Santiago de Compostela es,
junto con Roma y Jerusalén, uno de los centros
espirituales más importantes del mundo cristiano. Según la tradición, en este
lugar se encuentra la tumba de Santiago el Mayor, uno
de los doce apóstoles de Jesucristo.
Se sabe que
tras la muerte de Cristo, Santiago el Mayor continúa su labor apostólica en
Jerusalén. Esta misión evangelizadora le llevó posteriormente hasta
tierras hispánicas, comenzando en el sur de Hispania para posteriormente
desplazarse al norte por tierras portuguesas (Coimbra, Braga, etc.) llegando
hasta Iria Flavia, ya en Galicia.
Posteriormente
se dirigiría hacia el este de la península (Lugo, Astorga, Zaragoza y Valencia)
para partir, de nuevo, hacia Palestina, desde la costa mediterránea española.
A su llegada a
Palestina y tras incumplir la prohibición de predicar el Cristianismo, fue
decapitado en tiempos de Herodes Agripa. Según la tradición, su cadáver fue
robado por los discípulos Atanasio y Teodoro y llevado en barco de nuevo a
tierras españolas, en concreto a Iria Flavia (cerca de la actual Padrón).

La tradición prosigue con el azaroso viaje del cuerpo de Santiago, que es transportado en carro hasta el bosque de Libredón, lugar en que los bueyes se negaron a continuar. Este hecho debió ser tomado como una señal divina y fue elegido como lugar de enterramiento del cuerpo de Santiago.
Aunque la invasión árabe y los tumultuosos cambios políticos, sociales y religiosos que acarrearon en el país, silencian durante un tiempo la incipiente tradición jacobea en España, tras la batalla de Covadonga, se asienta en Asturias un pequeño reino que intenta recuperar el ideal unificador de la monarquía hispanovisigoda. Uno de los principales y decisivos monarcas de este periodo inicial fue Alfonso II "El Casto" que reinó durante un largo periodo de tiempo (entre el año 791 y el 842). Es durante su reinado cuando se produce el milagroso descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago.
Según cuenta la
Concordia de Antealtares, (primer testimonio escrito de los hechos, datado en
1077) un ermitaño llamado «Pelayo» que vivía en Solovio, en el bosque de
Libredón, empezó a observar durante las noches resplandores
misteriosos. Inmediatamente informó del hallazgo a Teodomiro, obispo de
Iria Flavia que marchó a aquel lugar encontrándose que esa luz revelaba el
lugar donde estaba enterrada el Arca Marmárea. En el sepulcro pétreo reposaban
tres cuerpos, atribuyéndolos a Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y
Anastasio.
Teodomiro
visita la corte ovetense de Alfonso para informarle de tan fenomenal suceso. El
monarca organiza un viaje a este lugar rodeado de sus principales nobles, y al
llegar al citado "Campo de Estrellas" (Compostela) manda la
construcción de una pequeña iglesia de estilo asturiano, que ha sido constatada
por las excavaciones arqueológicas.
Desde este momento,
queda establecida oficialmente la tumba del apóstol en aquel mágico lugar,
cercano al cabo de Finisterre, punto situado en el extremo occidental de
Europa. El camino a Finisterre era indicado desde cualquier lugar de Europa por
las estrellas de la «Vía Láctea». desde antiguo se creía que allí se acababa el
mundo y que el Atlántico era «la tumba del sol». Posiblemente estos hechos
geográficos y astronómicos ayudaron a reforzar el magnetismo que desde entonces
provocó en millones de almas la ruta jacobea.
Entre los siglos X y XI comienzan las peregrinaciones a Compostela. El Camino
partía de las ciudades francesas de Arles, Le Puy, Orleans y Vezelay. La Ruta
Jacobea se introduce en España a través de Roncesvalles y Jaca. El
camino discurre por tierras de Navarra, Aragón, La Rioja, Castilla y León, para
atravesar Galicia y llegar a Santiago. Ésta es la ruta más popular, el llamado
Camino Francés, y recorre 775 kilómetros a través de tierras españolas.
Pero existen otros caminos que nos llevan a Compostela. El llamado Camino del
Norte discurre por el País Vasco, Cantabria y Asturias hasta llegar a Santiago
cruzando la provincia de Lugo y tras recorrer 818 kilómetros. Otra ruta
cruzaba Portugal y otra, que sigue la antigua Vía de la Plata, parte de la
ciudad de Sevilla para dirigirse al mismo destino. También podemos
encontrar el camino inglés, para aquellos que se
dirigían a Santiago desde los países escandinavos, bálticos, bajos, el Norte de
Francia e Inglaterra. Tras desembarcabar en los puertos de Ferrol, desde allí se dirigían a su destino a través de
un itinerario estimulante, entre mar y montaña.
El definitivo
espaldarazo que hace del Camino de Santiago la gran ruta de peregrinación de
los siglo XII y XIII es la concesión desde Roma de los Años Santos
Compostelanos, con la posibilidad de que los peregrinos obtengan la indulgencia
plenaria. La Bula Regis Aeterni concedida por el Papa Alejandro III en
1179, no hace sino confirmar privilegio concedido a Compostela por el papa
Calixto II en el año 1120 por lo que serán Años Santos o Años Jubilares todos
aquellos en los que el día 25 de Julio (día de Santiago) coincida en domingo.
Así tras
recorrer el tortuoso camino se consigue la indulgencia plenaria o perdón de todo
tipo de culpa o pena. Pero las condiciones para ganar el jubileo son las
siguientes:
- Visitar en Año Santo la Catedral de Compostela donde se guarda la Tumba de Santiago el Mayor.
- Rezar alguna oración (al menos el Credo, el Padre Nuestro y pedir por las intenciones del Papa) (Se recomienda asistir a la Santa Misa).
- Recibir los Sacramentos de la Penitencia y la Comunión, dentro del período comprendido entre los quince días anteriores y posteriores a la visita a Compostela.

Poco a poco fueron tantos los que hacían el Camino, que se hizo necesario construir puentes, albergues y hospitales para ayudar a los peregrinos. Las órdenes monacales y los reyes ayudaron en esta labor, en la que destacaron personajes como San Juan de Ortega o Santo Domingo de la Calzada.
El peregrino tradicional vestía de forma humilde. Llevaba una capa para defenderse del frío, un sombrero de ala ancha y unos buenos zapatos. La esportilla era una especia de bolsa para guardar los alimentos. El bordón era un palo largo que ayudaba a caminar y a espantar a las fieras. Llevaba colgando la calabaza, que servía para guardar el agua. Para identificarse, los peregrinos cosían una concha o venera a sus ropas. El peregrino debía visitar los santuarios que encontraba a su paso, pidiendo que se le entregasen unos sellos como justificante de haber estado allí.
El camino era largo y penoso, pues el peregrino pasaba frío, calor, cansancio o
hambre. Además, podía caer enfermo o ser asaltado por los ladrones, sin olvidar
los abusos de los posaderos. Sin embargo, el premio hacía que todo lo sufrido
mereciera la pena, recibiendo la indulgencia y perdón por sus pecados.
Sin duda es en el último cuarto del siglo XX cuando verdaderamente se produce
el resurgir de las peregrinaciones a Santiago. No cabe duda que parte del éxito
de los últimos años se debe a razones de promoción turística de la que ha sido
objeto. Pero también es incuestionable que la ruta jacobea se ha ganado su
prestigio actual, logrando en 1993 el bien merecido título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, dado su gran
valor cultural y su valor eminentemente espiritual, de intercambio de
conocimientos, lenguas, noticias, valores artísticos…en una sociedad cada vez más enferma de materialismo.
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Los principales caminos de Santiago en Europa |

EL CAMINO FRANCÉS
Considerada
calle mayor de Europa, el Camino de Santiago Francés desde
Roncesvalles es, sin duda, la ruta del Camino de Santiago con
mayor tradición histórica y que disfruta de
más reconocimiento nacional e internacional, aunque el privilegio de la
ruta más antigua recaiga en el camino primitivo, que transcurre por el norte de
España.
El Camino de
Santiago Francés cuenta con un itinerario preciso en el país galo, de donde
parten cuatro ramales. Tres de ellos, con origen en París-Tours,
Vézelay-Limoges y Le Puy-Conques, confluyen en Ostabat, población situada a 20
kilómetros de Saint-Jean-Pied-de-Port. Tras cubrir este corto trayecto
juntos y trepar por los Pirineos, los peregrinos acceden a España
por Roncesvalles. El cuarto recorrido galo, procedente de Arles-Toulouse,
entra a su vez por el puerto de Somport y continúa hasta Jaca,
localidad situada en la comunidad española de Aragón. Ambas variantes no se
unificarán hasta Puente la Reina (Navarra), una de las localidades con mayor
acervo jacobeo.
Desde este
punto el Camino frances mantiene un único itinerario hasta la llegada
a Galicia, con pequeñas variantes en algunos tramos, como las que optan, a
partir de Sahagún, y de forma minoritaria, por continuar camino por las
antiguas vías o calzadas romanas. Llegados a Galicia, y tras salvar el
legendario ascenso a O Cebreiro, los romeros avanzarán rápidamente
entre los bosques autóctonos de la provincia de Lugo y las praderas y pequeños
montes de A Coruña. Si se parte desde el país galo, y tras casi un mes de
peregrinación, se alcanza entonces Santiago de Compostela.
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El Camino Francés en España |
Navarra es puerta en España del Camino de
Santiago. Las tres grandes vías jacobeas europeas "Podense, Lemovicense y
Turonense" se unen en la cercana localidad francesa de Ostabat y entran
por Luzaide/Valcarlos, bello pueblo fronterizo.
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Real Colegiata de Roncesvalles y albergue de peregrinos |
El descenso de Ibañeta conduce a la Colegiata de Orreaga/Roncesvalles,
construida a finales del siglo XII y principios del XIII y en cuyo conjunto
arquitectónico sobresale la iglesia colegial de Santa María con su bella talla
gótica en madera de la virgen y su claustro del siglo XVII, la capilla del
Sancti Spiritus o silo de Carlomagno del siglo XII o la iglesia de Santiago.
Siguiendo la ruta Jacobea nos reciben los bellos
pueblos-calle pirenaicos de Auritz/Burguete y Aurizberri/Espinal, donde
destacan sus cuidados caserones.
Ya cerca de Pamplona, encontramos en Arre el
puente medieval, basílica y hospital-albergue de la Trinidad, que conduce por
Villava y Burlada hasta Pamplona, a cuyo casco antiguo se accede desde el bello
puente de la Magdalena y el portal de Francia o Zumalacárregui, a los pies de
la restaurada muralla de la ciudad.
Pamplona fue fundada en el 74 a. C. por el general romano Pompeyo. Durante la Edad Media fue la capital del Reino de Pamplona y posteriormente del Reino de Navarra
La capital de Navarra, ciudad enclavada en el
Camino de Santiago, ha recibido durante siglos a los peregrinos en el puente de
la Magdalena, punto idóneo para iniciar un paseo que descubre la muralla de la
ciudad. Tras atravesar el portal de Francia, se accede al centro histórico y a
la catedral gótica de Santa María la Real, construida en los siglos XII y XV.
Su fachada neoclásica da entrada al templo, en el que destaca su claustro
gótico de estilo francés.
En la actualidad, con casi 200.000 habitantes, es una ciudad
acogedora, cómoda y moderna, rodeada de extensos parques, y salpicada de
rincones cargados de encanto y de historia.
Puente La Reina
Es una población eminentemente jacobea, con restos
de murallas y diversas construcciones religiosas. Debe su fundación al puente
que la reina doña Mayor mandó construir sobre el río Arga.
En Puente
La Reina se hacen rutas jacobeas que proceden del puerto de Somport y de
Roncesvalles. Entre su acervo monumental destaca la iglesia de Santiago El
Mayor, construida en el siglo XII y ampliada posteriormente. Tiene una bella
portada románica con influencias moriscas, planta de cruz latina y bóvedas de
crucería estrellada. La iglesia del Crucifijo, románica tardía del siglo XII,
fue ampliada en el siglo XIV. Su fundación se debe a los caballeros templarios
que instalaron el albergue. También dignos de mención son su gran puente
medieval de cinco arcos, la iglesia de San Pedro, del siglo XIV, y el convento
de Comendadoras de Sancti Spiritus.
La capital de la comarca de Tierra Estella tiene
sus orígenes en poblaciones romanas y vasconas, pero es el rey navarro Sancho
Ramírez quien funda la ciudad actual para atender a los numerosos peregrinos
jacobeos.
Esta villa, atravesada por el río Ega, cuenta con un casco histórico medieval donde las construcciones románicas y góticas nos hablan de su esplendor histórico.
Su situación en el Camino de Santiago y el hecho convertirse en corte regia, contribuyen a su prosperidad económica durante todo el Medievo.
LA RIOJA
Logroño
Logroño es la primera parada en el camino que transcurre a través de tierras riojanas. El Camino de Santiago hizo de ésta una de las
poblaciones más importantes de la ruta, dejando un interesante conjunto
monumental estrechamente vinculado al tradicional paso de peregrinos. La historia de Logroño
no puede desligarse del Camino de Santiago. Tanto es así, que la ciudad no
llegó a cobrar importancia hasta el auge de la ruta jacobea, a partir del siglo
XI.
Y es que el paso de comerciantes, artistas y peregrinos por las calles empedradas de la capital riojana durante siglos han hecho de la ciudad un cruce de caminos de gran relevancia cultural.

De la antigua muralla que circundaba la ciudad, queda en pie la
muralla del Revellín y la puerta de Carlos I. Durante las fiestas patronales,
se celebran en este lugar actos que recuerdan el asedio francés a la ciudad.
En torno a la Rúa Vieja, tradicional calle de paso de los peregrinos
que se dirigían a Compostela, aparecen las más importantes representaciones de
la arquitectura jacobea como son el albergue de Peregrinos o la famosa fuente
de los Peregrinos. Tampoco deja duda sobre la importancia de esta ruta jubilar
la iglesia de Santiago. Este monumental edificio, erigido en el siglo XVI,
cuenta con una sola nave y su fachada muestra una formidable imagen de Santiago
Matamoros. En el interior se venera la imagen de la Virgen de la Esperanza,
patrona de Logroño.
El centro histórico acapara importantes citas culturales, como la
Catedral de Santa María la Redonda (ss. XV-XVIII), que alza sus imponentes
torres barrocas en la plaza del Mercado. El actual recinto catedralicio se
asienta sobre una antigua iglesia románica de forma redonda. De la importante
obra escultórica presente en el edificio, sobresalen las tallas de Gregorio
Fernández y una representación del Calvario realizada por el maestro
renacentista Miguel Ángel.
Abundan los templos en Logroño, destacando entre todos ellos Santa
María de Palacio, el más antiguo de la capital riojana, que preside el
horizonte logroñés con su aguja gótica. En su interior se pueden admirar un
magnífico claustro, un retablo flamenco y varias piezas románicas. Muy cerca,
aparece la torre mudéjar de la iglesia de San Bartolomé, dedicada al patrón de
la ciudad. Construida en el siglo XII, conserva una exquisita portada esculpida
y constituye la única muestra de arte románico en la urbe.
Dejando atrás Logroño, el Camino Francés transcurre por Navarrete, con restos de un antiguo hospital de peregrinos, y Nájera, antigua corte real. En ésta última podemos admirar el Monasterio de Santa María la Real, que destaca por su espléndido claustro y por su función como refugio de peregrinos. Continuando este trazado, los caminantes deben desviarse unos kilómetros hasta San Millán de la Cogolla para admirar la increíble belleza del conjunto formado por los Monasterios de Suso y Yuso, declarados Patrimonio de la Humanidad. Santo Domingo de la Calzada es la última gran etapa riojana del Camino.
Una de las localidades riojanas más profundamente marcadas por el
Camino de Santiago es Santo Domingo de la Calzada. Su entramado de calles
medievales, declarado Conjunto de Interés Histórico-Nacional, alberga un
valioso patrimonio en el que destacan sus murallas, la Catedral y el antiguo
Hospital de Peregrinos. La gastronomía riojana, y sobre todo los afamados vinos
de Rioja, son algunos de los atractivos que ofrece la zona, donde, además, se
podrá conocer la cuna del castellano y los monasterios de Suso y Yuso, en San
Millán de la Cogolla.
A los pies de la Sierra de la Demanda y el monte de Yuso, Santo
Domingo fundó esta villa en el año 1044 (título que le concedió Alfonso XI en
1334) para socorrer a los peregrinos que viajaban
en la Baja Edad Media hasta Santiago de Compostela. Para ello, construyó un puente,
levantó un albergue, un hospital y una ermita. A Pedro I “El Cruel” se deben
las murallas que fortifican su trazado medieval, declarado Conjunto de Interés
Histórico-Nacional.
La primitiva ermita pasó a ser una iglesia bajo la advocación del
santo, para más tarde consagrarse como Catedral. Este templo, situado en la
céntrica Plaza del Santo, fue iniciado en 1158 en estilo gótico, si bien posee
elementos de origen románico, como su portada y ábside, y otros de estilo
barroco y renacentista, como la esbelta torre exenta.
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Catedral de Santo Domingo y Parador de Turismo |
Además de las capillas, el coro o el claustro, llama la atención
entre sus estancias un gallinero, que recuerda un hecho milagroso ocurrido en
estas tierras. El dicho “Santo Domingo de la Calzada, cantó la gallina después
de asada” hace referencia al milagro por el cual revivieron un gallo y una
gallina para probar la inocencia de un joven ahorcado injustamente, que
sobrevivió a su condena.
Frente a la Catedral se alza el antiguo Hospital de Peregrinos, hoy
Parador de Turismo. Su estructura originaria, del siglo XII, fue levantada por
Santo Domingo para acoger a los peregrinos que se dirigían a la capital
compostelana.
En torno a la Plaza del Santo se extiende un conjunto armonioso de
elementos románicos, góticos, renacentistas y barrocos. Las casas blasonadas de
la calle Mayor, el Ayuntamiento y el convento de San Francisco configuran los
puntos de máximo interés. También la casa del Santo, Oficina de Información del
Camino de Santiago, merece una visita. En sus instalaciones se proporciona todo
tipo de información para continuar la ruta jacobea, o retornar hacia Logroño y
Navarra.
El Camino de Santiago
atraviesa de este a oeste la provincia de Burgos a través de 112 kilómetros. Su
estratégica situación la convirtió en paso obligado de millones de peregrinos
europeos y españoles, que decidieron a partir del siglo IX, encaminar sus pasos
hasta la tumba de Santiago.
Algunos
de los edificios románicos más importantes, no sólo de la Comunidad de Castilla
y León sino de toda España, se construyeron en el Camino de Santiago por estas
tierras, como San Juan de Ortega, San Martín de Frómista, San Isidoro de León,
etc.

El primer pueblo en tierras burgalesas es Redecilla del Camino, o Radicella que decía el Códex. Varios edificios blasonados dan idea de la importancia que tuvo en otras épocas. Sin duda, lo más emblemático de la población es la célebre Pila Bautismal custodiada dentro de su templo parroquial dedicado a Nuestra Señora de la Calle. Esta magnífica pila es, sin duda, la mejor de todo el Camino, proviene del siglo XII, es románica, y asemeja una ciudad amurallada, con torres, almenas y ventanas. En forma de copa, su arranque se consolida sobre un cuerpo de ocho columnas, de las que parten otras tantas torres. En su base, se ha querido ver una serpiente.
Tras Redecilla del
Camino el peregrino ha de ascender por los boscosos Montes de Oca, lugar
peligroso en la Edad Media por los asaltantes que albergaban.
Antes de llegar a San
Juan de Ortega se pasa por la importante población de Belorado, que
conserva restos de un castillo y también por Villafranca de Montes de
Oca.
Se cuenta de su fundador que, tras una peregrinación a Jerusalén, ya de
vuelta, debido a un fuerte temporal, suplicó la intercesión de San Nicolás,
santo del que portaba una reliquia, quien lo salvó de tan duro trance. Debido a
ello y en agradecimiento, comenzó la construcción de una capilla dedicada al
santo de Bari.
La iglesia del Monasterio
de San Juan de Ortega es obra de mitad del siglo XII. La cabecera es
hermosa, con tres ábsides de planta semicircular, El central tiene un ingenioso
juego de columnas en las que se apoyan diversos arcos.
En el interior, la
escultura monumental está repartida en 76 capiteles, media docena de los cuales
son historiados. Mención especialísima merece el triple capitel que
reproduce el ciclo de la Natividad completo.
Dicho
capitel es objeto de admiración universal. En los equinoccios, a las 5 de la
tarde, hora solar, es protagonista de un acontecimiento que se conoce como
"Milagro de la Luz" gracias a un rayo de luz que ilumina el capitel
de la Anunciación, siendo la contemplación del fenómeno algo fascinante, que
mezcla el arte con lo mítico.
El sepulcro de San Juan
de Ortega, conservado en la cripta, es una joya escultórica del románico final
español. Está completamente decorado
con figuras y escenas, con relieves elegantes, de original factura y cuidada
labra.
Burgos
El Camino de Santiago penetra en la ciudad de Burgos entrando por el barrio de Gamonal donde se encuentra con la interesante iglesia gótica del siglo XIV, de Nuestra Señora la Real y Antigua, y el crucero de peregrinos situado a su entrada, la Ruta Jacobea se enfila después hacia el casco histórico de Burgos.
La ciudad del Arlanzón es uno de los hitos fundamentales para comprender el
trazado peninsular del Camino de Santiago. El paso de esta vía de peregrinación
jacobea marcó la historia y el desarrollo urbano de la ciudad durante varios
cientos de años. Todas sus instituciones religiosas, incluida su magnífica
Catedral, giraban en torno a los peregrinos.
Además, sus 35 hospitales convirtieron a Burgos en la ciudad más
hospitalaria de toda Europa. Fue tanta la influencia del Camino de Santiago en
la configuración urbana de Burgos que su plano actual ha conservado con
toda exactitud el trazado histórico del mismo.
Por la calle de Las Calzadas se alcanza la jacobea plaza
de San Juan, con sus antiguos monasterio y hospital de romeros. Enfrente
de éstos se alza la iglesia en donde están
enterrados los restos de San Lesmes: venerado
santo francés que se quedó en Burgos, allá por el siglo XI, para cuidar a los
peregrinos enfermos.
Una vez cruzado el puente medieval sobre el río Vena,
el Arco
de San Juan,
permite enfilar por toda la larga y sombría calle del mismo nombre hasta
enlazar, por la calle de Avellanos, con la antigua rúa
de Fernán González. Siguiendo esta vía se alcanza la Catedral,
declara Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Levantada sobre una factura románica, la actual construcción se realizó siguiendo el modelo gótico franco-normando. Las filigranas de las agujas de las torres y del volumen exterior de la Capilla del Condestable son algunas de sus obras maestras. Tanta belleza y genialidad constructiva dan paso, en su interior, a una larga lista de obras excepcionales: la cúpula estrellada que cubre las tumbas del Cid y Doña Jimena, el coro, los sepulcros, y la Escalera Dorada del arquitecto y escultor burgalés Diego de Siloé, una de las figuras más representativas del Renacimiento español.
Levantada sobre una factura románica, la actual construcción se realizó siguiendo el modelo gótico franco-normando. Las filigranas de las agujas de las torres y del volumen exterior de la Capilla del Condestable son algunas de sus obras maestras. Tanta belleza y genialidad constructiva dan paso, en su interior, a una larga lista de obras excepcionales: la cúpula estrellada que cubre las tumbas del Cid y Doña Jimena, el coro, los sepulcros, y la Escalera Dorada del arquitecto y escultor burgalés Diego de Siloé, una de las figuras más representativas del Renacimiento español.
En el siglo XIV se completó el claustro con las capillas anejas.
Durante los siglos XV y XVI la familia de los Colonia modificó algunas partes,
como los remates de las torres, el cimborrio y la capilla del Condestable. El
conjunto es de estilo gótico, aunque luego en las capillas aparecen otros
estilos. Tiene 3 naves con un presbiterio y una girola rodeada de capillas. Las
dos entradas principales son las de Santa María, con tiple puerta (en la que
faltan las esculturas góticas originales), y la del Sarmental (al Sur), que
representa a Cristo Majestad acompañado de los evangelistas y con un parteluz
donde está la figura de D. Mauricio, obispo que junto con el rey Fernando III
ordenaron su cnstrucción en el año 1221
Tras maravillarse con esta joya del arte gótico y por la misma calle, se localiza la salida de la antigua ciudad amurallada: el arco mudéjar de San Martín.
Después de cruzar el río Arlanzón por el puente de
Malatos se llega, atravesando el parque de El Parral, hasta la capilla de San Amaro y el Hospital del Rey, una de las más
importantes instituciones hospitalarias de todo el Camino de Santiago.
Real Monasterio de las Huelgas Reales
|
A ambos extremos del casco histórico de Burgos se encuentran dos
importantes construcciones. Hacia el oeste se levanta el Real Monasterio de las
Huelgas Reales, en el que destacan su claustro gótico y la capilla del Apóstol
Santiago. A su lado, el Museo de Ricas Telas expone, entre otras cosas, el
histórico estandarte arrebatado a los árabes en la Batalla de las Navas de
Tolosa (año 1212). Al este de la capital, en la Cartuja de Miraflores
encontramos un impresionante retablo policromado, entre otras obra artísticas.
Cuenta la tradición que fue dorado con el primer oro que llegó a España tras el
Descubrimiento del América.
Continuando con nuestro camino nos encontramos en Castrojériz. De construcción medieval, posee un
legado monumental de primer orden. Un destartalado castillo se recorta en la
loma.
Conserva las ruinas del Convento de San Antón, el templo de las Madres
Clarisas y las iglesias de San Juan y Santo Domingo.
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Colegiata de Santa María del Manzano - Castrojériz |
Otro de
los lugares emblemáticos del Camino de Santiago en Burgos es el Puente Fitero en Ítero del Castillo. Este
puente data del siglo XI aunque con reformas posteriores. Fue mandado construir
por Alfonso VI para atravesar el Río Pisuerga, en el límite provincial actual
de las provincias de Burgos y Palencia.
Se
trata de una grandiosa obra de ingeniería medieval, que consta a un perfil
alomado con 11 ojos de medio punto la mayoría aunque también los hay apuntados.
Los tajamares son triangulares en el costado de llegada de las aguas.
Muy próximo al puente,
una ermita recuperada sirve de cobijo y descanso al peregrino. Nos referimos a
San Nicolás de Puente Fitero. Bajo la advocación de San Nicolás de Bari, se
construyó un hospital y una ermita al servicio del Camino de Santiago. En el
año 1174 ya se tenían noticias de su existencia. El abandono fue una constante,
hasta que merced al empeño de esta Asociación de Amigos del Camino de Santiago
de Burgos y la de la Confraternidad de Sant Giaccomo de Peruggia, se recuperó
para la atención al peregrino. Todos los años, el día 20 de Julio se celebra en
su entorno una romería en honor al santo.
PALENCIA
El itinerario palentino del Camino de Santiago transcurre a lo largo de
unos 70
kilómetros, dejando atrás la provincia de Burgos, atravesándola de
este a oeste, casi por el centro geográfico de la misma. Cruza desde Itero de la Vega hasta San Nicolás del
Real Camino, en total se recorren 12 pueblos con encanto, con historia, con
gentes y amables y con la tradición de la buena mesa. A lo largo del Camino el
peregrino se maravilla con los paisajes, con las sensaciones y con los
monumentos esparcidos por Palencia.
Además del
itinerario tradicional, existe un ramal alternativo, el cual desde Cervatos de
la Cueza, San Román de la Cuba, Pozo de Urama, Villada y Pozuelos del Rey, nos
lleva a enlazar ya en tierras de León, con el Camino Francés.

Tras pasar Ítero del Castillo, en la provincia de Burgos, llegamos a la margen palentina. Itero de la Vega es el primer pueblo palentino que surge en el Camino de Santiago. La ermita dedicada a la Piedad, del siglo XIII, a la entrada, alberga una imagen de Santiago peregrino.
El siguiente pueblo, Boadilla
del Camino, contaba en 1345 tres iglesias y dos
hospitales, uno de ellos fundado, en el siglo XVI, por el arzobispo Antonio
Rojas, presidente del Consejo de
Castilla. Hoy, apenas mantiene abierto un
templo, el de Santa Marta, en cuya
plaza trasera se alza el mejor rollo jurisdiccional de Castilla. La columna fue tallada en el siglo XV según el
gótico tardío y simbolizaba el poder jurídico, además de utilizarse para
encadenar y ajusticiar a los reos. El templo, por su parte, levantado en el
siglo XVI, consta de tres naves, destacando el retablo mayor (siglo XVI), la
pila bautismal (siglo XIV) y un retablo con pinturas castellanas.
Desde aquí pronto llegaremos a la localidad jacobea de Frómista.
Aquí, a tan solo 424’3 kilómetros de Santiago, y en plena comarca de Tierra de
Campos, se alza la Iglesia de San Martín de Frómista, un templo del siglo XI
que está considerado como la joya del románico por excelencia.
Resulta sorprendente la perfección de sus formas, sus volúmenes, su exacta y
perfecta construcción, su belleza arquitectónica y su riqueza ornamental.
Mucho
se ha hablado de la abusiva restauración del siglo XIX que la dejó
"perfecta" pero se respetaron las formas originales.
De planta
rectangular, se trata de una iglesia de tres naves, más alta y doble la central
que el resto, con crucero acusado sólo en alzado y linterna poligonal. El
hastial es flanqueado por dos torrecillas cilíndricas.
Portadas,
ventanales con arquivoltas sobre columnas encapiteladas de la mejor calidad y
un total de 300 canecillos ofrecen al espectador un mareante juego de formas.
Ya en el interior, tan grandilocuentemente como su cara externa, veremos sus
tres naves separadas por pilares acodillados en la zona del crucero y cuadrados
en las naves. La cubierta es de bóveda de medio cañón. Cincuenta capiteles
(algunos réplicas de los originales) deleitan con imágenes costumbristas,
religiosas y simbólicas.
También
en Frómista hay que visitar la Iglesia de Santa María del Castillo, un templo
gótico renacentista que alberga un novedoso montaje sobre la historia de los
peregrinos y la Iglesia de San Pedro.
El Camino original se pierde, al salir de Frómista, bajo los
cultivos de cereales o bajo el asfalto, pero la monotonía del paisaje no debe
distraer al viajero. No demasiado lejos aguarda Población de
Campos que, atravesado por la vieja calle Francesa, fue la más
importante bailía de la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en Tierra
de Campos, donada por Alfonso VII en junio de 1140. La parroquial
barroca (siglo XVII) dedicada a la Magdalena, guarda una tabla
flamenco-portuguesa de Jesús nazareno de 1507. No es el único templo, ya que junto a la calzada se yergue la ermita románica de Santa María del
Socorro, donde se venera una virgen sedente del siglo XIII. Y a la izquierda de
la carretera, se alza la ermita de San Miguel, románico-gótica, con
cabecera rectangular, ventanales apuntados, cruz patada y espadaña.
El apellido de Campos también lo posee Revenga, lugar donde coinciden asfalto y traza histórica. El
menguado cauce del Ucieza borbotea
aquí, donde una calle, aún llamada Francesa, alude al Camino. La barroca
parroquial guarda una cruz procesional plateresca del siglo XVI, envidia, sin
duda, del retablo mayor, del siglo XVII, que se encuentra en el templo
renacentista dedicado a Santa María en Villovieco
de Campos. Santiago cobra fuerza, pues en las imágenes del retablo
se alude a la batalla de Clavijo .
Carrión de los Condes
Carrión de los Condes es la principal ciudad de la ruta palentina. Aquí,
se unían la vía romana Aquitania, de Burdeos a Astorga, y
la jacobea diseñada por Sancho
III de Navarra desde Pamplona. Corte de reyes, sede del
condado de los Beni-Gómez y cuna de ilustres personajes, como el
marqués de Santillana y Don Sem Tob, la
antigua Lacóbriga unía, también, una vía secundaria, llegada desde el
norte, que pasaba por Valmaseda, Valle de
Mena, Bercedo, Espinosa de los Monteros y Reinosa, para
descender siguiendo el Pisuerga.
Destacan la iglesia de Santa María, con un sobrio pórtico donde se talló
el tributo de las cien doncellas, y el de Santiago, con
un Pantocrátor escoltado por los apóstoles y veinticuatro figuras
muestran oficios artesanales y escenas guerreras del siglo XII.
A orillas del Carrión, también creció el cenobio de San
Zoilo, fundación benedictina del siglo X y dotado, en 1047, por los condes
de Carrión, Gome Díaz y su mujer, Teresa, con las reliquias
del santo. Aquí, se enterró a los fundadores y a sus hijos, los infantes
de Carrión, casados con las hijas de El Cid. Hasta el siglo XV,
perteneció a Cluny y poseyó un hospital para peregrinos. Hoy,
abandonado y cerrado, esconde un claustro renacentista, obra maestra de Juan
de Badajoz el Mozo.
En el cruce a Villotilla, un camino muy pedregoso es el resto del camino
original. Lleva a Calzada de los Molinos, cuya parroquial
de Santiago, en gótico-mudéjar, destaca por sus armaduras mudéjares y por
el retablo mayor, de estilo renacentista italiano, donde luce una talla del
santo vestido a usanza mora. La ruta auténtica seguía por la abadía
de Santa María de Benevívere, fundada en 1165 para canónigos regulares
de San Agustín y de la que quedan escasas ruinas, y por el priorato
de San Torcuato, en cuyo hospital daban “pan, pero sin excederse”,
según Herman Künning de Vach.
Cuatro lugares restan antes de abandonar Palencia. Lédigos, pueblo de
tapiales de adobe, muestra en su iglesia, consagrada a Santiago, tres
diferentes imágenes del santo: matamoros, peregrino y apóstol. La villa, con
todos sus edificios, prados, huertas y viñedos, fue ofrenda, en 1028,
de doña Urraca, madre de Bermudo III, al apóstol. Más
allá, Terradillos de Templarios recoge el testigo de los dos pueblos
ya inexistentes por los que sí pasó la ruta original. Su nombre indica que fue
posesión templaria, dependiente de la encomienda de Villalcázar de Sirga.
Por contra, Moratinos puede presumir de que la ruta de las
estrellas pasó siempre por su calle Real, como aparece en documentos
de 955.
Por último, San Nicolás del Real Camino. El lugar estuvo siempre vinculado
a la peregrinación gracias al hospital del mismo nombre fundado en 1183 por un
poderoso caballero de la comarca, Tello Pérez de Meneses. Llegó a admitir
trece leprosos en su época de máximo apogeo, más nada queda de él. La ruta
serpentea de nuevo y, a poco, el Camino, sin dejar Tierra de Campos,
entra en la provincia de León.
LEÓN
LEÓN
Por derecho propio, el Camino de Santiago
es una piedra angular en la memoria colectiva leonesa. A lo largo de los
siglos, la capital ha presenciado el eterno trasiego jacobeo protagonizado por
unos peregrinos que, en opinión de Goethe, construyeron Europa mientras se
dirigían a la tumba del Apóstol en Compostela. La antiquísima ruta de las
estrellas está llena de mitos y de sentimientos indescriptibles.
El Camino de Santiago tiene una
especial significación para la provincia de León, además son más de 200
kilómetros de la Ruta Jacobea los que transcurren por tierras leonesas.
La primera etapa del Camino de
Santiago en la provincia de León se inicia en el municipio de Sahagún, villa
que alcanza el peregrino que llega desde Carrión de los Condes, en la provincia
de Palencia, cuando corona el Alto del Carrasco.
Sahagún - iglesia de San Tirso |
La iglesia de San Tirso es muy importante
pues se considera que fue una de las primeras iglesias románicas españolas en
que se reemplaza la piedra por el ladrillo para llegar a ser lo que se ha
venido en denominar Románico-Mudéjar o Románico de Ladrillo.
Parece que se inició su edificación en las
primeras décadas del siglo XII. Lo que se conserva de este periodo es la
cabecera con tres ábsides y la torre que se erige sobre el transepto. La
decoración de los dos ábsides laterales se invierte con respecto al ensayado en
el central.
La torre es portentosa desde el punto de
vista arquitectónico. Sobre un cuerpo tronco piramidal se alzan otros tres más
con arquerías, teniendo los inferiores columnas pétreas como apoyos.
San Lorenzo es otro magnífico ejemplar del
románico mudéjar, aunque ya en su fase "clásica" que se extiende por
toda la Tierra de Pinares castellana. Data de comienzos del siglo XIII, como
tantas construcciones de este estilo.
De grandes dimensiones, su estructura es
similar a San Tirso pero su material de construcción es plenamente de ladrillo.
La enorme torre presenta cuatro cuerpos. El
inferior tiene arcos ciegos, los dos superiores presentan cuatro vanos con
arcos doblados, y el último cinco vanos rodeados de arco sencillo
A 5,1 km de Sahagún, se debe visitar el
famoso Monasterio de San Pedro de las Dueñas, otro edificio que se
comenzó en románico puro de piedra y se finalizó en ladrillo.
En la cercana Calzada del Coto, una
vez rebasada la ermita de San Roque, el caminante podrá elegir la ruta
tradicional del Camino Francés, por Bercianos del Real Camino o, tomar la
bifurcación que nos lleva a través de la Vía Trajana, con varios tramos del
camino romano, pasando por Calzadilla de los Hermanillos hasta volver a unirse
al Camino Francés en Mansilla de las
Mulas, 31 kilómetros más adelante.
Lo más llamativo de la Mansilla de
las Mulas es su muralla de unos tres metros hecha con cantos de río. De las
cuatro puertas de acceso solo se conserva completa la oriental, puerta de Santa
María, por la que accederemos si nos decidimos por la vía trajana.
El paisaje hasta Puente de
Villarente, no difiere mucho del entorno que hemos recorrido anteriormente. Es
a partir de esta localidad, cuando comenzamos a notar la presencia de otra de
las grandes ciudades que atraviesa el Camino, y que ya se encuentra muy próxima.
Abundan en este recorrido zonas residenciales y naves industriales que no nos
abandonarán hasta nuestra llegada a la ciudad de León.
Una vez cruzado el rio Torío en
Puente Castro, y enfrente del Centro Comercial Carrefour encontramos la Oficina
de Información al Peregrino.
Llegamos a León por la plaza de
Santa Ana con la iglesia del mismo nombre, entramos por la calle Barahona,
donde estaba la Puerta Moneda de la muralla. En esta calle está la Iglesia de
Santa María del Mercado (románica, siglo XII), detrás de la iglesia, la plaza
del Grano y el convento de Santa Maria de Carbajal (albergue), un poco más
adelante el convento de la Concepción (siglo XIV).
Seguimos por la calle de la Rúa, y
llegamos a la calle Ancha, a la izquierda iglesia de San Marcelo (s.XVI), el
ayuntamiento (s.XVI) y la Casa Botines (Gaudí). Enfrente, el palacio de los
Guzmanes (Diputación Provincial s.XVI). Hacia la derecha, subiendo por la calle
Ancha, en la acera derecha la capilla del Cristo de la Victoria, siguiendo esta
calle llegamos a la Catedral.
Construida sobre la antigua Catedral
románica hacia el año 1205, es de estilo gótico y está inspirada en la Catedral
francesa de Reims, reducida su planta en 1/3. Su planta es de tres naves, con
bóveda de crucería, y una característica peculiar es que las torres aparecen
separadas de la nave central mediante arbotantes. El cuerpo principal del
edificio fue terminado a principios del siglo XIV junto al claustro y la torre
norte, mientras que la torre sur fue terminada en el siglo XV, en estilo gótico
flamígero.
Lo más impresionante de esta
catedral es su interior, destancando los más de 1.800 metros cuadrados de
vidrieras de los siglos XIII al XVI, incluyendo tres grandes rosetones y
vidrieras en la parte baja y el triforio. También debemos destacar el coro de la catedral, uno de los más antiguos
de España, tallado por artistas flamencos en el siglo XV.
El Camino sigue por la calle del
Cid, hasta la plaza de San Isidoro. Giramos a la izquierda por la calle
Sacramento, llegando a la plaza de Santo Martino; el Instituto que se ve
enfrente fue Hospital de la Colegiata para peregrinos. Seguimos a la izquierda
bajando por la calle Abadía, la calle Renueva y avenida Suero de Quiñones,
hasta el Hostal de San Marcos.
Tras salir de la
ciudad de León, deberemos recorrer bastantes kilómetros hasta volver a tener la
sensación de que nos encontramos recorriendo el Camino de Santiago. Por el
barrio de El Crucero llegamos hasta Trobajo del Camino, ya lejos de las
avenidas y ruido de vehículos, y en donde podemos obtener una panorámica de León.
A partir de este pueblo, podemos
seguir por la ruta francesa, a través de Valverde de la Virgen, San Miguel del
Camino, Villadangos, y San Martín del Camino, o por el contrario podemos
decidirnos por elegir una ruta alternativa a través de Villar de Mazarife y
Villavante.
Ambas rutas discurren paralelas
hasta el conocido pueblo de Hospital de Órbigo, en dónde se unen nuevamente. El
primero de los caminos dispone de más infraestructura, a la vez que transcurre
por el camino original, mientras que el segundo itinerario tiene la ventaja de
ser más tranquilo, al discurrir más alejado de coches y ruidos.
Llegados al Puente de Órbigo, a la entrada de Hospital de Órbigo, su
histórico puente sobre el río Órbigo, más conocido como el Paso Honroso, nos
recibe en esta villa salpicada por la histórica presencia de los caballeros hospitalarios
de San Juan, que además de la hospitalidad a los caminantes también tenían una
función defensiva.
Astorga
Llegados a San Justo de la Vega,
nos encontramos ya a las puertas de la ciudad de Astorga. Desde el siglo XI, y
gracias al impulso dado por el Camino de Santiago, la ciudad experimentó un
progresivo desarrollo en el cual la Iglesia tuvo un papel protagonista. Además,
la ciudad es cabeza de una de las diócesis más extensas y antiguas de España,
cuya jurisdicción abarca la mitad de la provincia de León y parte de las de
Orense y Zamora.
El turismo cultural es uno de los
principales motores de esta localidad, sustentado principalmente en su patrimonio histórico-artístico, en el
que cabe destacar la Catedral, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento y la
Ergástula romana, todos ellos declarados Bien de Interés Cultural.
La construcción de la catedral
comenzó en 1069, aunque no fue hasta bien entrado el siglo XVIII cuando se
terminó su construcción y posteriores ampliaciones que le concedieron su forma
actual, motivo por el cual ha heredado elementos góticos, renacentistas y
barrocos en su construcción. El templo presenta planta rectangular, cabecera de
tres ábsides, tres naves y falso crucero. La fachada principal es de estilo
churregueresco, presentando una torre a cada lado separadas por arbotantes.
En el interior, además del coro con
sillería del siglo XVI y reja del XVII, se distribuyen las distintas capillas:
siete en los laterales de las tres naves, tres en la cabecera, una en cada
brazo del falso crucero y dos más en la base de cada una de las torres. De
todas ellas destacan especialmente la capilla de Nuestra Señora de la Majestad.
También forman parte del conjunto
catedralicio la cripta, construida en 1521 debajo del presbiterio para ser
panteón de los marqueses de Astorga, el claustro, de estilo neoclásico de 1755
y que consta de cinco arcadas en cada ala unidas por pilastras jónicas, la
sacristía, de 1772 y en la que destaca un altar-relicario en estilo rococó, las
dependencias del Museo Diocesano y el Archivo Diocesano.
Al poco de abandonar Astorga el
color de la tierra y la vegetación cambiará ante nuestros ojos. Pasamos delante
de la ermita del Ecce Homo, y llegamos a Murias de Rechivaldo primera población
típicamente maragata. Aquí encontramos un sendero que nos llevará hasta Rabanal
del Camino, subiendo hacia Santa Catalina de Somoza, a nuestra derecha podemos
divisar el pueblo que conserva la esencia del pueblo maragato con su pequeño
mar de tejados rojizos, se trata de Castrillo de los Polvazares, famosa por su
cocido maragato y por su tipismo arquitectónico declarado Conjunto
Histórico-Artístico.
Seguimos nuestro camino atravesando
El Ganso para llegar a Rabanal del Camino, no sin antes parar nuestra mirada en
el medio de un bosque de robles, en el que destaca sobre los demás, el Roble
del Peregrino, otro símbolo en el camino.
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Cruz de Ferro |
Esta etapa del Camino de Santiago
tiene parada obligada cerca del pueblo de Foncebadón, en la conocida Cruz de Ferro, instalada sobre un mástil de 80 metros de altura a cuyos pies se
encuentran miles de piedras que los peregrinos han ido depositando a su paso,
junto a sus deseos.
El pronunciado descenso nos acerca
a El Acebo. En su iglesia de San Miguel del s. XVI tiene una talla de Santiago
con una representación insólita si es que se trata del apóstol, ya que se trata
de una figura barbada con un libro y una túnica color turquesa decorada con
lirios dorados. Sus habitantes estaban exentos de pagar impuestos a cambio de
señalizar con estacas la distancia que separa el hospital que había en
Foncebadón y su localidad, la finalidad de estas indicaciones era evitar que
los peregrinos se perdiesen cuando el camino desaparecía balo la nieve.
Ponferrada
Con nuestra llegada a Ponferrada,
el Camino de Santiago devuelve al peregrino al siglo XX, aunque bien es verdad
que el recuerdo de los caballeros templarios nos transporta otra vez a la Edad
Media. La Orden del Temple fue creada por Hugo de Paganis para la defensa de
los peregrinos que iban a Jerusalén, y que posteriormente también se instalaron en el Camino de Santiago para la vigilancia y protección de los peregrinos.
Capital de la comarca del Bierzo,
con más de 70.000 habitantes y situada en la confluencia de los ríos Sil y
Boeza, Ponferrada constituye una de las etapas principales del Camino de
Santiago que cruza la provincia leonesa.
Sus primeros antecedentes hablan de
una antigua ciudadela de la época romana, que a partir del siglo XI, con el
auge experimentado por las peregrinaciones a Santiago de Compostela permitiría
el surgimiento del burgo de Pons Ferrata, situado en plena ruta jacobea y
denominado así por la construcción de un puente reforzado con hierro hacia 1082
por orden del obispo Osmundo de Astorga para facilitar el paso de los
peregrinos al otro lado del río Sil.

El Castillo se alza sobre el río
Sil presidiendo el casco histórico de la ciudad. Esta fortaleza medieval, de
planta poligonal, fue comenzada a construir hacia finales del siglo XII. A ella
se accede por su lado sur a través de un puente levadizo sobre el foso.
Mientras, la fachada principal está flanqueada por dos torreones unidos por un
doble arco de medio punto. En torno a un gran patio interior aparecen diversas
estancias, como el gran patio interior, la Sala de Armas o Las Caballerizas,
sin olvidar su Torre del Homenaje y otras como las de Malpica, de Cabrera,
Malvecino, etc.
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Torre del reloj |
Después de cruzar el río Sil y
tomar por la derecha el Paseo Huertas del Sacramento, llegaremos a Compostilla,
hoy ya un barrio de Ponferrada. Ya fuera de la localidad, los cultivos
bercianos, favorecidos por la altitud de esta olla, nos acompañarán hasta
Fuentesnuevas.
Llegados a la localidad de
Camponaraya, entre choperas y viñedos nos encaminamos a Cacabelos, importante
villa de origen romano. A la salida del pueblo el santuario de la quinta
Angustia, tiene una curiosa escena, el niño Jesús juega a las cartas con San
Antonio de Padua, en el intercambio de naipes el santo se desprende
simbólicamente de lo material (cuatro de copas) y coge del niño (el cinco de
oros) los valores espirituales.
Después de cruzar el Cúa, salimos
por la carretera hacia Pieros, una vez cruzado el arroyo Valtuille, tomaremos
el camino de la "Virgen" que nos trasada hasta Villafranca del
Bierzo, lo que advertimos al toparnos con la ermita de Santiago, una
edificación del siglo XII con privilegio jacobeo.
Villafranca del Bierzo
Villafranca del Bierzo es la última
localidad de importancia que atraviesa el Camino de Santiago por tierras
leonesas. Su nutrido conjunto monumental y su carácter jacobeo la han
convertido en importante centro turístico.
Además, su casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural, motivo
más que suficiente para hacer una parada en el camino y visitar sus calles; la
plaza Mayor, el ayuntamiento, la calle del Agua con el arco en el que desemboca
y sus mansiones, entre las que sobresalen una morisca del siglo XV, el convento
de las Agustinas Recoletas y otros palacios, forman el eje turístico de la
villa.
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Puerta del Perdón - Iglesia de Santiago |
Cerca de esta iglesia se localiza el Castillo-Palacio de los Marqueses de Villafranca. Aunque para contemplar residencias palaciegas nada mejor que dirigirse a la calle del Agua: entre escudos y blasones, aparecen algunos edificios emblemáticos de Villafranca del Bierzo como el Palacio de Torquemada, la Casa Morisca o la casa natal del escritor Gil y Carrasco. A la lista de monumentos para visitar también hay que añadir, entre otros, la colegiata gótica de Santa María, del gótico tardío y original de Gil de Hontañón, el convento barroco de San Nicolás el Real, los conventos de la Anunciada y de San José, fundados en el siglo XVII, o la Iglesia de San Francisco, que cuenta con un bello artesonado mudéjar. La Travesía de San Nicolás nos llevará hasta el Museo de Ciencias Naturales, si os apetece visitarlo debéis concertar la visita con anterioridad. A sólo unos pasos está el Jardín de la Alameda, un precioso jardín romántico de finales del siglo XIX cuya fuente central fue traída desde el Monasterio de Santa María de Carracedo. Continuando por la calle del Viaducto llegaremos al Puente medieval sobre el Burbia.
En Villafranca del Bierzo podremos
degustar la rica gastronomía del Bierzo, truchas, embutidos, empanada,
pimientos, castañas y el cada vez más conocido y apreciado botillo, y un buen
lugar para hacerlo son las bodegas de la calle del Agua, en las cuales también
podremos catar los vinos de la zona, bajo la denominación de vinos del Bierzo.
Al
poco de abandonar Villafranca habrá que elegir entre dos posibles itinerarios
que 9,5 kilómetros más adelante nos llevarán a Trabadelo. Una transcurre en
paralelo al cauce del río Valcarce por el trazado de la N-VI. La otra opción,
que requiere un poco más de esfuerzo, tiene la recompensa de caminar más en
contacto con la naturaleza. Una vez en Trabadelo, iniciaremos el ascenso a
través de La Portela de Valcarce, Ambasmestas, Vega de Valcarce, Herrerías, La
Faba y La Laguna de Castilla, última población de la provincia. En la subida
comenzaremos a ver lo que será caminar por las corredoiras gallegas, donde
vamos caminando por túneles vegetales, que conforman las copas de árboles. Tras
coronar la cima de O Cebreiro (1.293 m), ya nos hemos adentrado en Galicia, y
se comienza a divisar el final del camino...Santiago está ya más cerca, a 153
kilómetros
LUGO
La provincia de Lugo comienza tras la escalada a O
Cebreiro, en el municipio de Piedrafita do Cebreiro, discurriendo por
caminos que no cesan de subir y bajar hasta Casanova (Palas de Rei), último
territorio lucense antes de llegar a A Coruña.
Si la niebla no lo impide ocultando el valle, ver amanecer desde O Cebreiro,
junto al templo de Santa María la Real, es un privilegio que nos brinda el
Camino que no podemos rechazar. Por fin nos sumergimos en la tierra de
Santiago, la de la niebla y el orballo; la de los castros celtas y de las minas
ansiadas por los romanos; de infinidad de lomas, fragas de robles y soutos de
castaños llenas de leyendas.
Emplazado en un collado a casi 1.300 metros de altitud, en un entorno
excepcional y a menudo cubierto por la niebla, O Cebreiro se nos presenta como
un bellísimo pueblo rodeado de misterios y de leyendas. Es uno de los lugares
históricos más emblemáticos del Camino de Santiago, y uno de los primeros en
cuanto a la asistencia al peregrino. En el interior de la sugestiva iglesia
prerrománica de Santa María la Real (siglo IX) vemos una talla románica de la
Virgen (siglo XII).
El elemento más relevante de O Cebreiro son las pallozas que todavía siguen en
pie en excelente estado de conservación. Se trata de construcciones
prerromanas con paredes de piedra y tejado de tallos de centeno, muy típicas en
toda la sierra y habitadas hasta no hace mucho.
Triacastela es
un municipio de la provincia de Lugo, de algo más de 700 habitantes, situada en la
comarca de Sarria, en las estribaciones de las sierras orientales gallegas,
rodeado de pequeño valles fluviales y fértiles vegas custodiadas por sierras y
montes entre las que destaca la Sierra de Oribio.
Históricamente
algunos estudiosos creen que Triacastela se refiere a una región y no un
pueblo. Se considera que Alfonso IX fue su fundador, pero podría no ser
así a tenor de la cantidad de restos arqueológicos y castros que se encuentran
en la zona, que nos hablan de antiquísimos asentamientos de población.
Alfonso IX consideraba Triacastela como
un lugar estratégico al lado de los “Alpes gallegos”, por lo que monarca
emprendió la repoblación de la ciudad, en la que reside en diferentes
ocasiones, y llega a firmar documentos reales.
El impacto de la Ruta Jacobea en la villa es enorme, siendo un
buen ejemplo su iglesia, que cambió de advocación para honrar a Santiago.
También conserva, en mal estado, algunas en ruinas, retazos de lo que en
su día fueron construcciones directamente relacionadas con las peregrinaciones,
tales como un antiguo hospital, cárcel, mesón…
Tras el exigente paso de O Cebreiro, el peregrino
ya solo tiene que preocuparse de dos cosas: reponer fuerzas y determinar la
variante por la que reemprender la marcha en la siguiente jornada, ya que a la altura de Triacastela el camino se bifurca
hasta Sarria. Se plantea la posibilidad de disfrutar de la tranquilidad y el
suelo regular de Samos, o del accidentado tramo de San Xil, 6,5
kilómetros más corto aunque superando un mayor desnivel.
En la primera de las opciones podemos visitar
el monasterio benedictino de Samos, mientras que en la segunda opción, el
peregrino se adentra entre senderos, árboles, caminos, cuestas, pendientes y
piedras, sin duda más exigente y también precioso.
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Sarria - Iglesia de Santa Marina |
Hoy en día, Sarria se ha convertido en un importante punto de inicio de la ruta
jacobea, ya que se encuentra a poco más de 100 kilómetros de Santiago, los
mínimos necesarios para conseguir la Compostela. En
adelante, el ambiente en los albergues se vuelve más relajado y festivo, lo que
no agrada a una buena parte de los peregrinos que llevan en las piernas
centenares de kilómetros.
Desde Sarria se sale por el Barrio de San Lázaro para
dejar atrás el desperdigado caserío de Vilei y llegar a Barbadelo; después se
pasa por Rente y Xisto, cuyo nombre en gallego significa pizarra, el material
base de la construcción de la Galicia rural.
El Miño y su embalse de Belesar nos indican que estamos en el nuevo Portomarín,
ya que el viejo descansa bajo las aguas del reposado río gallego. En las
temporadas en que baja el nivel del pantano todavía son visibles los restos de
las antiguas edificaciones, el malecón y el primitivo puente.
Durante la Edad Media convivieron en Portomarín tres órdenes de
caballería. En la orilla izquierda del río estaban los Caballeros de Santiago y
la Orden del Temple y en la margen derecha los caballeros de la Orden de San
Juan de Jerusalén, quienes alternaron su dominio sobre la villa, pues bajo el
reinado de Alfonso IX Portomarín quedó bajo los auspicios de la orden de San
Juan de Jerusalén, mientras que la de Santiago lo hizo por deseo del arzobispo
Pedro Arias.
En el Codex Calixtinus, Portomarín
es nombrado como Pons Minea, puente del Miño, siendo
paso obligado en la ruta jacobea y uno de los hitos más importantes del Camino
después de O Cebreiro, alcanzando su punto álgido entre los
siglos X y XII. En 1212, la Orden de San Juan otorgó fueros para su
gobierno y administración a la localidad.
Cuando en 1962 se construyó el embalse de Belesar, el pueblo se trasladó al
vecino Monte do Cristo. Allí se reconstruyeron algunos de los edificios más
importantes, tanto civiles como religiosos; especialmente la Iglesia de San
Nicolás, de estilo románico levantada por la Orden Hospitalaria de San Juan de
Jerusalén, cuyas piedras fueron numeradas y ensambladas de nuevo en su actual
emplazamiento.
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Iglesia de San Nicolás |
Fue reedificada
piedra a piedra en su lugar actual cuando se construyó el pantano que iba a
anegarla completamente junto con los dos barrios que formaban el original
Portomarín (Barrios de San Nicolás y San Pedro).
Lo más
impactante de este templo es su gran unidad constructiva, la altura de sus
muros que le confiere un aspecto ascensional muy acusado y el remate almenado
que le confiere un aspecto pseudomilitar.
Además del
ábside y los grandes rosetones de ambas fachadas, desde el punto de vista
artístico, lo más valioso son sus tres portadas, muy decoradas con escultura
religiosa impregnada de un fuerte simbolismo románico, a pesar de que pertenece
al ciclo final de este estilo.
Además de ser conocido por sus paisajes y por su
importancia en el Camino de Santiago, la villa también es conocida por su
aguardiente, que ha recibido mumerosos reconocimientos. El día de Pascua se
hace el aguardiente en la plaza delante de la iglesia, en la “Festa do
Augardente”.
Siguiendo
nuestra ruta llegamos al tranquilo pueblo de Palas de Rei, última parada antres
de nuesta entrada en la provincia de A Coruña.
Sin duda la
historia de Palas de Rei está muy vinculada al Camino de Santiago. El Códice
Calixtino recoge que desde este punto arranca la etapa final hasta la tumba del
apóstol, 68 kilómetros de una jornada que Amery Picaud definió como “moderada”.
Por ello, con el auge de las peregrinaciones en la Edad Media, la localidad
experimentó una importante expansión.
Con 3613 habitantes, su historia y patrimonio maravillan al peregrino y
reflejan el pasado señorial de estas tierras, al haber sido uno de los lugares
de residencia favoritos de la nobleza gallega. Conserva restos de
fortalezas, torres, castillos, así como varios pazos y casas blasonadas. Entre
las construcciones más relevantes pueden citarse: la antigua casa-torre de
Filgueira, la casa-torre de Fontecuberta o el
Pazo de Laia.
Castillo de Pambre |
El Camino Francés dice adiós a Palas en el Campo dos Romeiros, lugar donde los
peregrinos se juntaban y organizaban para recorrer a la par el último tramo del
Camino hasta Santiago.
Los
hórreos acompañarán al peregrino durante todo el día. Los canteros introdujeron
en los hórreos algunas formas de arte culto, especialmente del barroco. La
cámara, que guarda las mazorcas protegiéndolas de los roedores, está aislada de
la humedad por los voladizos y es aireada por los pasaventos (ranuras
horizontales o verticales). En el techo a dos o a cuatro aguas, se suelen
instalar cruces y remates de gran variedad.
A CORUÑA
El camino inicia ya su recorrido por la provincia de La Coruña, camino de la
aldea de O Coto y Leboreiro. Son apenas 60 los kilómetros que restan y muchas
las experiencias vividas durante nuestro trayecto. Sin duda, al peregrino ya le
comienza a invadir una extraña sensación de alegría y tristeza, ya que tras la
llegada a Santiago habremos finalizado nuestro principal objetivo, nuestros
pecados quedarán por fin exonerados, y nos ganaremos la Compostela, merecido
título de nuestro duro viaje.

La iglesia de Santa María está muy completa y es de gran belleza. De una nave
está rematada por ábside semicircular con columnas y ventana. Tiene dos
portadas en el muro sur y oeste. Conserva el altar pétreo románico y una reja
románica original.
En
Melide se unen la ruta de la costa y los peregrinos que se habían desplazado
desde León para ver las reliquias de San Salvador de Oviedo.
Desde aquí, nuestra ruta sigue
hasta Arzúa, una localidad famosa por su excelente queso
autóctono, elaborado con leche de vaca, con denominación de Origen
Arzúa-Ulloa, y al que cada año le dedican una fiesta el primer domingo del mes
de marzo.
El desarrollo de Arzúa y toda su comarca está íntimamente
ligado al Camino de Santiago. De hecho, su crecimiento como villa se produce en
el s. XI al abrigo de esta ruta, aunque distintos restos arqueológicos y
documentos demuestran que su nacimiento como núcleo poblacional y su
importancia son muy anteriores a la Edad Media.
En el Códice Calixtino se cita Castañeda (Castaniolla),
parroquia de Arzúa, lugar en el que se encontraban los hornos de cal para la
construcción de la catedral de Santiago, y en el mismo documento, se habla de
Vilanova, nombre con el que por aquella época se designaba a la villa de Arzúa.

La infinita Vía Láctea se acaba, la Estrella Polar está más cerca y el gozo
salta de legua en legua del monte al Obradoiro. nos estamos acercando a
Santiago, el ritmo se acelera y las piernas ya no se sienten. Con nuestro paso
por Lavacolla, comenzamos a notar que la ruta cada vez hace un poco más urbana,
y el aeropuerto da buena cuenta de ello. Tras nuestro paso por San Marcos y los
estudios de Televisión de Galicia, cada vez son más los peregrinos que se
agrupan en el camino, llegando, por fin, a uno de los puntos principales del
trayecto, el Monte do Gozo. Su nombre, por supuesto, no es casualidad, sino que
se debe a la experiencia reconfortante que se puede vivir en este
lugar. Desde aquí se ve, por fin, Santiago de Compostela y sus torres
barrocas de la capital. La meta de la gran ruta jacobea llega a su fin,
aunque todavía quedan unos pasos para abrazar a Santiago.

Desde aquí
emprendemos la ruta hacia Santiago de Compostela,
una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad que nos enamorará con sus mil
rincones repletos de encanto.
Santiago es una gran ciudad de casi 90.000 habitantes que compagina la
modernidad de la plaza Roja y el aeropuerto de Lavacolla con el halo
misterioso, religioso, romántico, cosmopolita de la plaza del Obradoiro.
El feliz caminante descubre una ciudad de piedras oscurecidas por el paso del
tiempo y por la humedad. Rúas viejas con olor a Ribeiro y a pulpo se diseminan
por todo el Casco Antiguo. La catedral en plena plaza del Obradoiro representa
el culmen del Camino, en ella descansa, según la leyenda, el apóstol que ha
hecho que miles de personas emprendan un viaje lleno de cansancio y
experiencias que se convertirán en recuerdos para toda la vida.
Necesitaremos energía para tanta visita pero no tenemos que preocuparnos por
ello, estamos en la ciudad perfecta para reponer fuerzas. Al margen de los tres
productos que todo peregrino está obligado a probar, vieiras, pulpo y tarta de
Santiago, en la ciudad también podemos degustar otras delicias
gallegas como lacón, grelos, ternera, queso (de Arzúa y O Cebreiro), marisco, y
para bajarlo todo, nada mejor que el vino Albariño o Ribeiro así como el orujo
y sus distintas variantes hechas a base de orujo como son el licor de hierbas,
licor café y para los menos entrenados, la crema de orujo.

Santiago de Compostela es la
meta espiritual de las peregrinaciones, pero la Costa da Morte también arrastra
una buena carga de misticismo. Antes de los descubrimientos fue para muchos la
última porción habitable del Mundo.

Muchos de estos peregrinos avanzan también
hasta Muxía, donde son numerosas las leyendas que hablan de
apariciones marianas y atribuyen propiedades mágicas a sus piedras.
No son pocos los relatos que a lo
largo de los siglos nos han brindado los viajeros y peregrinos que recorrieron estas accidentadas costas, llenas de historias de naufragios, ocurridas en esta franja litoral de la Costa da Morte.

Los peregrinos que llegan a
Fisterra pueden sellar su credencial para obtener la Fisterrana al final del
recorrido, que acredita nuestra llegada al final del mundo. Podemos continuar
con la misma credencial jacobea si procedemos de otros caminos, o
adquirir la cartilla propia del Camino a
Finisterre en distintos establecimientos de Santiago.