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LOS CAMINOS DE SANTIAGO



  Santiago de Compostela es, junto con Roma y Jerusalén, uno de los centros espirituales más importantes del mundo cristiano. Según la tradición, en este lugar se encuentra la tumba de Santiago el Mayor, uno de los doce apóstoles de Jesucristo
  Se sabe que tras la muerte de Cristo, Santiago el Mayor continúa su labor apostólica en Jerusalén. Esta misión evangelizadora le llevó posteriormente hasta tierras hispánicas, comenzando en el sur de Hispania para posteriormente desplazarse al norte por tierras portuguesas (Coimbra, Braga, etc.) llegando hasta Iria Flavia, ya en Galicia.

  Posteriormente se dirigiría hacia el este de la península (Lugo, Astorga, Zaragoza y Valencia) para partir, de nuevo, hacia Palestina, desde la costa mediterránea española.

  A su llegada a Palestina y tras incumplir la prohibición de predicar el Cristianismo, fue decapitado en tiempos de Herodes Agripa. Según la tradición, su cadáver fue robado por los discípulos Atanasio y Teodoro y llevado en barco de nuevo a tierras españolas, en concreto a Iria Flavia (cerca de la actual Padrón). 

  La tradición prosigue con el azaroso viaje del cuerpo de Santiago, que es transportado en carro hasta el bosque de Libredón, lugar en que los bueyes se negaron a continuar. Este hecho debió ser tomado como una señal divina y fue elegido como lugar de enterramiento del cuerpo de Santiago.

  Aunque la invasión árabe y los tumultuosos cambios políticos, sociales y religiosos que acarrearon en el país, silencian durante un tiempo la incipiente tradición jacobea en España, tras la batalla de Covadonga, se asienta en Asturias un pequeño reino que intenta recuperar el ideal unificador de la monarquía hispanovisigoda. Uno de los principales y decisivos monarcas de este periodo inicial fue Alfonso II "El Casto" que reinó durante un largo periodo de tiempo (entre el año 791 y el 842). E
s durante su reinado cuando se produce el milagroso descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago.

  Según cuenta la Concordia de Antealtares, (primer testimonio escrito de los hechos, datado en 1077) un ermitaño llamado «Pelayo» que vivía en Solovio, en el bosque de Libredón, empezó a observar durante las noches resplandores misteriosos. Inmediatamente informó del hallazgo a Teodomiro, obispo de Iria Flavia que marchó a aquel lugar encontrándose que esa luz revelaba el lugar donde estaba enterrada el Arca Marmárea. En el sepulcro pétreo reposaban tres cuerpos, atribuyéndolos a Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Anastasio.

  Teodomiro visita la corte ovetense de Alfonso para informarle de tan fenomenal suceso. El monarca organiza un viaje a este lugar rodeado de sus principales nobles, y al llegar al citado "Campo de Estrellas" (Compostela) manda la construcción de una pequeña iglesia de estilo asturiano, que ha sido constatada por las excavaciones arqueológicas. 

  Desde este momento, queda establecida oficialmente la tumba del apóstol en aquel mágico lugar, cercano al cabo de Finisterre, punto situado en el extremo occidental de Europa. El camino a Finisterre era indicado desde cualquier lugar de Europa por las estrellas de la «Vía Láctea». desde antiguo se creía que allí se acababa el mundo y que el Atlántico era «la tumba del sol». Posiblemente estos hechos geográficos y astronómicos ayudaron a reforzar el magnetismo que desde entonces provocó en millones de almas la ruta jacobea.
  Entre los siglos X y XI comienzan las peregrinaciones a Compostela. El Camino partía de las ciudades francesas de Arles, Le Puy, Orleans y Vezelay. La Ruta Jacobea se introduce en España a través de Roncesvalles y Jaca. El camino discurre por tierras de Navarra, Aragón, La Rioja, Castilla y León, para atravesar Galicia y llegar a Santiago. Ésta es la ruta más popular, el llamado Camino Francés, y recorre 775 kilómetros a través de tierras españolas. 

  Pero existen otros caminos que nos llevan a Compostela. El llamado Camino del Norte discurre por el País Vasco, Cantabria y Asturias hasta llegar a Santiago cruzando la provincia de Lugo y tras recorrer 818 kilómetros. Otra ruta cruzaba Portugal y otra, que sigue la antigua Vía de la Plata, parte de la ciudad de Sevilla para dirigirse al mismo destino. También podemos encontrar el camino inglés, para aquellos que se dirigían a Santiago desde los países escandinavos, bálticos, bajos, el Norte de Francia e Inglaterra. Tras desembarcabar en los puertos de Ferrol, desde allí se dirigían a su destino a través de un itinerario estimulante, entre mar y montaña.

  El definitivo espaldarazo que hace del Camino de Santiago la gran ruta de peregrinación de los siglo XII y XIII es la concesión desde Roma de los Años Santos Compostelanos, con la posibilidad de que los peregrinos obtengan la indulgencia plenaria. La Bula Regis Aeterni concedida por el Papa Alejandro III en 1179, no hace sino confirmar privilegio concedido a Compostela por el papa Calixto II en el año 1120 por lo que serán Años Santos o Años Jubilares todos aquellos en los que el día 25 de Julio (día de Santiago) coincida en domingo.

  Así tras recorrer el tortuoso camino se consigue la indulgencia plenaria o perdón de todo tipo de culpa o pena. Pero las condiciones para ganar el jubileo son las siguientes:
  • Visitar en Año Santo la Catedral de Compostela donde se guarda la Tumba de Santiago el Mayor.
  • Rezar alguna oración (al menos el Credo, el Padre Nuestro y pedir por las intenciones del Papa) (Se recomienda asistir a la Santa Misa).
  • Recibir los Sacramentos de la Penitencia y la Comunión, dentro del período comprendido entre los quince días anteriores y posteriores a la visita a Compostela. 


  Poco a poco fueron tantos los que hacían el Camino, que se hizo necesario construir puentes, albergues y hospitales para ayudar a los peregrinos. Las órdenes monacales y los reyes ayudaron en esta labor, en la que destacaron personajes como San Juan de Ortega o Santo Domingo de la Calzada

  El peregrino tradicional
 vestía de forma humilde. Llevaba una capa para defenderse del frío, un sombrero de ala ancha y unos buenos zapatos. La esportilla era una especia de bolsa para guardar los alimentos. El bordón era un palo largo que ayudaba a caminar y a espantar a las fieras. Llevaba colgando la calabaza, que servía para guardar el agua. Para identificarse, los peregrinos cosían una concha o venera a sus ropas. El peregrino debía visitar los santuarios que encontraba a su paso, pidiendo que se le entregasen unos sellos como justificante de haber estado allí. 

  El camino era largo y penoso, pues el peregrino pasaba frío, calor, cansancio o hambre. Además, podía caer enfermo o ser asaltado por los ladrones, sin olvidar los abusos de los posaderos. Sin embargo, el premio hacía que todo lo sufrido mereciera la pena, recibiendo la indulgencia y perdón por sus pecados.

  Sin duda es en el último cuarto del siglo XX cuando verdaderamente se produce el resurgir de las peregrinaciones a Santiago. No cabe duda que parte del éxito de los últimos años se debe a razones de promoción turística de la que ha sido objeto. Pero también es incuestionable que la ruta jacobea se ha ganado su prestigio actual, logrando en 1993 el bien merecido título de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, dado su gran valor cultural y su valor eminentemente espiritual, de intercambio de conocimientos, lenguas, noticias, valores artísticos…en una sociedad cada vez más enferma de materialismo.
Los principales caminos de Santiago en Europa
EL CÓDICE CALIXTINO, LA PRIMERA GUÍA DEL CAMINO DE SANTIAGO

  A finales del siglo XI el trazado francés queda fijado, algo que confirma la publicación hacia el año 1135 del Códice Calixtino, una guía medieval de peregrinación a Santiago de Compostela atribuida al clérigo francés Aymeric Picaud, en la que se describen con minuciosidad los pueblos, ríos, hospitales e iglesias que se encontrará el peregrino. En el siglo XII el Camino Francés de Santiago ya era un itinerario de masas, con hasta mil peregrinos diarios llegados a Compostela, una cifra que, sin embargo, no se puede autentificar ante la inexistencia de pruebas documentales.

EL CAMINO FRANCÉS

  Considerada calle mayor de Europa, el Camino de Santiago Francés desde Roncesvalles es, sin duda, la ruta del Camino de Santiago con mayor tradición histórica y que disfruta de más reconocimiento nacional e internacional, aunque el privilegio de la ruta más antigua recaiga en el camino primitivo, que transcurre por el norte de España.

  El Camino de Santiago Francés cuenta con un itinerario preciso en el país galo, de donde parten cuatro ramales. Tres de ellos, con origen en París-Tours, Vézelay-Limoges y Le Puy-Conques, confluyen en Ostabat, población situada a 20 kilómetros de Saint-Jean-Pied-de-Port. Tras cubrir este corto trayecto juntos y trepar por los Pirineos, los peregrinos acceden a España por Roncesvalles. El cuarto recorrido galo, procedente de Arles-Toulouse, entra a su vez por el puerto de Somport y continúa hasta Jaca, localidad situada en la comunidad española de Aragón. Ambas variantes no se unificarán hasta Puente la Reina (Navarra), una de las localidades con mayor acervo jacobeo.


  Desde este punto el Camino frances mantiene un único itinerario hasta la llegada a Galicia, con pequeñas variantes en algunos tramos, como las que optan, a partir de Sahagún, y de forma minoritaria, por continuar camino por las antiguas vías o calzadas romanas. Llegados a Galicia, y tras salvar el legendario ascenso a O Cebreiro, los romeros avanzarán  rápidamente entre los bosques autóctonos de la provincia de Lugo y las praderas y pequeños montes de A Coruña. Si se parte desde el país galo, y tras casi un mes de peregrinación, se alcanza entonces Santiago de Compostela.
El Camino Francés en España
NAVARRA


  Navarra es puerta en España del Camino de Santiago. Las tres grandes vías jacobeas europeas "Podense, Lemovicense y Turonense" se unen en la cercana localidad francesa de Ostabat y entran por Luzaide/Valcarlos, bello pueblo fronterizo. 

Real Colegiata de Roncesvalles y albergue de peregrinos
  La ruta remonta el puerto de Ibañeta, en cuya cima se encuentra la nueva ermita de San Salvador y el monumento a Roldán, un monolito conmemorativo de la batalla de Roncesvalles, en la que las tropas de Carlomagno fueron derrotadas por los vascones en el año 778.

  El descenso de Ibañeta conduce a la Colegiata de Orreaga/Roncesvalles, construida a finales del siglo XII y principios del XIII y en cuyo conjunto arquitectónico sobresale la iglesia colegial de Santa María con su bella talla gótica en madera de la virgen y su claustro del siglo XVII, la capilla del Sancti Spiritus o silo de Carlomagno del siglo XII o la iglesia de Santiago.

  Siguiendo la ruta Jacobea nos reciben los bellos pueblos-calle pirenaicos de Auritz/Burguete y Aurizberri/Espinal, donde destacan sus cuidados caserones.

  Ya cerca de Pamplona, encontramos en Arre el puente medieval, basílica y hospital-albergue de la Trinidad, que conduce por Villava y Burlada hasta Pamplona, a cuyo casco antiguo se accede desde el bello puente de la Magdalena y el portal de Francia o Zumalacárregui, a los pies de la restaurada muralla de la ciudad.

Pamplona
Portal de Francia

  Pamplona fue fundada en el 74 a. C. por el general romano Pompeyo. Durante la Edad Media fue la capital del Reino de Pamplona y posteriormente del Reino de Navarra

  La capital de Navarra, ciudad enclavada en el Camino de Santiago, ha recibido durante siglos a los peregrinos en el puente de la Magdalena, punto idóneo para iniciar un paseo que descubre la muralla de la ciudad. Tras atravesar el portal de Francia, se accede al centro histórico y a la catedral gótica de Santa María la Real, construida en los siglos XII y XV. Su fachada neoclásica da entrada al templo, en el que destaca su claustro gótico de estilo francés.


  En la actualidad, con casi 200.000 habitantes, es una ciudad acogedora, cómoda y moderna, rodeada de extensos parques, y salpicada de rincones cargados de encanto y de historia.

Puente La Reina

  Es una población eminentemente jacobea, con restos de murallas y diversas construcciones religiosas. Debe su fundación al puente que la reina doña Mayor mandó construir sobre el río Arga.
  En Puente La Reina se hacen rutas jacobeas que proceden del puerto de Somport y de Roncesvalles. Entre su acervo monumental destaca la iglesia de Santiago El Mayor, construida en el siglo XII y ampliada posteriormente. Tiene una bella portada románica con influencias moriscas, planta de cruz latina y bóvedas de crucería estrellada. La iglesia del Crucifijo, románica tardía del siglo XII, fue ampliada en el siglo XIV. Su fundación se debe a los caballeros templarios que instalaron el albergue. También dignos de mención son su gran puente medieval de cinco arcos, la iglesia de San Pedro, del siglo XIV, y el convento de Comendadoras de Sancti Spiritus.

Estella

  La capital de la comarca de Tierra Estella tiene sus orígenes en poblaciones romanas y vasconas, pero es el rey navarro Sancho Ramírez quien funda la ciudad actual para atender a los numerosos peregrinos jacobeos. 

  Esta villa, atravesada por el río Ega, cuenta con un casco histórico medieval donde las construcciones románicas y góticas nos hablan de su esplendor histórico.


  Su situación en el Camino de Santiago y el hecho convertirse en corte regia, contribuyen a su prosperidad económica durante todo el Medievo.



LA RIOJA



  La profunda tradición jacobea que existe en La Rioja se percibe en cada una de las localidades que atraviesa la ruta compostelana en esta provincia. 

Logroño

  Logroño es la primera parada en el camino que transcurre a través de tierras riojanas. El Camino de Santiago hizo de ésta una de las poblaciones más importantes de la ruta, dejando un interesante conjunto monumental estrechamente vinculado al tradicional paso de peregrinos. La historia de Logroño no puede desligarse del Camino de Santiago. Tanto es así, que la ciudad no llegó a cobrar importancia hasta el auge de la ruta jacobea, a partir del siglo XI.

  Y es que el paso de comerciantes, artistas y peregrinos por las calles empedradas de la capital riojana durante siglos han hecho de la ciudad un cruce de caminos de gran relevancia cultural.

  El río Ebro atraviesa la ciudad y sobre él se encuentran dos puentes que sirven para comunicar Logroño con Navarra y Álava. El más antiguo de ellos es el Puente de Piedra, que permite que la ruta jacobea llegue hasta la ciudad. En su origen (siglo XI), estaba fortificado por cuatro arcos y tres torres. Otro puente, esta vez de hierro y construido en el siglo XIX, cruza también este cauce fluvial.

  De la antigua muralla que circundaba la ciudad, queda en pie la muralla del Revellín y la puerta de Carlos I. Durante las fiestas patronales, se celebran en este lugar actos que recuerdan el asedio francés a la ciudad.

  En torno a la Rúa Vieja, tradicional calle de paso de los peregrinos que se dirigían a Compostela, aparecen las más importantes representaciones de la arquitectura jacobea como son el albergue de Peregrinos o la famosa fuente de los Peregrinos. Tampoco deja duda sobre la importancia de esta ruta jubilar la iglesia de Santiago. Este monumental edificio, erigido en el siglo XVI, cuenta con una sola nave y su fachada muestra una formidable imagen de Santiago Matamoros. En el interior se venera la imagen de la Virgen de la Esperanza, patrona de Logroño.

  El centro histórico acapara importantes citas culturales, como la Catedral de Santa María la Redonda (ss. XV-XVIII), que alza sus imponentes torres barrocas en la plaza del Mercado. El actual recinto catedralicio se asienta sobre una antigua iglesia románica de forma redonda. De la importante obra escultórica presente en el edificio, sobresalen las tallas de Gregorio Fernández y una representación del Calvario realizada por el maestro renacentista Miguel Ángel.

  Abundan los templos en Logroño, destacando entre todos ellos Santa María de Palacio, el más antiguo de la capital riojana, que preside el horizonte logroñés con su aguja gótica. En su interior se pueden admirar un magnífico claustro, un retablo flamenco y varias piezas románicas. Muy cerca, aparece la torre mudéjar de la iglesia de San Bartolomé, dedicada al patrón de la ciudad. Construida en el siglo XII, conserva una exquisita portada esculpida y constituye la única muestra de arte románico en la urbe.
  Dejando atrás Logroño, el Camino Francés transcurre por Navarrete, con restos de un antiguo hospital de peregrinos, y Nájera, antigua corte real. En ésta última podemos admirar el Monasterio de Santa María la Real, que destaca por su espléndido claustro y por su función como refugio de peregrinos. Continuando este trazado, los caminantes deben desviarse unos kilómetros hasta San Millán de la Cogolla para admirar la increíble belleza del conjunto formado por los Monasterios de Suso y Yuso, declarados Patrimonio de la Humanidad. Santo Domingo de la Calzada es la última gran etapa riojana del Camino.

Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla
Santo Domingo de la Calzada

  Una de las localidades riojanas más profundamente marcadas por el Camino de Santiago es Santo Domingo de la Calzada. Su entramado de calles medievales, declarado Conjunto de Interés Histórico-Nacional, alberga un valioso patrimonio en el que destacan sus murallas, la Catedral y el antiguo Hospital de Peregrinos. La gastronomía riojana, y sobre todo los afamados vinos de Rioja, son algunos de los atractivos que ofrece la zona, donde, además, se podrá conocer la cuna del castellano y los monasterios de Suso y Yuso, en San Millán de la Cogolla.

  A los pies de la Sierra de la Demanda y el monte de Yuso, Santo Domingo fundó esta villa en el año 1044 (título que le concedió Alfonso XI en 1334) para socorrer a los peregrinos que viajaban en la Baja Edad Media hasta Santiago de Compostela. Para ello, construyó un puente, levantó un albergue, un hospital y una ermita. A Pedro I “El Cruel” se deben las murallas que fortifican su trazado medieval, declarado Conjunto de Interés Histórico-Nacional.

  La primitiva ermita pasó a ser una iglesia bajo la advocación del santo, para más tarde consagrarse como Catedral. Este templo, situado en la céntrica Plaza del Santo, fue iniciado en 1158 en estilo gótico, si bien posee elementos de origen románico, como su portada y ábside, y otros de estilo barroco y renacentista, como la esbelta torre exenta.

Catedral de Santo Domingo y Parador de Turismo
  En el interior catedralicio sobresale un hermoso retablo mayor de estilo plateresco, así como el sepulcro con la talla románica del Santo.

  Además de las capillas, el coro o el claustro, llama la atención entre sus estancias un gallinero, que recuerda un hecho milagroso ocurrido en estas tierras. El dicho “Santo Domingo de la Calzada, cantó la gallina después de asada” hace referencia al milagro por el cual revivieron un gallo y una gallina para probar la inocencia de un joven ahorcado injustamente, que sobrevivió a su condena.

  Frente a la Catedral se alza el antiguo Hospital de Peregrinos, hoy Parador de Turismo. Su estructura originaria, del siglo XII, fue levantada por Santo Domingo para acoger a los peregrinos que se dirigían a la capital compostelana.


  En torno a la Plaza del Santo se extiende un conjunto armonioso de elementos románicos, góticos, renacentistas y barrocos. Las casas blasonadas de la calle Mayor, el Ayuntamiento y el convento de San Francisco configuran los puntos de máximo interés. También la casa del Santo, Oficina de Información del Camino de Santiago, merece una visita. En sus instalaciones se proporciona todo tipo de información para continuar la ruta jacobea, o retornar hacia Logroño y Navarra.


BURGOS


  El Camino de Santiago atraviesa de este a oeste la provincia de Burgos a través de 112 kilómetros. Su estratégica situación la convirtió en paso obligado de millones de peregrinos europeos y españoles, que decidieron a partir del siglo IX, encaminar sus pasos hasta la tumba de Santiago.

  Algunos de los edificios románicos más importantes, no sólo de la Comunidad de Castilla y León sino de toda España, se construyeron en el Camino de Santiago por estas tierras, como San Juan de Ortega, San Martín de Frómista, San Isidoro de León, etc.

  El primer pueblo en tierras burgalesas es Redecilla del Camino, o 
Radicella que decía el Códex. Varios edificios blasonados dan idea de la importancia que tuvo en otras épocas. Sin duda, lo más emblemático de la población es la célebre Pila Bautismal custodiada dentro de su templo parroquial dedicado a Nuestra Señora de la Calle. Esta magnífica pila es, sin duda, la mejor de todo el Camino, proviene del siglo XII, es románica, y asemeja una ciudad amurallada, con torres, almenas y ventanas. En forma de copa, su arranque se consolida sobre un cuerpo de ocho columnas, de las que parten otras tantas torres. En su base, se ha querido ver una serpiente.

  Tras Redecilla del Camino el peregrino ha de ascender por los boscosos Montes de Oca, lugar peligroso en la Edad Media por los asaltantes que albergaban.

  Antes de llegar a San Juan de Ortega se pasa por la importante población de Belorado, que conserva restos de un castillo y también por Villafranca de Montes de Oca.

  Se cuenta de su fundador que, tras una peregrinación a Jerusalén, ya de vuelta, debido a un fuerte temporal, suplicó la intercesión de San Nicolás, santo del que portaba una reliquia, quien lo salvó de tan duro trance. Debido a ello y en agradecimiento, comenzó la construcción de una capilla dedicada al santo de Bari.

  La iglesia del Monasterio de San Juan de Ortega es obra de mitad del siglo XII. La cabecera es hermosa, con tres ábsides de planta semicircular, El central tiene un ingenioso juego de columnas en las que se apoyan diversos arcos.
  En el interior, la escultura monumental está repartida en 76 capiteles, media docena de los cuales son historiados. Mención especialísima merece el triple capitel que reproduce el ciclo de la Natividad completo.

  Dicho capitel es objeto de admiración universal. En los equinoccios, a las 5 de la tarde, hora solar, es protagonista de un acontecimiento que se conoce como "Milagro de la Luz" gracias a un rayo de luz que ilumina el capitel de la Anunciación, siendo la contemplación del fenómeno algo fascinante, que mezcla el arte con lo mítico.

  El sepulcro de San Juan de Ortega, conservado en la cripta, es una joya escultórica del románico final español. Está completamente decorado con figuras y escenas, con relieves elegantes, de original factura y cuidada labra.

Burgos

  El Camino de Santiago
 penetra en la ciudad de Burgos entrando por el barrio de Gamonal donde se encuentra con la interesante iglesia gótica del siglo XIV, de Nuestra Señora la Real y Antigua, y el crucero de peregrinos situado a su entrada, la Ruta Jacobea se enfila después hacia el casco histórico de Burgos.

  La ciudad del Arlanzón es uno de los hitos fundamentales para comprender el trazado peninsular del Camino de Santiago. El paso de esta vía de peregrinación jacobea marcó la historia y el desarrollo urbano de la ciudad durante varios cientos de años. Todas sus instituciones religiosas, incluida su magnífica Catedral, giraban en torno a los peregrinos.

  Además, sus 35 hospitales convirtieron a Burgos en la ciudad más hospitalaria de toda Europa. Fue tanta la influencia del Camino de Santiago en la configuración urbana de Burgos que su plano actual ha conservado con toda exactitud el trazado histórico del mismo.

  Por la calle de Las Calzadas se alcanza la jacobea plaza de San Juan, con sus antiguos monasterio y hospital de romeros. Enfrente de éstos se alza la iglesia en donde están enterrados los restos de San Lesmes: venerado santo francés que se quedó en Burgos, allá por el siglo XI, para cuidar a los peregrinos enfermos.

  Una vez cruzado el puente medieval sobre el río Vena, el Arco de San Juan, permite enfilar por toda la larga y sombría calle del mismo nombre hasta enlazar, por la calle de Avellanos, con la antigua rúa de Fernán González. Siguiendo esta vía se alcanza la Catedral, declara Patrimonio Cultural de la Humanidad. 

  Levantada sobre una factura románica, la actual construcción se realizó siguiendo el modelo gótico franco-normando. Las filigranas de las agujas de las torres y del volumen exterior de la Capilla del Condestable son algunas de sus obras maestras. Tanta belleza y genialidad constructiva dan paso, en su interior, a una larga lista de obras excepcionales: la cúpula estrellada que cubre las tumbas del Cid y Doña Jimena, el coro, los sepulcros, y la Escalera Dorada del arquitecto y escultor burgalés Diego de Siloé, una de las figuras más representativas del Renacimiento español.

  En el siglo XIV se completó el claustro con las capillas anejas. Durante los siglos XV y XVI la familia de los Colonia modificó algunas partes, como los remates de las torres, el cimborrio y la capilla del Condestable. El conjunto es de estilo gótico, aunque luego en las capillas aparecen otros estilos. Tiene 3 naves con un presbiterio y una girola rodeada de capillas. Las dos entradas principales son las de Santa María, con tiple puerta (en la que faltan las esculturas góticas originales), y la del Sarmental (al Sur), que representa a Cristo Majestad acompañado de los evangelistas y con un parteluz donde está la figura de D. Mauricio, obispo que junto con el rey Fernando III ordenaron su cnstrucción en el año 1221

  Tras maravillarse con esta joya del arte gótico y por la misma calle, se localiza la salida de la antigua ciudad amurallada: el arco mudéjar de San Martín.

  Después de cruzar el río Arlanzón por el puente de Malatos se llega, atravesando el parque de El Parral, hasta la capilla de San Amaro y el Hospital del Rey, una de las más importantes instituciones hospitalarias de todo el Camino de Santiago.

Real Monasterio de las Huelgas Reales

  A ambos extremos del casco histórico de Burgos se encuentran dos importantes construcciones. Hacia el oeste se levanta el Real Monasterio de las Huelgas Reales, en el que destacan su claustro gótico y la capilla del Apóstol Santiago. A su lado, el Museo de Ricas Telas expone, entre otras cosas, el histórico estandarte arrebatado a los árabes en la Batalla de las Navas de Tolosa (año 1212). Al este de la capital, en la Cartuja de Miraflores encontramos un impresionante retablo policromado, entre otras obra artísticas. Cuenta la tradición que fue dorado con el primer oro que llegó a España tras el Descubrimiento del América.
  Continuando con nuestro camino nos encontramos en Castrojériz. De construcción medieval, posee un legado monumental de primer orden. Un destartalado castillo se recorta en la loma.

  Conserva las ruinas del Convento de San Antón, el templo de las Madres Clarisas y las iglesias de San Juan y Santo Domingo.

Colegiata de Santa María del Manzano - Castrojériz
  Nos debemos detener en la Colegiata de Santa María del Manzano de un románico apegado a lo cisterciense, ese estilo que con acierto han denominado "románico ojival" y que fue fundada en 1214. Tiene tres naves y la fachada occidental es verdaderamente preciosa, gracias a su portada de arquivoltas abocinadas y el enorme rosetón superior, que son flanqueados por contrafuertes y ventanales puramente románicos. Alberga la imagen de "Santa María de Almazán", la misma a la que el rey Alfonso X "El Sabio" cantó en una de sus Cantigas.

  Otro de los lugares emblemáticos del Camino de Santiago en Burgos es el Puente Fitero en Ítero del Castillo. Este puente data del siglo XI aunque con reformas posteriores. Fue mandado construir por Alfonso VI para atravesar el Río Pisuerga, en el límite provincial actual de las provincias de Burgos y Palencia.

  Se trata de una grandiosa obra de ingeniería medieval, que consta a un perfil alomado con 11 ojos de medio punto la mayoría aunque también los hay apuntados. Los tajamares son triangulares en el costado de llegada de las aguas.


  Muy próximo al puente, una ermita recuperada sirve de cobijo y descanso al peregrino. Nos referimos a San Nicolás de Puente Fitero. Bajo la advocación de San Nicolás de Bari, se construyó un hospital y una ermita al servicio del Camino de Santiago. En el año 1174 ya se tenían noticias de su existencia. El abandono fue una constante, hasta que merced al empeño de esta Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Burgos y la de la Confraternidad de Sant Giaccomo de Peruggia, se recuperó para la atención al peregrino. Todos los años, el día 20 de Julio se celebra en su entorno una romería en honor al santo.

PALENCIA



  El itinerario palentino del Camino de Santiago transcurre a lo largo de unos 70 kilómetros, dejando atrás la provincia de Burgos, atravesándola de este a oeste, casi por el centro geográfico de la misma. Cruza desde Itero de la Vega hasta San Nicolás del Real Camino, en total se recorren 12 pueblos con encanto, con historia, con gentes y amables y con la tradición de la buena mesa. A lo largo del Camino el peregrino se maravilla con los paisajes, con las sensaciones y con los monumentos esparcidos por Palencia.

  Además del itinerario tradicional, existe un ramal alternativo, el cual desde Cervatos de la Cueza, San Román de la Cuba, Pozo de Urama, Villada y Pozuelos del Rey, nos lleva a enlazar ya en tierras de León, con el Camino Francés.

  Tras pasar Ítero del Castillo, en la provincia de Burgos, llegamos a la margen palentina. 
Itero de la Vega es el primer pueblo palentino que surge en el Camino de Santiago. La ermita dedicada a la Piedad, del siglo XIII, a la entrada, alberga una imagen de Santiago peregrino.

  El siguiente pueblo, Boadilla del Camino, contaba en 1345 tres iglesias y dos hospitales, uno de ellos fundado, en el siglo XVI, por el arzobispo Antonio Rojas, presidente del Consejo de Castilla. Hoy, apenas mantiene abierto un templo, el de Santa Marta, en cuya plaza trasera se alza el mejor rollo jurisdiccional de Castilla. La columna fue tallada en el siglo XV según el gótico tardío y simbolizaba el poder jurídico, además de utilizarse para encadenar y ajusticiar a los reos. El templo, por su parte, levantado en el siglo XVI, consta de tres naves, destacando el retablo mayor (siglo XVI), la pila bautismal (siglo XIV) y un retablo con pinturas castellanas.  

  Desde aquí pronto llegaremos a la localidad jacobea de Frómista. Aquí, a tan solo 424’3 kilómetros de Santiago, y en plena comarca de Tierra de Campos, se alza la Iglesia de San Martín de Frómista, un templo del siglo XI que está considerado como la joya del románico por excelencia. Resulta sorprendente la perfección de sus formas, sus volúmenes, su exacta y perfecta construcción, su belleza arquitectónica y su riqueza ornamental. 

  Mucho se ha hablado de la abusiva restauración del siglo XIX que la dejó "perfecta" pero se respetaron las formas originales.

  De planta rectangular, se trata de una iglesia de tres naves, más alta y doble la central que el resto, con crucero acusado sólo en alzado y linterna poligonal. El hastial es flanqueado por dos torrecillas cilíndricas.

  Portadas, ventanales con arquivoltas sobre columnas encapiteladas de la mejor calidad y un total de 300 canecillos ofrecen al espectador un mareante juego de formas.

  Ya en el interior, tan grandilocuentemente como su cara externa, veremos sus tres naves separadas por pilares acodillados en la zona del crucero y cuadrados en las naves. La cubierta es de bóveda de medio cañón. Cincuenta capiteles (algunos réplicas de los originales) deleitan con imágenes costumbristas, religiosas y simbólicas.
 También en Frómista hay que visitar la Iglesia de Santa María del Castillo, un templo gótico renacentista que alberga un novedoso montaje sobre la historia de los peregrinos y la Iglesia de San Pedro.

  El Camino original se pierde, al salir de Frómista, bajo los cultivos de cereales o bajo el asfalto, pero la monotonía del paisaje no debe distraer al viajero. No demasiado lejos aguarda Población de Campos que, atravesado por la vieja calle Francesa, fue la más importante bailía de la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en Tierra de Campos, donada por Alfonso VII en junio de 1140. La parroquial barroca (siglo XVII) dedicada a la Magdalena, guarda una tabla flamenco-portuguesa de Jesús nazareno de 1507. No es el único templo, ya que junto a la calzada se yergue la ermita románica de Santa María del Socorro, donde se venera una virgen sedente del siglo XIII. Y a la izquierda de la carretera, se alza la ermita de San Miguel, románico-gótica, con cabecera rectangular, ventanales apuntados, cruz patada y espadaña.  

  El apellido de Campos también lo posee Revenga, lugar donde coinciden asfalto y traza histórica. El menguado cauce del Ucieza borbotea aquí, donde una calle, aún llamada Francesa, alude al Camino. La barroca parroquial guarda una cruz procesional plateresca del siglo XVI, envidia, sin duda, del retablo mayor, del siglo XVII, que se encuentra en el templo renacentista dedicado a Santa María en Villovieco de CamposSantiago cobra fuerza, pues en las imágenes del retablo se alude a la batalla de Clavijo .

Carrión de los Condes

  Carrión de los Condes es la principal ciudad de la ruta palentina. Aquí, se unían la vía romana Aquitania, de Burdeos a Astorga, y la jacobea diseñada por Sancho III de Navarra desde Pamplona. Corte de reyes, sede del condado de los Beni-Gómez y cuna de ilustres personajes, como el marqués de Santillana y Don Sem Tob, la antigua Lacóbriga unía, también, una vía secundaria, llegada desde el norte, que pasaba por Valmaseda, Valle de Mena, Bercedo, Espinosa de los Monteros y Reinosa, para descender siguiendo el Pisuerga.

  Destacan la iglesia de Santa María, con un sobrio pórtico donde se talló el tributo de las cien doncellas, y el de Santiago, con un Pantocrátor escoltado por los apóstoles y veinticuatro figuras muestran oficios artesanales y escenas guerreras del siglo XII.

  A orillas del Carrión, también creció el cenobio de San Zoilo, fundación benedictina del siglo X y dotado, en 1047, por los condes de Carrión, Gome Díaz y su mujer, Teresa, con las reliquias del santo. Aquí, se enterró a los fundadores y a sus hijos, los infantes de Carrión, casados con las hijas de El Cid. Hasta el siglo XV, perteneció a Cluny y poseyó un hospital para peregrinos. Hoy, abandonado y cerrado, esconde un claustro renacentista, obra maestra de Juan de Badajoz el Mozo.
Monasterio de San Zoilo
  En el cruce a Villotilla, un camino muy pedregoso es el resto del camino original. Lleva a Calzada de los Molinos, cuya parroquial de Santiago, en gótico-mudéjar, destaca por sus armaduras mudéjares y por el retablo mayor, de estilo renacentista italiano, donde luce una talla del santo vestido a usanza mora. La ruta auténtica seguía por la abadía de Santa María de Benevívere, fundada en 1165 para canónigos regulares de San Agustín y de la que quedan escasas ruinas, y por el priorato de San Torcuato, en cuyo hospital daban “pan, pero sin excederse”, según Herman Künning de Vach. 

  Cuatro lugares restan antes de abandonar Palencia. Lédigos, pueblo de tapiales de adobe, muestra en su iglesia, consagrada a Santiago, tres diferentes imágenes del santo: matamoros, peregrino y apóstol. La villa, con todos sus edificios, prados, huertas y viñedos, fue ofrenda, en 1028, de doña Urraca, madre de Bermudo III, al apóstol. Más allá, Terradillos de Templarios recoge el testigo de los dos pueblos ya inexistentes por los que sí pasó la ruta original. Su nombre indica que fue posesión templaria, dependiente de la encomienda de Villalcázar de Sirga. Por contra, Moratinos puede presumir de que la ruta de las estrellas pasó siempre por su calle Real, como aparece en documentos de 955. 


  Por último, San Nicolás del Real Camino. El lugar estuvo siempre vinculado a la peregrinación gracias al hospital del mismo nombre fundado en 1183 por un poderoso caballero de la comarca, Tello Pérez de Meneses. Llegó a admitir trece leprosos en su época de máximo apogeo, más nada queda de él. La ruta serpentea de nuevo y, a poco, el Camino, sin dejar Tierra de Campos, entra en la provincia de León.

LEÓN

  Por derecho propio, el Camino de Santiago es una piedra angular en la memoria colectiva leonesa. A lo largo de los siglos, la capital ha presenciado el eterno trasiego jacobeo protagonizado por unos peregrinos que, en opinión de Goethe, construyeron Europa mientras se dirigían a la tumba del Apóstol en Compostela. La antiquísima ruta de las estrellas está llena de mitos y de sentimientos indescriptibles.

  El Camino de Santiago tiene una especial significación para la provincia de León, además son más de 200 kilómetros de la Ruta Jacobea los que transcurren por tierras leonesas.

  La primera etapa del Camino de Santiago en la provincia de León se inicia en el municipio de Sahagún, villa que alcanza el peregrino que llega desde Carrión de los Condes, en la provincia de Palencia, cuando corona el Alto del Carrasco.

Sahagún - iglesia de San Tirso
  Sahagún es un lugar interesante porque se le considera uno de los focos primitivos del románico mudéjar. Las iglesias de San Tirso y San Lorenzo son buena prueba de ello.

  La iglesia de San Tirso es muy importante pues se considera que fue una de las primeras iglesias románicas españolas en que se reemplaza la piedra por el ladrillo para llegar a ser lo que se ha venido en denominar Románico-Mudéjar o Románico de Ladrillo.

  Parece que se inició su edificación en las primeras décadas del siglo XII. Lo que se conserva de este periodo es la cabecera con tres ábsides y la torre que se erige sobre el transepto. La decoración de los dos ábsides laterales se invierte con respecto al ensayado en el central.

  La torre es portentosa desde el punto de vista arquitectónico. Sobre un cuerpo tronco piramidal se alzan otros tres más con arquerías, teniendo los inferiores columnas pétreas como apoyos.

  San Lorenzo es otro magnífico ejemplar del románico mudéjar, aunque ya en su fase "clásica" que se extiende por toda la Tierra de Pinares castellana. Data de comienzos del siglo XIII, como tantas construcciones de este estilo.

  De grandes dimensiones, su estructura es similar a San Tirso pero su material de construcción es plenamente de ladrillo.

  La enorme torre presenta cuatro cuerpos. El inferior tiene arcos ciegos, los dos superiores presentan cuatro vanos con arcos doblados, y el último cinco vanos rodeados de arco sencillo
  A 5,1 km de Sahagún, se debe visitar el famoso Monasterio de San Pedro de las Dueñas, otro edificio que se comenzó en románico puro de piedra y se finalizó en ladrillo.

  En la cercana Calzada del Coto, una vez rebasada la ermita de San Roque, el caminante podrá elegir la ruta tradicional del Camino Francés, por Bercianos del Real Camino o, tomar la bifurcación que nos lleva a través de la Vía Trajana, con varios tramos del camino romano, pasando por Calzadilla de los Hermanillos hasta volver a unirse al Camino Francés  en Mansilla de las Mulas, 31 kilómetros más adelante.
  Lo más llamativo de la Mansilla de las Mulas es su muralla de unos tres metros hecha con cantos de río. De las cuatro puertas de acceso solo se conserva completa la oriental, puerta de Santa María, por la que accederemos si nos decidimos por la vía trajana.

  El paisaje hasta Puente de Villarente, no difiere mucho del entorno que hemos recorrido anteriormente. Es a partir de esta localidad, cuando comenzamos a notar la presencia de otra de las grandes ciudades que atraviesa el Camino, y que ya se encuentra muy próxima. Abundan en este recorrido zonas residenciales y naves industriales que no nos abandonarán hasta nuestra llegada a la ciudad de León.

  Una vez cruzado el rio Torío en Puente Castro, y enfrente del Centro Comercial Carrefour encontramos la Oficina de Información al Peregrino.

Ayuntamiento de León
León

  Llegamos a León por la plaza de Santa Ana con la iglesia del mismo nombre, entramos por la calle Barahona, donde estaba la Puerta Moneda de la muralla. En esta calle está la Iglesia de Santa María del Mercado (románica, siglo XII), detrás de la iglesia, la plaza del Grano y el convento de Santa Maria de Carbajal (albergue), un poco más adelante el convento de la Concepción (siglo XIV).

  Seguimos por la calle de la Rúa, y llegamos a la calle Ancha, a la izquierda iglesia de San Marcelo (s.XVI), el ayuntamiento (s.XVI) y la Casa Botines (Gaudí). Enfrente, el palacio de los Guzmanes (Diputación Provincial s.XVI). Hacia la derecha, subiendo por la calle Ancha, en la acera derecha la capilla del Cristo de la Victoria, siguiendo esta calle llegamos a la Catedral.

 Construida sobre la antigua Catedral románica hacia el año 1205, es de estilo gótico y está inspirada en la Catedral francesa de Reims, reducida su planta en 1/3. Su planta es de tres naves, con bóveda de crucería, y una característica peculiar es que las torres aparecen separadas de la nave central mediante arbotantes. El cuerpo principal del edificio fue terminado a principios del siglo XIV junto al claustro y la torre norte, mientras que la torre sur fue terminada en el siglo XV, en estilo gótico flamígero.
  Lo más impresionante de esta catedral es su interior, destancando los más de 1.800 metros cuadrados de vidrieras de los siglos XIII al XVI, incluyendo tres grandes rosetones y vidrieras en la parte baja y el triforio. También debemos destacar el coro de la catedral, uno de los más antiguos de España, tallado por artistas flamencos en el siglo XV.

  El Camino sigue por la calle del Cid, hasta la plaza de San Isidoro. Giramos a la izquierda por la calle Sacramento, llegando a la plaza de Santo Martino; el Instituto que se ve enfrente fue Hospital de la Colegiata para peregrinos. Seguimos a la izquierda bajando por la calle Abadía, la calle Renueva y avenida Suero de Quiñones, hasta el Hostal de San Marcos.

  Tras salir de la ciudad de León, deberemos recorrer bastantes kilómetros hasta volver a tener la sensación de que nos encontramos recorriendo el Camino de Santiago. Por el barrio de El Crucero llegamos hasta Trobajo del Camino, ya lejos de las avenidas y ruido de vehículos, y en donde podemos obtener una panorámica de León.

  En la Virgen del Camino tenemos una parada obligada en el santuario, ya que se trata de la patrona de León. El santuario es un edificio inaugurado en 1961, racionalista del dominico Francisco Coelho de Portugal, tanto el templo, como las trece estatuas de bronce de la fachada, no nos dejaran indiferentes, la obra es de escultor Joseph Maria Subirachs, representan a la Virgen y los doce apóstoles. En el interior podremos ver el retablo barroco (1730) del anterior santuario con la Piedad en el centro. Este fue levantado por la aparición de la Virgen a la vera del camino en 1502 al pastor Alvar Simón y que ordenó construir una ermita para su culto, el lugar para la edificación fue elegido por la propia Virgen lanzando una piedra con una onda.

  A partir de este pueblo, podemos seguir por la ruta francesa, a través de Valverde de la Virgen, San Miguel del Camino, Villadangos, y San Martín del Camino, o por el contrario podemos decidirnos por elegir una ruta alternativa a través de Villar de Mazarife y Villavante.

  Ambas rutas discurren paralelas hasta el conocido pueblo de Hospital de Órbigo, en dónde se unen nuevamente. El primero de los caminos dispone de más infraestructura, a la vez que transcurre por el camino original, mientras que el segundo itinerario tiene la ventaja de ser más tranquilo, al discurrir más alejado de coches y ruidos.

  Llegados al Puente de Órbigo, a la entrada de Hospital de Órbigo, su histórico puente sobre el río Órbigo, más conocido como el Paso Honroso, nos recibe en esta villa salpicada por la histórica presencia de los caballeros hospitalarios de San Juan, que además de la hospitalidad a los caminantes también tenían una función defensiva.

Astorga

  Llegados a San Justo de la Vega, nos encontramos ya a las puertas de la ciudad de Astorga. Desde el siglo XI, y gracias al impulso dado por el Camino de Santiago, la ciudad experimentó un progresivo desarrollo en el cual la Iglesia tuvo un papel protagonista. Además, la ciudad es cabeza de una de las diócesis más extensas y antiguas de España, cuya jurisdicción abarca la mitad de la provincia de León y parte de las de Orense y Zamora.

  El turismo cultural es uno de los principales motores de esta localidad, sustentado principalmente en su patrimonio histórico-artístico, en el que cabe destacar la Catedral, el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento y la Ergástula romana, todos ellos declarados Bien de Interés Cultural.

  La construcción de la catedral comenzó en 1069, aunque no fue hasta bien entrado el siglo XVIII cuando se terminó su construcción y posteriores ampliaciones que le concedieron su forma actual, motivo por el cual ha heredado elementos góticos, renacentistas y barrocos en su construcción. El templo presenta planta rectangular, cabecera de tres ábsides, tres naves y falso crucero. La fachada principal es de estilo churregueresco, presentando una torre a cada lado separadas por arbotantes.
  En el interior, además del coro con sillería del siglo XVI y reja del XVII, se distribuyen las distintas capillas: siete en los laterales de las tres naves, tres en la cabecera, una en cada brazo del falso crucero y dos más en la base de cada una de las torres. De todas ellas destacan especialmente la capilla de Nuestra Señora de la Majestad.

  También forman parte del conjunto catedralicio la cripta, construida en 1521 debajo del presbiterio para ser panteón de los marqueses de Astorga, el claustro, de estilo neoclásico de 1755 y que consta de cinco arcadas en cada ala unidas por pilastras jónicas, la sacristía, de 1772 y en la que destaca un altar-relicario en estilo rococó, las dependencias del Museo Diocesano y el Archivo Diocesano.

  Al poco de abandonar Astorga el color de la tierra y la vegetación cambiará ante nuestros ojos. Pasamos delante de la ermita del Ecce Homo, y llegamos a Murias de Rechivaldo primera población típicamente maragata. Aquí encontramos un sendero que nos llevará hasta Rabanal del Camino, subiendo hacia Santa Catalina de Somoza, a nuestra derecha podemos divisar el pueblo que conserva la esencia del pueblo maragato con su pequeño mar de tejados rojizos, se trata de Castrillo de los Polvazares, famosa por su cocido maragato y por su tipismo arquitectónico declarado Conjunto Histórico-Artístico.

  Seguimos nuestro camino atravesando El Ganso para llegar a Rabanal del Camino, no sin antes parar nuestra mirada en el medio de un bosque de robles, en el que destaca sobre los demás, el Roble del Peregrino, otro símbolo en el camino.

Cruz de Ferro
  A medida que nos acercamos a la comarca del Bierzo, el paisaje comienza a cambiar, destacando cada vez más los verdes sobre los amarillos, a la vez que vamos ganando altura, llegando en el Alto de Foncebadón (el mítico monte Irago) hasta los 1490 metros de altura, la mayor de todo el Camino.

  Esta etapa del Camino de Santiago tiene parada obligada cerca del pueblo de Foncebadón, en la conocida Cruz de Ferro, instalada sobre un mástil de 80 metros de altura a cuyos pies se encuentran miles de piedras que los peregrinos han ido depositando a su paso, junto a sus deseos.

  El pronunciado descenso nos acerca a El Acebo. En su iglesia de San Miguel del s. XVI tiene una talla de Santiago con una representación insólita si es que se trata del apóstol, ya que se trata de una figura barbada con un libro y una túnica color turquesa decorada con lirios dorados. Sus habitantes estaban exentos de pagar impuestos a cambio de señalizar con estacas la distancia que separa el hospital que había en Foncebadón y su localidad, la finalidad de estas indicaciones era evitar que los peregrinos se perdiesen cuando el camino desaparecía balo la nieve.

Ponferrada

  Con nuestra llegada a Ponferrada, el Camino de Santiago devuelve al peregrino al siglo XX, aunque bien es verdad que el recuerdo de los caballeros templarios nos transporta otra vez a la Edad Media. La Orden del Temple fue creada por Hugo de Paganis para la defensa de los peregrinos que iban a Jerusalén, y que posteriormente también se instalaron en el Camino de Santiago para la vigilancia y protección de los peregrinos. 

  Capital de la comarca del Bierzo, con más de 70.000 habitantes y situada en la confluencia de los ríos Sil y Boeza, Ponferrada constituye una de las etapas principales del Camino de Santiago que cruza la provincia leonesa.

  Sus primeros antecedentes hablan de una antigua ciudadela de la época romana, que a partir del siglo XI, con el auge experimentado por las peregrinaciones a Santiago de Compostela permitiría el surgimiento del burgo de Pons Ferrata, situado en plena ruta jacobea y denominado así por la construcción de un puente reforzado con hierro hacia 1082 por orden del obispo Osmundo de Astorga para facilitar el paso de los peregrinos al otro lado del río Sil.

  Hacia el año 1178, el rey leonés Fernando II puso bajo la custodia de la Orden del Temple este núcleo floreciente, y los templarios se sirvieron de la primitiva fortaleza romana para construir sobre ella un castillo en el que se establecieron y que, al tiempo, protegía el paso de los peregrinos. Este hecho favoreció el crecimiento demográfico y supuso el desarrollo comercial de la zona.

  El Castillo se alza sobre el río Sil presidiendo el casco histórico de la ciudad. Esta fortaleza medieval, de planta poligonal, fue comenzada a construir hacia finales del siglo XII. A ella se accede por su lado sur a través de un puente levadizo sobre el foso. Mientras, la fachada principal está flanqueada por dos torreones unidos por un doble arco de medio punto. En torno a un gran patio interior aparecen diversas estancias, como el gran patio interior, la Sala de Armas o Las Caballerizas, sin olvidar su Torre del Homenaje y otras como las de Malpica, de Cabrera, Malvecino, etc.

Torre del reloj
  A los pies del Castillo se extiende el casco antiguo de la ciudad, al que se entra por la Calle del Reloj. Es en esta vía donde se levanta la Torre del Reloj, construida bajo el reinado de Carlos I, en el siglo XVI, sobre una de las puertas del antiguo recinto amurallado. Junto a la Torre del Reloj se sitúa el Convento de las Madres Concepcionistas, y el final de esta calle conduce a la Plaza de la Encina, tradicional lugar de transacciones comerciales. En ella se levanta la Basílica de la Encina, uno de los edificios religiosos más destacados de la ciudad. El templo fue construido en estilo renacentista en 1573, mientras que su torre barroca es posterior, de 1614. En el interior, además de la talla de la Virgen de la Encina, pueden contemplarse algunos retablos, de entre los que sobresale el del altar Mayor, realizado por Mateo Flores en el siglo XVII. En la parte baja del casco antiguo aparece el Hospital de la Reina, y la iglesia barroca de San Andrés, que alberga un Cristo de los Templarios.

  Después de cruzar el río Sil y tomar por la derecha el Paseo Huertas del Sacramento, llegaremos a Compostilla, hoy ya un barrio de Ponferrada. Ya fuera de la localidad, los cultivos bercianos, favorecidos por la altitud de esta olla, nos acompañarán hasta Fuentesnuevas.
  Llegados a la localidad de Camponaraya, entre choperas y viñedos nos encaminamos a Cacabelos, importante villa de origen romano. A la salida del pueblo el santuario de la quinta Angustia, tiene una curiosa escena, el niño Jesús juega a las cartas con San Antonio de Padua, en el intercambio de naipes el santo se desprende simbólicamente de lo material (cuatro de copas) y coge del niño (el cinco de oros) los valores espirituales.

  Después de cruzar el Cúa, salimos por la carretera hacia Pieros, una vez cruzado el arroyo Valtuille, tomaremos el camino de la "Virgen" que nos trasada hasta Villafranca del Bierzo, lo que advertimos al toparnos con la ermita de Santiago, una edificación del siglo XII con privilegio jacobeo.

Villafranca del Bierzo

  Villafranca del Bierzo es la última localidad de importancia que atraviesa el Camino de Santiago por tierras leonesas. Su nutrido conjunto monumental y su carácter jacobeo la han convertido en importante centro turístico.  Además, su casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural, motivo más que suficiente para hacer una parada en el camino y visitar sus calles; la plaza Mayor, el ayuntamiento, la calle del Agua con el arco en el que desemboca y sus mansiones, entre las que sobresalen una morisca del siglo XV, el convento de las Agustinas Recoletas y otros palacios, forman el eje turístico de la villa.

Puerta del Perdón - Iglesia de Santiago
  A la entrada de la localidad se sitúa la iglesia románica de Santiago, que data del siglo XII. En uno de sus laterales se descubre la Puerta del Perdón, donde obtenían el jubileo los peregrinos que, por enfermedad, no podían continuar hasta Santiago de Compostela. 

  Cerca de esta iglesia se localiza el Castillo-Palacio de los Marqueses de Villafranca. Aunque para contemplar residencias palaciegas nada mejor que dirigirse a la calle del Agua: entre escudos y blasones, aparecen algunos edificios emblemáticos de Villafranca del Bierzo como el Palacio de Torquemada, la Casa Morisca o la casa natal del escritor Gil y Carrasco. A la lista de monumentos para visitar también hay que añadir, entre otros, la colegiata gótica de Santa María, del gótico tardío y original de Gil de Hontañón, el convento barroco de San Nicolás el Real, los conventos de la Anunciada y de San José, fundados en el siglo XVII, o la Iglesia de San Francisco, que cuenta con un bello artesonado mudéjar. La Travesía de San Nicolás nos llevará hasta el Museo de Ciencias Naturales, si os apetece visitarlo debéis concertar la visita con anterioridad. A sólo unos pasos está el Jardín de la Alameda, un precioso jardín romántico de finales del siglo XIX cuya fuente central fue traída desde el Monasterio de Santa María de Carracedo. Continuando por la calle del Viaducto llegaremos al Puente medieval sobre el Burbia.

  En Villafranca del Bierzo podremos degustar la rica gastronomía del Bierzo, truchas, embutidos, empanada, pimientos, castañas y el cada vez más conocido y apreciado botillo, y un buen lugar para hacerlo son las bodegas de la calle del Agua, en las cuales también podremos catar los vinos de la zona, bajo la denominación de vinos del Bierzo.


  Al poco de abandonar Villafranca habrá que elegir entre dos posibles itinerarios que 9,5 kilómetros más adelante nos llevarán a Trabadelo. Una transcurre en paralelo al cauce del río Valcarce por el trazado de la N-VI. La otra opción, que requiere un poco más de esfuerzo, tiene la recompensa de caminar más en contacto con la naturaleza. Una vez en Trabadelo, iniciaremos el ascenso a través de La Portela de Valcarce, Ambasmestas, Vega de Valcarce, Herrerías, La Faba y La Laguna de Castilla, última población de la provincia. En la subida comenzaremos a ver lo que será caminar por las corredoiras gallegas, donde vamos caminando por túneles vegetales, que conforman las copas de árboles. Tras coronar la cima de O Cebreiro (1.293 m), ya nos hemos adentrado en Galicia, y se comienza a divisar el final del camino...Santiago está ya más cerca, a 153 kilómetros

LUGO


  La provincia de Lugo comienza tras la escalada a O Cebreiro, en el municipio de Piedrafita do Cebreiro, discurriendo por caminos que no cesan de subir y bajar hasta Casanova (Palas de Rei), último territorio lucense antes de llegar a A Coruña. 

  Si la niebla no lo impide ocultando el valle, ver amanecer desde O Cebreiro, junto al templo de Santa María la Real, es un privilegio que nos brinda el Camino que no podemos rechazar. Por fin nos sumergimos en la tierra de Santiago, la de la niebla y el orballo; la de los castros celtas y de las minas ansiadas por los romanos; de infinidad de lomas, fragas de robles y soutos de castaños llenas de leyendas.

  Emplazado en un collado a casi 1.300 metros de altitud, en un entorno excepcional y a menudo cubierto por la niebla, O Cebreiro se nos presenta como un bellísimo pueblo rodeado de misterios y de leyendas. Es uno de los lugares históricos más emblemáticos del Camino de Santiago, y uno de los primeros en cuanto a la asistencia al peregrino. En el interior de la sugestiva iglesia prerrománica de Santa María la Real (siglo IX) vemos una talla románica de la Virgen (siglo XII). 
  El elemento más relevante de O Cebreiro son las pallozas que todavía siguen en pie en excelente estado de conservación. Se trata de construcciones prerromanas con paredes de piedra y tejado de tallos de centeno, muy típicas en toda la sierra y habitadas hasta no hace mucho.

  Triacastela es un municipio de la provincia de Lugo, de algo más de 700 habitantes,  situada en la comarca de Sarria, en las estribaciones de las sierras orientales gallegas, rodeado de pequeño valles fluviales y fértiles vegas custodiadas por sierras y montes entre las que destaca la Sierra de Oribio.

  Históricamente algunos estudiosos creen que Triacastela se refiere a una región y no un pueblo. Se considera que Alfonso IX fue su fundador, pero podría no ser así a tenor de la cantidad de restos arqueológicos y castros que se encuentran en la zona, que nos hablan de antiquísimos asentamientos de población.

  Alfonso IX consideraba Triacastela como un lugar estratégico al lado de los “Alpes gallegos”, por lo que monarca emprendió la repoblación de la ciudad, en la que reside en diferentes ocasiones, y llega a firmar documentos reales.

  El impacto de la Ruta Jacobea en la villa es enorme, siendo un buen ejemplo su iglesia, que cambió de advocación para honrar a Santiago. También conserva, en mal estado, algunas en ruinas, retazos de lo que en su día fueron construcciones directamente relacionadas con las peregrinaciones, tales como un antiguo hospital, cárcel, mesón…

  Tras el exigente paso de O Cebreiro, el peregrino ya solo tiene que preocuparse de dos cosas: reponer fuerzas y determinar la variante por la que reemprender la marcha en la siguiente jornada, ya que a la altura de Triacastela el camino se bifurca hasta Sarria. Se plantea la posibilidad de disfrutar de la tranquilidad y el suelo regular de Samos, o del accidentado tramo de San Xil, 6,5 kilómetros más corto aunque superando un mayor desnivel.

  En la primera de las opciones podemos visitar el monasterio benedictino de Samos, mientras que en la segunda opción, el peregrino se adentra entre senderos, árboles, caminos, cuestas, pendientes y piedras, sin duda más exigente y también precioso.
Monasterio de Samos
Sarria - Iglesia de Santa Marina
  Tras llegar a Sarria podemos disfrutar de una de las principales villas en la provincia de Lugo y su casco antiguo, con calles estrechas de aire medieval, que se encuentra en la parte alta, junto al castillo de Sarria. Los monumentos más importantes de la ciudad son: la iglesia románica de Santa Marina (siglo XIII), completamente restaurada; la iglesia del Salvador (siglo XI), de planta románica con portalada gótica; el monasterio de la Magdalena (a la salida por el camino), con una iglesia de estilo gótico; por último, el puente románico de cuatro ojos llamado Ponte Aspera (siglo XIII), por el cual cruzamos el río Pequeno (también llamado Celeiro) a la salida. 

  Hoy en día, Sarria se ha convertido en un importante punto de inicio de la ruta jacobea, ya que se encuentra a poco más de 100 kilómetros de Santiago, los mínimos necesarios para conseguir la Compostela. En adelante, el ambiente en los albergues se vuelve más relajado y festivo, lo que no agrada a una buena parte de los peregrinos que llevan en las piernas centenares de kilómetros.

  Desde Sarria se sale por el Barrio de San Lázaro para dejar atrás el desperdigado caserío de Vilei y llegar a Barbadelo; después se pasa por Rente y Xisto, cuyo nombre en gallego significa pizarra, el material base de la construcción de la Galicia rural.

  El Miño y su embalse de Belesar nos indican que estamos en el nuevo Portomarín, ya que el viejo descansa bajo las aguas del reposado río gallego. En las temporadas en que baja el nivel del pantano todavía son visibles los restos de las antiguas edificaciones, el malecón y el primitivo puente.

  Durante la Edad Media convivieron en Portomarín tres órdenes de caballería. En la orilla izquierda del río estaban los Caballeros de Santiago y la Orden del Temple y en la margen derecha los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, quienes alternaron su dominio sobre la villa, pues bajo el reinado de Alfonso IX Portomarín quedó bajo los auspicios de la orden de San Juan de Jerusalén, mientras que la de Santiago lo hizo por deseo del arzobispo Pedro Arias.
  En el Codex Calixtinus, Portomarín es nombrado como Pons Minea, puente del Miño, siendo paso obligado en la ruta jacobea y uno de los hitos más importantes del Camino después de O Cebreiro, alcanzando su punto álgido entre los  siglos X y XII. En 1212, la Orden de San Juan otorgó fueros para su gobierno y administración a la localidad.

  Cuando en 1962 se construyó el embalse de Belesar, el pueblo se trasladó al vecino Monte do Cristo. Allí se reconstruyeron algunos de los edificios más importantes, tanto civiles como religiosos; especialmente la Iglesia de San Nicolás, de estilo románico levantada por la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, cuyas piedras fueron numeradas y ensambladas de nuevo en su actual emplazamiento.

Iglesia de San Nicolás
  La iglesia de Portomarín, dedicada a San Nicolás, perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén y fue edificada probablemente a finales del siglo XII o comienzos del siglo XIII bajo una fuerte influencia mateana.

  Fue reedificada piedra a piedra en su lugar actual cuando se construyó el pantano que iba a anegarla completamente junto con los dos barrios que formaban el original Portomarín (Barrios de San Nicolás y San Pedro).

  Lo más impactante de este templo es su gran unidad constructiva, la altura de sus muros que le confiere un aspecto ascensional muy acusado y el remate almenado que le confiere un aspecto pseudomilitar.

  Además del ábside y los grandes rosetones de ambas fachadas, desde el punto de vista artístico, lo más valioso son sus tres portadas, muy decoradas con escultura religiosa impregnada de un fuerte simbolismo románico, a pesar de que pertenece al ciclo final de este estilo.

 Además de ser conocido por sus paisajes y por su importancia en el Camino de Santiago, la villa también es conocida por su aguardiente, que ha recibido mumerosos reconocimientos. El día de Pascua se hace el aguardiente en la plaza delante de la iglesia, en la “Festa do Augardente”.

  Siguiendo nuestra ruta llegamos al tranquilo pueblo de Palas de Rei, última parada antres de nuesta entrada en la provincia de A Coruña.
  Sin duda la historia de Palas de Rei está muy vinculada al Camino de Santiago. El Códice Calixtino recoge que desde este punto arranca la etapa final hasta la tumba del apóstol, 68 kilómetros de una jornada que Amery Picaud definió como “moderada”. Por ello, con el auge de las peregrinaciones en la Edad Media, la localidad experimentó una importante expansión.    

  Con 3613 habitantes, su historia y patrimonio maravillan al peregrino y reflejan el pasado señorial de estas tierras, al haber sido uno de los lugares de residencia favoritos de la nobleza gallega. Conserva restos de fortalezas, torres, castillos, así como varios pazos y casas blasonadas. Entre las construcciones más relevantes pueden citarse: la antigua casa-torre de Filgueira, la casa-torre de Fontecuberta o el Pazo de Laia.
  
Castillo de Pambre
  Al sur de esta ruta se encuentran Los Pazos de Ulloa de la novela de Emilia Pardo Bazán y el magnífico castillo de Pambre. Si vamos con tiempo y las piernas nos lo permiten sin duda no debemos dejar de visitar este último, ya que además de ser uno de los castillos mejor conservados de Galicia, es el único que se mantuvo en pie en Galicia durante la sublevación de los Irmandiños en el año 1467, en el cual el pueblo, harto ya de las altas cargas económicas impuestas por la nobleza, asaltaron y tomaron todas las torres y fortalezas de Galicia y con ello también a sus moradores. 

  El Camino Francés dice adiós a Palas en el Campo dos Romeiros, lugar donde los peregrinos se juntaban y organizaban para recorrer a la par el último tramo del Camino hasta Santiago.    


  Los hórreos acompañarán al peregrino durante todo el día. Los canteros introdujeron en los hórreos algunas formas de arte culto, especialmente del barroco. La cámara, que guarda las mazorcas protegiéndolas de los roedores, está aislada de la humedad por los voladizos y es aireada por los pasaventos (ranuras horizontales o verticales). En el techo a dos o a cuatro aguas, se suelen instalar cruces y remates de gran variedad.


A CORUÑA


  El camino inicia ya su recorrido por la provincia de La Coruña, camino de la aldea de O Coto y Leboreiro. Son apenas 60 los kilómetros que restan y muchas las experiencias vividas durante nuestro trayecto. Sin duda, al peregrino ya le comienza a invadir una extraña sensación de alegría y tristeza, ya que tras la llegada a Santiago habremos finalizado nuestro principal objetivo, nuestros pecados quedarán por fin exonerados, y nos ganaremos la Compostela, merecido título de nuestro duro viaje.

  Nuestra siguiente parada en el camino es la población de Melide, donde podemos ver, entre otros, un puente romano del siglo XII o el crucero de piedra más antiguo de Galicia (en la Capilla de San Roque, del siglo XIV). Una interesante excursión aquí es acercarnos hasta el arroyo de San Lázaro, donde nos rodeará un frondoso bosque en el que podemos respirar aire puro y disfrutar del paisaje. Si el camino nos cansa, nada mejor que saborear el rico, un dulce tradicional de Melide elaborado a base de manteca.

  La iglesia de Santa María está muy completa y es de gran belleza. De una nave está rematada por ábside semicircular con columnas y ventana. Tiene dos portadas en el muro sur y oeste. Conserva el altar pétreo románico y una reja románica original.

  En Melide se unen la ruta de la costa y los peregrinos que se habían desplazado desde León para ver las reliquias de San Salvador de Oviedo.

  Desde aquí, nuestra ruta sigue hasta Arzúa, una localidad famosa por su excelente queso autóctono, elaborado con leche de vaca, con denominación de Origen Arzúa-Ulloa, y al que cada año le dedican una fiesta el primer domingo del mes de marzo. 

  El desarrollo de Arzúa y toda su comarca está íntimamente ligado al Camino de Santiago. De hecho, su crecimiento como villa se produce en el s. XI al abrigo de esta ruta, aunque distintos restos arqueológicos y documentos demuestran que su nacimiento como núcleo poblacional y su importancia son muy anteriores a la Edad Media.

  En el Códice Calixtino se cita Castañeda (Castaniolla), parroquia de Arzúa, lugar en el que se encontraban los hornos de cal para la construcción de la catedral de Santiago, y en el mismo documento, se habla de Vilanova, nombre con el que por aquella época se designaba a la villa de Arzúa.

  El agua está presente en esta localidad por los ríos Iso, Mera, Ulla y sus afluentes, este líquido elemento es el protagonista en las fiestas locales, además de recursos naturales cuenta con un patrimonio artístico en el que destaca la Capilla de la Magdalena, que formó parte de un antiguo convento de agustinos para atender a los caminantes fundado en el siglo XIV.

  La infinita Vía Láctea se acaba, la Estrella Polar está más cerca y el gozo salta de legua en legua del monte al Obradoiro. nos estamos acercando a Santiago, el ritmo se acelera y las piernas ya no se sienten. Con nuestro paso por Lavacolla, comenzamos a notar que la ruta cada vez hace un poco más urbana, y el aeropuerto da buena cuenta de ello. Tras nuestro paso por San Marcos y los estudios de Televisión de Galicia, cada vez son más los peregrinos que se agrupan en el camino, llegando, por fin, a uno de los puntos principales del trayecto, el Monte do Gozo. Su nombre, por supuesto, no es casualidad, sino que se debe a la experiencia reconfortante que se puede vivir en este lugar. Desde aquí se ve, por fin, Santiago de Compostela y sus torres barrocas de la capital. La meta de la gran ruta jacobea llega a su fin, aunque todavía quedan unos pasos para abrazar a Santiago.

  Éste es uno de los lugares preferidos para los peregrinos, de hecho, muchos intentar llegar aquí coincidiendo con la puesta de sol para pasar la noche, descansar y entrar en Santiago a la mañana siguiente, pudiendo así aprovechar el día completo para visitar la ciudad.

  Desde aquí emprendemos la ruta hacia Santiago de Compostela, una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad que nos enamorará con sus mil rincones repletos de encanto.

  Santiago es una gran ciudad de casi 90.000 habitantes que compagina la modernidad de la plaza Roja y el aeropuerto de Lavacolla con el halo misterioso, religioso, romántico, cosmopolita de la plaza del Obradoiro. 

  El feliz caminante descubre una ciudad de piedras oscurecidas por el paso del tiempo y por la humedad. Rúas viejas con olor a Ribeiro y a pulpo se diseminan por todo el Casco Antiguo. La catedral en plena plaza del Obradoiro representa el culmen del Camino, en ella descansa, según la leyenda, el apóstol que ha hecho que miles de personas emprendan un viaje lleno de cansancio y experiencias que se convertirán en recuerdos para toda la vida.

  Necesitaremos energía para tanta visita pero no tenemos que preocuparnos por ello, estamos en la ciudad perfecta para reponer fuerzas. Al margen de los tres productos que todo peregrino está obligado a probar, vieiras, pulpo y tarta de Santiago, en la ciudad también podemos degustar otras delicias gallegas como lacón, grelos, ternera, queso (de Arzúa y O Cebreiro), marisco, y para bajarlo todo, nada mejor que el vino Albariño o Ribeiro así como el orujo y sus distintas variantes hechas a base de orujo como son el licor de hierbas, licor café y para los menos entrenados, la crema de orujo. 

EPÍLOGO A FINISTERRE


  Santiago de Compostela es la meta espiritual de las peregrinaciones, pero la Costa da Morte también arrastra una buena carga de misticismo. Antes de los descubrimientos fue para muchos la última porción habitable del Mundo.

  Hoy es el fin figurado, un lugar apartado al que todos desean llegar, al igual que los pueblos celtas y romanos, para aguardar la hora del ocaso y ver esconderse el sol en la inmensidad del océano. Algunos peregrinos modernos continúan con la tradición de los ritos ancestrales de cariz esotérico, y continúan su camino hasta esta franja litoral, para llegar, tras el fin del camino, hasta el fin del Mundo.

  Muchos de estos peregrinos avanzan también hasta Muxía, donde son numerosas las leyendas que hablan de apariciones marianas y atribuyen propiedades mágicas a sus piedras. No son pocos los relatos que a lo largo de los siglos nos han brindado los viajeros y peregrinos que recorrieron estas accidentadas costas, llenas de historias de naufragios, ocurridas en esta franja litoral de la Costa da Morte.

  Nueve son los municipios que visita este epílogo o prolongación Además del propio Santiago las jornadas transcurren por Ames, Negreira, Mazaricos, Dumbría, Cee, Corcubión, Fisterra y Muxía. Recorrerlo completamente y dibujar el triángulo, yendo hasta Fisterra, luego hasta Muxía y volviendo hacia la aldea de Hospital, donde se encuentra la bifurcación de Caminos, son 151 kilómetros en total. Llegar a Fisterra supone recorrer 89 kilómetros y estirar un día más hacia Muxía aumenta la cifra hasta los 119 kilómetros.


  Los peregrinos que llegan a Fisterra pueden sellar su credencial para obtener la Fisterrana al final del recorrido, que acredita nuestra llegada al final del mundo. Podemos continuar con la misma credencial jacobea si procedemos de otros caminos, o adquirir la cartilla propia del Camino a Finisterre en distintos establecimientos de Santiago.

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