde el lujo se concibe como la máxima expresión del poder real, sirven de sede para la Galería Palatina, el Museo Degli Argenti o la Galería de Arte Moderno de Florencia.
Detrás del Palacio Pitti hallamos los serenos y apacibles Jardines de Bóboli, el mayor espacio verde de la ciudad y que desde 1569 hasta 1766 sólo pudieron disfrutar sus dueños. Perfectamente cuidados, mantienen la majestuosidad de los típicos jardines renacentistas, con espacios para el relax, pero también para la cultura, como el anfiteatro donde curiosamente se representaron las primeras óperas de la Historia. Los Médicis, tras la compra del Palacio a los Pitti, situaron a los Jardines de Bóboli sobre lo que fue una vieja cantera. De esta forma se aprovechó para hacer una especie de teatro que tuviera graderío, y allí se llegaron a representar unas cuantas óperas.
Fuerte San Giorgio (Belvedere)
El Fuerte San Giorgio, más conocido como Fuerte de Belvedere se construyó en 1590. Además de defender la ciudad de posibles ataques externos, a través de los Jardines de Bóboli, era posible llegar desde el cercano Palazzo Pitti en caso de peligro.
En el interior se encuentra el elegante Palacete de Belvedere, que existía antes de la construcción del Fuerte y que probablemente fue diseñado alrededor de 1570. El Palacete se convirtió en la caja fuerte de los Médici, cuyos bienes se guardaban en el fondo de un pozo dentro del edificio: cualquiera que hubiese intentado forzar la cerradura habría activado una trampa que lo habría atravesado con sus púas.
Hoy es la sede de importantes exposiciones y eventos culturales, así como uno de los puntos desde donde se puede disfrutar de una de las vistas más bellas de Florencia.
San Miniato in Monte
Uno de los lugares más bellos que podemos visitar en Florencia nos sube hasta San Miniato in Monte. Las vistas sobre toda Florencia desde la colina donde se alza San Miniato son de las mejores para tener una perspectiva del Arno, el Ponte Vecchio, y las cúpulas de las principales iglesias, entre ellas la catedral. El paseo comienza tras cruzar el puente y siguiendo las antiguas murallas que defendían Florencia, alcanzamos la subida que asciende. Tanto desde la pequeña plaza Michelangelo, como desde lo la entrada de San Miniato tenemos una panorámica muy sugerente de la ciudad. El templo está dedicado al mártir local en un estilo románico toscano que combina el mármol blanco de Carrara con el serpentino verde oscuro.