En el noroeste de la Provincia de Guadalajara recorremos una serie de pueblos que forman un conjunto singular por utilizar en la construcción de sus viviendas lajas de pizarra y piedra oscura, pueblos en los que los muros, cubiertas y pavimentos conforman conjuntos de gran uniformidad cromática y de un particular atractivo, y que dan nombre a las construcciones del lugar, conocidas como arquitectura negra.
La ruta se inicia en la bella localidad de Cogolludo, donde por doquier se percibe la elegancia de su Palacio de los Duques de Medinaceli (joya renacentista del siglo XV), comenzando de inmediato a divisar la majestuosidad del Pico Ocejón que, con sus 2.048 metros, domina toda la comarca convirtiéndose en referente de la ruta.
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Ciudad encantada de Tamajón |
Más al norte Tamajón nos da la entrada a estos pueblos de la arquitectura negra, propuestos para ser catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Nos desviamos hacia el pantano del Vado, para no eludir la visita a Retiendas, donde se encuentran las evocadoras ruinas del Monasterio de Bonaval. Deshacemos este trecho de camino para retomar nuestro rumbo hacia las faldas del Ocejón.
A partir de aquí las formas arquitectónicas y los materiales de la construcción cambian de forma radical y aparecen las construcciones de pizarra de los pueblos negros con Campillejo, El Espinar, Campillo de Ranas y Robleluengo en el recorrido. A los mismo pies del Ocejón se encuentra Majaelrayo uno de los puntos de mayor encanto.
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Campillo de Ranas |
Volviendo en nuestros pasos a la bifurcación de la carretera que habíamos dejado cerca de Tamajón, podemos visitar la ladera oeste del Ocejón con otros pueblos de gran belleza como Almiruete, Palancares y Valverde de los Arroyos, un pueblo con una perfecta simbiosis entre su conjunto arquitectónico popular (basado en La Plaza Mayor, las calles y las casas con típicas balconadas de madera) y el paisajístico, donde la visita a La Chorrera de Despeñalagua es inevitable. Numerosos arroyos y torrenteras confirman el por qué del nombre del pueblo y forman un bello panorama en su descenso vertiginoso por los picachos del Ocejón, las Piquerinas y el Cerro del Campo.